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Ómnibus
Nº 2 Año I  marzo 2005



LAS PASIONES, por BILL VIOLA

Por Sara Rivera

        Los intelectuales rechazan la percepción porque lleva a las energías emotivas más profundas. Para Viola las emociones son precisamente la clave cuya ausencia ha desequilibrado todas las cosas. [...! " Al ignorar el lado emocional de nuestra naturaleza, hemos dado la espalda a las energías más poderosas de nuestro ser"]

        Ya en otra ocasión, a propósito de una exposición sobre Louise Bourgeois nos referíamos a través del arte a "decir lo que no se puede decir". Esta vez, se trata de la obra de Bill Viola la que nos lleva a hablar de Más allá de la mirada. Imágenes no vistas, retomando el nombre de la exposición sobre este autor que tuvo lugar el pasado año 1993 en el Museo Reina Sofia. En estos días podemos seguir su evolución con impecable coherencia en la muestra Las Pasiones, exhibida en la Fundación la Caixa de Madrid hasta el próximo día 15 de Mayo de 2005. Las Pasiones se nos presentan como "imágenes no dichas", aluden tan directamente a nuestro interior que resulta difícil hallar una expresión con palabras a las emociones que transmiten las obras.

        Las Pasiones está conformada por una serie de videoinstalaciones que buscan ahondar en las emociones humanas, indagar en los gestos y expresiones físicas que provienen de esos sentimientos mostrados en diversas gamas de intensidad a través de movimientos ralentizados y una absoluta concentración de la imagen en el personaje y sus estados anímicos, pasando de unos a otros, del sosiego la desesperación, la angustia, el dolor, la tristeza, la ira ... ofreciendo infinitos registros emocionales y matices. Las Pasiones. Bill Viola Las Pasiones carecen de cualquier tipo de narración, las figuras se estremecen completamente al margen de un hecho que motive sus expresiones, no hay una explicación, ni un contexto. De este modo, la imagen provoca en el espectador una profunda empatía, no existen distracciones, ni origen ni fin para los sentimientos, el observador queda desarmado ante las imágenes y en silencio, solo enfrentado a esas pasiones que inequívocamente le llevan a sí mismo.

       Tal es la profundidad, sutileza y complejidad del contenido de las obras de Viola, su interés por aquello que nos es más cercano, la búsqueda en todas sus obras de la espiritualidad, el autoconocimiento a través de nuestras propias emociones, si bien presentes en la larga tradición de la historia del arte, nunca tan directa en su expresión como en las piezas de Viola. Formalmente también ha buscado la inspiración en esa tradición. Tanto la estructura de las instalaciones, evocando dípticos, trípticos y cuadros de altar, como las composiciones, inspiradas en los temas devotos de la tradición pictórica medieval, renacentista y barroca, se basan en la iconografía de los grandes maestros en temas como la Anunciación, la propia Pasión de Cristo, la Resurrección, así como Santos y Mártires.

       El color se hace otro recurso estilístico enormemente sugerente a la hora de evocar estas pasiones. Viola utiliza un formato de vídeo que genera una imagen hiperrealista, con colores muy nítidos y contrastados, una gama cromática de gran expresividad que a su vez vuelve a remitir a la historia de la pintura, en especial los colores de la pintura religiosa de los flamencos e italianos de los siglos XV y XVI.

        Asimismo utiliza otros recursos pictóricos, como la forma de presentar a las figuras en primer plano, que junto con las expresiones de los rostros y el desarrollo de gestos y miradas establecen una fuerte conexión con el espectador, como ha ocurrido a lo largo de la historia del retrato. Pero a diferencia de la pintura tradicional, las figuras de Viola se mueven y "padecen" a cámara ralentizada, ofreciéndonos una nueva capacidad de la imagen para transmitir, evocar y devolvernos la mirada.

Hall os Whispers, 1995, Bill Viola

        Los últimos recursos de las obras de Viola son el sonido y el tiempo. Las imágenes, cargadas de intensidad y emoción, son contempladas en absoluto silencio, de nuevo total concentración en las pasiones, y el tiempo que requieren las obras para observar el movimiento nos llevan a olvidar, no hay ninguna otra cosa durante esa contemplación, hasta el momento en que la obra nos devuelve a nuestro propio yo, cuando ya ha generado un sentimiento en nosotros mismos desde el flujo empático que nos envuelve apenas sin darnos cuenta.

        Desde sus comienzos, la obra de Bill Viola está enfocada a esa búsqueda de autorreflexión y expresión de lo humano. Tras los primeros vídeos de carácter experimental, vinieron las experiencias en relación con el paisaje, como Chott el Djerid, 1979, en el desierto tunecino. A partir de sus viajes por Europa, Estados Unidos y Asia, y sus estudios sobre etnología y misticismo oriental y la literatura de los místicos occidentales, va a dirigir su producción del mundo exterior a visiones cada vez más interiores.

        Según el mismo Viola explica, la cámara de vídeo se convierte en un ojo que puede dirigir hacia lo inaprehensible, el vídeo permite captar la realidad y el mundo que se oculta detrás de la apariencia de las cosas, y al mismo tiempo recrear metáforas. Paulatinamente, de la vida exterior Viola se sumerge en lo interior, en una exploración de los límites entre la conciencia, la realidad, el sueño y la inconsciencia. Como se explica en el Catálogo de la Exposición Más allá de la mirada. Imágenes no vistas, Viola se adentra en el análisis de la percepción como algo preconstruido, reflexión sobre la selección de la mirada y sobre todo el condicionamiento de ideologías, creencias, visiones del mundo, costumbres y tradiciones. Mediante el vídeo, gracias a la manipulación de las imágenes, el artista puede oponerse a esta predeterminación de la mirada sobre el mundo, transgredir la percepción y conseguir nuevas maneras de ver. El paso siguiente en la trayectoria de Viola será la aplicación de todas estas teorías a una temática espiritual y mística, el paso al ámbito del inconsciente, el sueño y la evocación en frontera con lo racional, la autorreflexión sobre sus propias angustias, miedos y deseos, finalmente la reflexión sobre lo que John Walsh denomina "los grandes temas": el nacimiento y la muerte, las relaciones entre el hombre y la naturaleza, las relaciones sociales y los estados del alma.

First Light, 2002, Viola

        Su obra Tríptico de Nantes (1991), refleja estas preocupaciones: en el panel izquierdo aparece la grabación en vídeo de un parto, un nacimiento real, mientras que en el panel derecho aparece la madre del artista agonizante en su lecho de muerte. El panel central está ocupado por una figura masculina sumergida en el agua, incierta, entre lo real y lo que se desvanece. El agua tendrá gran importancia en toda la producción de Viola, frecuente su papel entre la purificación y la destrucción. También es John Walsh quien nos proporciona la vivencia de Viola que podría explicar esa presencia: "Tenía diez años", estando de vacaciones con su familia se cayó de un flotador y se hundió. "No tuve miedo. Estaba presenciando este mundo extraordinariamente bello con una luz que se filtraba desde arriba ... Era como el paraíso. Ni siquiera sabía que me estaba ahogando ... Por un instante, fue como un momento de gracia absoluta".

Heaven and Hearth. Viola        La misma temática ofrece Heaven and Earth, 1992, donde aparecen en pantallas enfrentadas, reflejadas una en la otra, su madre muerta y su hijo recién nacido, o The Sleepers, formada por siete monitores con personas sumergidas en bidones de agua, entre la inconsciencia y la autoconciencia. Los personajes de esta obra se integran en una referencia a personajes de El Bosco. En estas obras de los años ´90, comenzamos a encontrar esas influencias de los pintores del pasado: alusiones también a William Blake, directamente a Goya en The Sleep of Reason, y definitivamente en la pintura devocional flamenca, los frescos italianos renacentistas y el barroco español de pintores como Ribera, que abrirán el camino a Las Pasiones.

        También se integran progresivamente en esas obras las influencias de la mística islámica y cristiana, el budismo y filosofía Zen. Room for Saint John of the Cross, 1983, recrea la pequeña estancia en la que estuviera encerrado San Juan de la Cruz; sobre la mesa se disponen unos objetos que nos recuerdan los bodegones del Barroco, y sobre la pared se proyectan una serie de imágenes de paisaje. El conjunto crea un ambiente para la meditación, si bien el concepto de misticismo en Viola se centra en lo humano, y no en lo divino, como proceso de interiorización para llegar a un estado de equilibrio desde el enfrentamiento a sí mismo, un camino que lleva sin duda a las emociones.

The Crossing. Viola        The Crossing, 1986, incluida en la Exposición de la Caixa, sirve de punto de inflexión a estas reflexiones. En una habitación oscura, dos paneles idénticos enfrentados, dispuestos en simetría. Un hombre avanza desde el fondo de la imagen, corriendo a velocidad ralentizada, hasta situarse en el primer plano. Unos de los paneles comienza a caer agua desde la parte superior, en el opuesto el fuego comienza a arder en la zona inferior. También la iluminación es contrapuesta, oscuridad en el fuego y luz en el agua. Poco a poco, el agua cae más fuerte y el fuego envuelve al personaje que abre los brazos en ambos, queda atrapado y finalmente desaparece an ambas escenas. También el espectador queda implicado, especialmente por el sonido del agua y el crepitar del fuego, cada vez más fuertes, emocionantes a ambos lados. Se diría que con el personaje hemos recorrido ese movimiento, dejando atrás algo, un viaje que acaba en desmaterialización a través del agua y el fuego y finalmente la purificación y el equilibrio en el silencio. Son claros los simbolismos referidos a rituales místicos, a los ritos con elementos naturales del agua y el fuego, el cielo y el infierno.

Five Angels for thew Millennium, 2001, Bill Viola  Viola Water

        La culminación de todas estas ideas llega en la obra de Viola con Las Pasiones, realizadas a partir del año 2000, al concentrarse en la representación de las emociones. En La Caixa, junto a The Crossing, se exponen 12 videoinstalaciones que investigan su expresión, como aludíamos al principio, a través de una estética basada en la pintura religiosa pero con personajes cotidianos.

Six Heads, Viola        La primera obra que encontramos es Six Heads (2000), imagen con la representación simultanea del rostro de un mismo hombre expresando diferentes emociones. Esta obra se asemeja a los estudios y bocetos de cabezas y partes del cuerpo utilizados por los pintores tradicionales, que utilizarían después como repertorio en sus composiciones narrativas; sin embargo el hecho de que las imágenes se muevan aportan cierto carácter inquietante, más aun al tratarse del mismo rostro simultáneamente.

        El discurso expositivo gana en intensidad al llevarnos a la siguiente obra, El Quinteto de los Atónitos. Esta vez son cinco los personajes que nos muestran sus pasiones, relacionados entre si por la composición, pero aislados a su vez en sus propios sentimientos. Los cinco rostros van pasando por lo que Viola llama "arcos de intensidad", sufriendo diferentes intervalos de fuerza en la emoción a la vez que se crea una atmósfera especial entre ellos. La ralentización de las imágenes permite apreciar los mínimos cambios de expresión y los gestos, y el silencio contribuye a intensificar la emoción, formando una fuerte conexión empática con el espectador, creando una experiencia subjetiva. Cada actor refleja una emoción diferente y dirige su mirada hacia puntos distintos, pero todos viven en común esas oleadas emocionales, envolviendo en ella al espectador. El quinteto está basado en la capacidad expresiva de los personajes-grupo en el cuadro La Adoración de los Magos de Andrea Mantenga, y queda algo de los colores y expresividad de Van der Weyden. Se mantiene la espiritualidad de los cuadros renacentistas, pro las vestimentas contemporáneas y el movimiento en la expresión de las emociones contribuyen a la cercanía y empatía con el espectador. Lo mismo ocurre en la sala siguiente con Man of Sorrows (2001).Man of Sorrows, Viola El rostro doliente de un hombre representado en busto transmite con absoluta franqueza el dolor y la pena que tantas veces hemos visto en los cuadros sobre la Pasión de Cristo o en las imágenes de la Virgen, como las Dolorosas de Tiziano. El propio Viola retoma esa temática con el misma nombre en Dolorosa (2000), díptico donde un hombre y una mujer expresan una extremada tristeza, los ojos llenos de lágrima, sin mirarse el uno al otro ni al espectador.

        También Anima (2000) representa la tristeza, la alegría, la ira y el miedo en diversas gradaciones a través de los gestos y el movimiento sumamente lento, que acoge todos los matices. La eficacia de estas obras consiste en conservar el misticismo y el hondo sentimiento de la pintura tradicional, pero con personajes estrictamente actuales que exhiben sus emociones sin ningún filtro, provocando en nosotros una empatía y con ello invitándonos a buscar en nosotros esas pasiones.

        En ninguna de las obras conocemos la historia que ha llevado a esa emoción; como decíamos, la falta de narración concentran toda la atención en los sentimientos. The Locked Garden (2000) es quizás una de las únicas piezas que nos ofrecen alguna alusión narrativa, acaso en el título. Aquí el hombre y la mujer aparecen como díptico expresando la ira y el dolor gradualmente; cobra especial importancia la mirada, dirigida primero fuera del cuadro y después directamente al espectador, involucrándonos. De este modo, algo exterior parece provocar las emociones. En contraposición, Silent Mountain (2001) muestra como la expresión de las emociones proviene directamente del interior de los personajes. En esta obra, en mi opinión culmen de las Pasiones, los personajes, de nuevo una mujer y un hombre, sufren una explosión desde el interior; comienzan como una imagen serena, que pasa poco a poco al dolor ... después la explosión e infinita tristeza al retorcerse los cuerpos y ruptura en el grito, finalmente sosiego. En esta obra la expresión corporal y emoción del rostro se hacen imprescindibles, adquiriendo una enorme capacidad introspectiva, recordándonos como una sola emoción interior puede sacudirnos.

        También el hombre y la mujer contrapuestos esta vez de forma inversa, uno sobre otro como una imagen especular con centro una vez más en el agua, se enfrentan a la autodestrucción en Surrender (2001). Ambos se abaten doloridos sobre el agua en tres ocasiones sucesivas, creando una serie de ondas visuales en el agua que acabaran desmaterializando sus propias figuras, resultando imágenes distorsionadas que se convierten en la metáfora de sus propias emociones internas. De nuevo la presencia del agua, simbólicamente puente entre lo físico y lo inconsciente. Tanto en Silent Mountain como en Surrender se podría hablar de la importancia de las postimágenes, que quedan como vibraciones en la retina del espectador. Silent Mountain, Viola Después de tan intensa carga emocional a través de las salas, Four Hands, son un bálsamo. Se trata de cuatro paneles con representaciones de manos: niñez, juventud, madurez y vejez expresando distintas emociones con las manos, a distintos ritmos y cadencias. La imagen en blanco y negro, y las manos mostradas con reflejos metálicos, aportan calma a través de sus luces y texturas.

        Frente a la simplicidad y austeridad de las obras comentadas, encontramos en Las Pasiones dos obras que muestran una mayor complejidad en cuanto a su composición y referencias iconográficas, creadas a través de una verdadera realización cinematográfica. Observance (2002) muestra en un panel estrecho, de formato vertical, un serie de personas que se acercan al primer plano de la imagen reflejando un profundo dolor y estableciendo diversas relaciones entre ellos. Las miradas se centran en algo situado fuera del cuadro, según indicaciones de Viola a los actores, "se acercarían para mirar algo que preferirían no ver ... para decir adiós a alguien que les había abandonado". Las figuras desfilan en un formato opresivo, que hacen la escena todavía más conmovedora y expresiva, 18 personajes que muestran diferentes expresiones ante la muerte.

        La otra obra de estas características sería Emergence (2002). Basada en una obra de Masolino, siguiendo la estética de pintores como Giotto, Duccio o Massaccio, a través del color y la composición equilibrada mediante formas geométricas (triángulo de la composición formada por los tres personajes y rectángulo con la cruz en el centro de la imagen), se desarrolla una escena que entrecruza los pasajes del Entierro de Cristo y la Resurrección, así como el Llanto sobre Cristo muerto. Permanece la espiritualidad, pero ya no en un sentido religioso. Resulta emocionante el resurgimiento del cuerpo blanco, como mármol, una vez más del agua, y cómo es recogido, sustentado, abrazado y llorado por las figuras femeninas, en un ambiente de tristeza contenida.

Emergence, 2000, Viola

        Finalmente, como epílogo la obra Catherine´s Room. La habitación de Catalina guarda relación con el misticismo y recogimiento interior que había explorado con San Juan de la Cruz. En esta ocasión divide la obra en cinco escenas, que representan las tareasa cotidianas de Catalina en distintas horas del día, inspirada en una predella del retablo italiano con cinco escenas de Santa Catalina de Siena, pintadas por Andrea di Bartolo en el siglo XV. Pero no es el quattrocento la única referencia estética; el silencio y la sobriedad de las habitaciones, llenas no obstante de espiritualidad, recuerdan a la Anunciación de Simone Martini o de Dirck Bouts en la pintura flamenca, tema que interesa a Viola especialmente por lo que tiene de comunicación de un mensaje más allá de las palabras.Catherine's Room, 2001, Viola También hay reminiscencias de la quietud y atemporalidad en lo cotidiano de las escenas de Vermeer, e incluso podríamos encontrar la influencia del almendro en flor de Van Gogh en la rama que asoma en la pequeña ventana del cuarto, cambiante con la luz según las horas del día. Junto con el sentido místico en la realidad de las escenas hay una extraña belleza, a través de los colores, en especial en la habitación en la que Catalina enciende las velas, su figura a contraluz en el espacio cálidamente iluminado. Y en todas las escenas de nuevo el tiempo, y el silencio, llevando a un estado de equilibrio espiritual.

        Las Pasiones de Viola se mueven en definitiva entre lo lejano y lo cercano, entre la tradición pictórica e intelectual y los más próximos sentimientos humanos. Viola se ha remitido a nuestra tradición visual para desnudarla, ha recurrido a la historia del arte para despojarla de su mensaje religioso, sus códigos pictóricos y sus narraciones para convertirla en pura acción expresiva, el arte como experiencia puramente subjetiva, señalando directamente a nuestro interior.

        Creo que se pueden señalar diversos precedente, pinturas en las que prevalece una determinada emoción sobre el mensaje, como en Miguel Ángel, Tiziano o Rubens, pese a que se ciñan a una iconografía bíblica o mitológica, u otras escenas religiosas como la Piedad de Van Gogh o las pinturas expresionistas de Emil Nolde, ya prácticamente prescindiendo del tema a favor de la expresividad subjetiva, y de ahí a prescindir de la forma en el Minimalismo. Bill Viola habría dado el paso siguiente, las emociones sin más, al margen de historia o narraciones, llevando al espectador sobre sí mismo, las pasiones sin más implicaciones, camino de ida y vuelta de siglos para abrir una nueva dimensión para el arte.


BIBLIOGRAFÍA

- Catálogo de la Exposición Más allá de la Mirada. Imágenes no vistas. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1993.
- Catálogo de la Exposición Las Pasiones. Sala de Exposiciones de La Caixa, Madrid, del 5 de febrero al 15 de mayo de 2005.

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15 de marzo de 2005

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