¡Qué risa, todos morían!

Por Guillermo Roz (*)
Madrid, España

Portada Bonitos Crímenes

Hacen falta dos elementos básicos para saber hacer humor: 1. Sacar a una cosa de su ámbito natural (un político en la jaula de los leones) 2. Saber describir lo que se desata cuando la cosa es sacada de dicho ámbito. El escritor y periodista colombiano Alexander Prieto Osorno (Líbano, centro de Colombia, 1962) conoce y pone en práctica estas dos máximas y genera con sus Bonitos crímenes (Mirada Malva 2009), un volumen desternillante.
Once cuentos, pertenecientes a seis categorías (salud, economía, personajes, cultura, política y espectáculo), y que, en la realidad a la que invita el compendio, no son más que artículos generados por la surrealista Asociación de Periodistas Objetivos APO. Esta asociación denigrada por su gremio, en nombre de su director André Gonstern, oferta al mismísimo Prieto Osorno ("por deudas de juego y amor") a publicar estas historias, nos explica el autor a manera de prólogo en su "Advertencia".

El bonito crimen de informar y desinformar

¿Quién no ha finalizado un artículo de periódico deseando encontrarse cara a cara con el firmante del mismo, con ganas de asesinarlo? Cada uno de los textos presentados en el volumen, podría formar parte de aquellas experiencias que todos padecimos.

El modo en que "la noticia" ha llegado al gran público en los últimos treinta años, los de más desarrollo de tecnologías y medios, ha cambiado por completo la manera de entender la realidad, y de asimilar el oficio del periodismo. Prieto Osorno, un hombre de dos épocas y dos espacios (no olvidar que reside desde hace diez años en Madrid), pone en juego a través de la ironía filosa y del humor más circense, los complejo asuntos de "cómo transmitir", "qué es una noticia". Tanto en las líneas llegadas desde la innoble agencia de Periodistas Objetivos, como la de las otras crónicas presentadas, el libro desanda los caminos de la narrativa periodística más prototípica, la que muchas veces suena a radio antigua, aquella que de sólo escucharla nos obliga a "creerla". Y allí está el acierto, en el modo. Como si el disfraz periodístico todo lo soportara. Como si las posibilidades de contar una verdad tuvieran que necesitar, sí o sí, del formato único, del "periodismo objetivo", de los clichés con los que nos hemos educado.

Podríamos decir que Prieto Osorno construye una pareja cómica de esas en donde hay un personaje serio (el modo en que se narra), quien da pie al remate para la carcajada del clown (contenido).

Locos, suicidas, periodistas

La trenza de escritos con que se montan estos bonitos crímenes, obligan a degustarlo de a poco, como ocurre con los cuentos breves más certeros. Nos encontraremos con un viejo suicidado con un hacha en la espalda, un domador de zapatos, un magnate de purgantes afrodisíacos y un candidato presidencial que anuncia en su campaña que robará todo lo que pueda durante su mandato, para no engañar como sus predecesores.

Esto y mucho más, una crítica irónica a la labor periodística, un compendio de la risa inteligente, hilvanada por la prosa limpia y eficaz de Alexander Prieto Osorno.

Ficha completa del libro Lee las primeras 20 páginas en PDF

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20 de junio de 2010

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