Ampuero: "Aquí ha habido una alianza de resentidos"

02 ago (Perú.21) Fernando Ampuero, autor de Malos modales (1994), Bicho raro (1996) y El enano, historia de una enemistad (2001), entre otros títulos, ha puesto recientemente en circulación Mujeres difíciles, hombres benditos (Alfaguara, 2005), una selección de cuentos.

¿Qué representa este libro dentro de su producción?

Se trata de cuentos escritos en los últimos 6 ó 7 años. Diría que es un libro de madurez, junto con Malos modales y Bicho raro, porque yo soy, básicamente, un cuentista. Además, me considero un narrador oral; por ello, trato de contagiar mi escritura de ese hálito.

¿Cuál es el hilo conductor?

Reuní algunas historias de mujeres, seres que adoro -no vayan a saltar mis amigas feministas-, mientras que los hombres están pintados como seres más terrestres, escépticos, a los que les pasan cosas pero no las generan.

¿Y qué vendrá después?

Tengo otro volumen de cuentos en marcha y una novela grande, que estoy demorando -ya tengo 450 páginas en limpio- porque no tengo ninguna prisa, sino, más bien, el ánimo de hacer un trabajo redondo.

Recientemente, en el debate entre escritores, Tulio Mora lo calificó a usted de acusete y Gutiérrez lo tildó de informante policial.

Así es. Gutiérrez no da nombres, y Reynoso (en la entrevista publicada en Perú.21 el miércoles 27 de julio) tampoco. En efecto, yo toqué el tema político, porque ellos introdujeron el tema. Esta polémica comenzó de manera banal y cómica, al punto que pensé hacer una colecta para comprarle una bicicleta a Miguel Gutiérrez e invitarlo a pasear con nosotros por los malecones de Miraflores. Sin embargo, Gutiérrez ha convertido nuestra polémica en algo pernicioso.

En general, no es un debate alturado.

Esto empezó con Gutiérrez y su gavilla de escritores resentidos reclamando que una secta mafiosa dominaba los medios limeños y no les daba prensa. Y, luego, pretendieron erigirse en jueces juzgando las obras literarias según la lucha de clases, lo cual es una visión política -no estética- y pobrísima de la literatura -si Saki, Stevenson o Borges hubieran nacido aquí, serían autores de segundo orden-. Pero, después, llegaron los insultos y los exabruptos y, a estas alturas, ya no sé si Gutiérrez y Reynoso son unos idiotas morales o tal vez algo más, porque ambos, hablando de "informantes policiales" y de "delación", me recuerdan los cartelitos que los asesinos senderistas les colgaban a los cadáveres de sus víctimas: ¡Mueran los soplones!

¿A qué se refiere?

Estos sujetos quieren distorsionar las cosas solo porque le recordé a Gutiérrez lo que había afirmado en su libro La generación del 50. Decía que Guzmán era una inteligencia superior y el paradigma de los peruanos, cosa que ratificó apenas dos meses atrás ("no reniego de ese libro", declaró en la revista Pelícano). Por eso, ahora que hablan de "delación", me pregunto: ¿de qué lado están? ¿Se reconocen como senderistas? Reynoso ha hablado de crisis de valores. ¿Cuáles? ¿Los maoístas? Hablan como militantes en la clandestinidad.

Dijeron, también, que usted se había picado porque Jerónimo Pimentel criticó unos poemas suyos publicados en la revista Quehacer.

No tiene nada que ver. Aquí ha habido una alianza de resentidos. Hora Zero se sube a cualquier carro con tal de insultar y buscar un poco de flash. Ya lo he dicho: los poetas odian peor que los peluqueros de señoras. Ese señor dice que era una crítica, cuando era una andanada de insultos. Hasta mezclaron a Fernando Zevallos en el asunto.

¿Algo de bueno tuvo este intercambio de artículos?

Mi balance es que ya nadie se escucha. He visto que sí ha habido un desembalse brutal de resentimientos que ha tocado a críticos prestigiosos como Oviedo, Oquendo, Ortega, Lauer y a muchos escritores. A mí me parece que esto refleja una especie de racismo del otro lado, que me da pena.

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30 de junio de 2005

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