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Ómnibus
Nº 1 Año I  enero 2005



De la banda del Camagüey o los Códigos del Barrio

Por Mario Suárez Simich

        Una de las tendencias de la gran industria editorial actual, en lo que a narrativa se refiere, es su marcada preferencia por lanzar al mercado novelas cuya extensión va de las 350 a 400 páginas. Haciendo la salvedad, claro está, de las firmas ya conocidas y que gozan de la aceptación de los lectores. Es más, muchos escritores noveles saben bien que muchas veces resulta inútil enviar un manuscrito a las grandes editoriales sin este tácito requisito. Y aunque ya existen pequeños sellos editoriales que empiezan a interesarse por publicar las denominadas novelas cortas, el formato sigue pareciendo poco comercial.
        Bastaría con recordar que textos de una consensuada calidad literaria son novelas de este tipo: El túnel de Ernesto Sábato, Crónica de una Muerte Anunciada de Gabriel García Márquez o El Arpa y la Sombra de Alejo Carpentier no llegan en algún caso ni a la mitad de esas 400 páginas. Hija de la brevedad que exigía el cuento latinoamericano contemporáneo, la novela corta tiene y exige algunos requisitos y técnicas diferentes de la novela actual. Por lo que, como el cuento, es todavía un género incomprendido sobre todo en España.
        Por esta razón siempre resulta grato encontrarse con textos que nos reafirman en sus bondades. Tal es el caso de De la banda del Camagüey, del escritor cubano, afincado en Madrid, Mario L. Guillot Carvajal. (Incipit Editores, Madrid, 2004, 94 pp.)

De la banda del Camagüey

        Con un acertado manejo de la trama cuyo principal mérito reside en unir de manera directa y sin fisuras la trayectoria que emprende el personaje principal al intentar averiguar quién fue el verdadero culpable del asesinato por el que fue acusado y condenado a cumplir 6 años en prisión. Esta misma trama, de raigambre policial, le sirve al autor para llevar al lector de las cárceles cubanas a las intrigas políticas-vecinales de la isla. Como en la novela negra, el desarrollo de la historia nos ofrece un panorama sociológico y una visión crítica de la realidad social en la que se enmarca sin que el autor haga gala de ella.
        Otro de los méritos que sostiene la novela de Guillot Carvajal es la de dotar a algunos de sus personajes de un código de valores que les permite mantener una coherencia vital y que le sirve también para enfrentar a los generalmente establecidos en la sociedad a la que pertenece ya sea en la cárcel o en el barrio. Unos principios aceptados y cumplidos por propia voluntad y exigidos sólo a aquellos que lo aceptan de la misma manera. Son las leyes no escritas de la calle o el barrio de cualquier ciudad de latinoamérica.
        Todo ello le permite al autor ofrecer en menos de 100 páginas un relato sólido coherente y ameno, y nos permite afirmar que la brevedad en la narrativa es unos de los principales aportes de la literatura latinoamericana.

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15 de enero de 2005

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