La comunidad cultural hispana

Por Joaquín Mª Aguirre, * Editor-director de Espéculo
(Madrid. España)

Joaquin M. Aguirre

Para comprender el papel de las revistas culturales digitales es necesario entender el contexto de crisis cultural en el que nos encontramos. Nos encontramos inmersos en un escenario en el que la cultura es vaciada de sentido en beneficio de unas formas de consumo que devienen espectáculo.

La cultura puede ser entendida como tradición y como comunicación. Como tradición es un diálogo con el pasado; como comunicación es un diálogo en el presente. Por ambos lados, la cultura es diálogo, es decir, la comunicación, por cualquiera de los medios disponibles, le es consustancial.

Desde el siglo XVIII, las revistas han entrado a formar parte importante de la cultura en la medida en que ha sido escenario de diálogo y vehículo de transmisión. Desde ese mismo siglo, las revistas forman parte importante del "proyecto ilustrado", es decir, no se trata sólo de crear cultura, sino de difundirla hasta los confines del sistema social como parte de unos ideales de mejora social y personal.

En el caso que a mí me atañe, el de las revistas digitales académicas, debo señalar que siempre las he considerado -y como tal he contribuido en la medida de mis fuerzas a tratar que así fuera- como una forma de romper las barreras de las aulas universitarias y de hacer llegar lo más lejos posible aquellas formas culturales, en el sentido más amplio, que se debaten en el mundo académico.

En el último siglo se ha producido un cambio importante en la figura de los intelectuales. El intelectual, fuertemente vinculado con la academia, no sólo es una figura pensante, sino alguien que abre debates en el seno social, ayuda al mejor autoconocimiento de las sociedades mediante el ejercicio de su conciencia crítica. Los cambios en la academia -principalmente la superespecialización, el enfoque pragmático-economicista de la enseñanza y la necesidad de captación permanente de recursos- han supuesto la pérdida de la función de los intelectuales que han sido sustituidos por los "expertos". La academia hoy no produce intelectuales, sino expertos (C. Lasch), individuos fragmentados, conocedores de parcelas mínimas y que sólo entablan diálogos con sus pares o a instancia de los que demandan sus dictámenes.

Si consideramos la crisis cultural y la variación de la figura del intelectual hacia la del experto, se hace necesario sacar a la academia de su aislamiento y promover las formas de comunicación entre la academia y la sociedad. Las revistas digitales académicas, al insertarse en la gran red mundial, permiten el acceso de millones de documentos que de otra manera quedarían aislados; permiten abrir nuevas formas de diálogo cultural y establecer nuevos niveles de crítica. Si la academia se cierra, si se aísla, la academia traiciona su ideal ilustrado de extensión del conocimiento y del mantenimiento del debate imprescindible para la mejora social.

Las publicaciones académicas son, por otro lado, formas de regular los campos profesionales. La imposición de ciertos tipos de reglas, determinan el tipo de producción que se puede producir. La tendencia en los últimos años ha sido imponer las normas de los campos de las Ciencias físicas a las Humanidades y las Ciencias sociales. Esto ha condicionado la producción intelectual que se ha visto dirigida en sus formas y contenidos. La tendencia a reducir el número de revistas en cada campo para reducir los costes ha llevado a elevar sus costes y también su poder y el de los que están tras ellas. Ha favorecido tendencias y ha eliminado oponentes. Lo que tiene cierta lógica en los campos de algunas ciencias cuyos resultados tiende hacia formulaciones convergentes, se ha vuelto completamente ilógico y contraproducente en el campo de las Ciencias Sociales y las Humanidades que son campos en los que la divergencia es consustancial a su dinámica interna. La tendencia reduccionista en estos campos es nefasta: tiende al pensamiento único, elimina el diálogo y fortalece a grupos, sectores o tendencias que tienden a evitar el surgimiento de discrepancias intelectuales. No dejemos de mencionar la tendencia -necesaria en ciertos campos- a utilizar lenguas francas, comúnmente el inglés, con los cual se evidencia la desconexión social del mundo académico. Ya no se escribe para crear cultura, sino para sumar puntos en la carrera académica. Esto, en el campo de Humanidades y Ciencias sociales, es muy grave.

Las revistas digitales académicas han podido sustraerse a ciertas tendencias reduccionistas, pero si quieren recibir "reconocimiento" deben plegarse a las normas antes señaladas, con lo cual lo que ganaban en libertad de comunicación y difusión, lo pierden.

Revista Digital Especulo

Las revistas digitales son, en muchos casos, consideradas como vehículos de segunda categoría para el pensamiento y la investigación académicos. Por eso, las mismas instituciones académicas tienden a digitalizarlas tras haberlas consolidado ("prestigiado") con una primera versión material, en papel. De esta forma se duplica el soporte simplemente porque lo digital no es tenido en cuenta a la hora de valorar los méritos del investigador. Se produce aquí una cierta paradoja: la versión material recibe los méritos institucionales, mientras que la versión digital, aquella que circula con profusión a través de las redes y es consultada, trae el prestigio de la lectura. Lo único que está haciendo cambiar esta situación es la carga económica que supone para las instituciones la producción material de revistas. Sin embargo, el peligro está en que no se reduzcan los costes, sino el número, algo que está ocurriendo. Los grupos de investigadores prefieren que exista una sola revista impresa en muchas ocasiones antes que muchas digitales.

Lo cierto es que el mundo académico es cada vez más burocrático, menos espontáneo, más pendiente de las financiaciones que de otros problemas externos. Se ha convertido en un mundo que mira más hacia sí mismo que hacia la sociedad y eso no es bueno. Esta tendencia uniformadora, dirigista y reduccionista se ha ido acrecentando en los últimos años hasta extremos difíciles de asumir de forma callada distorsionando la producción intelectual. Diseñamos nuestras investigaciones con un ojo puesto en la financiación.

Algunos de los efectos de estas tendencias uniformadoras son:

a) Mayor desconexión social del mundo académico.

b) Aumento del poder de los grupos que tienden a imponer sus propios intereses.

c) Reducción de la crítica y sumisión a un sistema cada vez menos coherente.

d) Reducción de la diversidad cultural.

La posición de España, por otro lado, es compleja. Nuestra unión lingüística y cultural con América y nuestra posición europea no son siempre fáciles de conjugar. Nos encontramos con que nuestras revistas tienen sus lectores en América, pero los financiadores de las investigaciones están en Europa. El mayor número de lectores de las revistas culturales hispánica (españolas y americanas) se encuentra en los Estados Unidos cuya población de habla hispana se lanza hacia la cultura que se le ofrece en su propia lengua. México, Argentina, Colombia... les siguen en número de lectores, y se suma Brasil, un entusiasta lector con un enorme potencial de futuro. En Europa podemos encontrar también lectores, siendo la mayoría personas originarias de América o España.

La existencia de este espacio lingüístico es un auténtico privilegio cultural que debemos cultivar con profusión. Esto no debe quedar en una política de gestos, sino en una política de realidades que, a tenor de lo que vemos, es más fácil que hagan las redes ciudadanas, la 'república hispana de las letras' que las instancias políticas que tienden a perder su interés conforme llegan a sus fronteras. La comunidad cultural hispana es una realidad y una de las más ricas. El papel que las revistas culturales juegan es capital porque están asentando unas vías fluidas de intercambio que produce una fecunda realidad híbrida América-España. Será en beneficio de todos.


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* JOAQUÍN MARÍA AGUIRRE, España. Profesor Titular del Departamento Periodismo III (Universidad Complutense de Madrid). Doctor en Ciencias de la Información por la UCM. Es fundador y editor de Espéculo. Revista de estudios literarios, publicación digital creada en 1995. Ha publicado diferentes estudios y ensayos sobre el desarrollo de la Sociedad de la Información y sobre la aplicación de las Nuevas Tecnologías de la Información a la enseñanza.



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20 de septiembre de 2008

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