José Emilio Pacheco: La poesía en el museo (1)

Por Concepción Bados Ciria (*)
Universidad Autónoma de Madrid

jose Emilio pacheco

Con ocasión de la entrega del Premio Cervantes de Literatura 2009 a José Emilio Pacheco, la Universidad de Alcalá organizó la exposición El mar no tiene dioses. Se trata de una magna ocasión para hermanar la poesía con la ciencia, la palabra poética con la naturaleza en su más deslumbrante biodiversidad. No podía ser de otra manera, conociendo la pasión del poeta mexicano por la zoología más diversa, uno de los motivos que ha inspirado su magnífica trayectoria como escritor. En efecto, junto a los poemas de Pacheco que celebran animales, a modo de un tratado de zoología, se despliega una serie de ejemplares-sapos, erizos, mariposas, ratones, ostras, murciélagos, peces, cangrejos, gatos-provenientes del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ante los ojos del visitante se muestran diversas especies, convertidas en piezas de museo por arte y gracia de la taxidermia y otros procesos de conservación, para celebrar la sensibilidad del poeta frente a una variedad de criaturas marinas o terrestres. A su lado, para ilustrarlas mediante la palabra, y tornarlas, de nuevo, en seres vivos y familiares, se hallan los poemas de Pacheco, ofreciendo una visión personal, curiosa y exquisita de los distintos animales que han sido su objeto de íntima admiración, a la vez que de inspiración en su trayectoria poética.

La descripción del erizo expresa individualidad y ausencia: "Zarza ardiente en el mar, perpetua llaga/ resiste la tormenta en su lecho de espinas. Es una esfera/cuya circunferencia está en el vacío./ Es una isla/ asediada de lanza por todas partes./ Soledad del erizo, martirio eterno/ de este San Sebastián que nació acribillado" (82).

El sapo es representado en tragedia insoslayable: "Es por naturaleza indeseable./Como persiste en el error/de su viscosidad palpitante/queremos aplastarlo./Trágico impulso humano: destruir/lo mismo al semejante que al distinto" (84).

De los murciélagos, la voz poética extrae representaciones polivalentes, perturbadoras: "Por supuesto es un ángel caído. Ha prestado sus alas y su traje (de carnaval) a todos los demonios./La noche es la caverna de su vuelo en tinieblas./Odia al sol. La melancolía es el rasgo que define su espíritu./Como nosotros, vive arracimado y es una cara anónima en la masa" (77).

Los peces muertos son recordados de esta guisa mientras el poeta evoca sus ojos: "A la orilla del mar la curva arena/y una hilera de peces muertos./Como escudos después de la batalla./Sin vestigio de asfixia ni aparente/putrefacción. / Joyas pulidas por el mar, sarcófagos, /encerraban su propia muerte" (69).

A los cangrejos, el poeta les tiene reservadas imágenes potentes y sobrecogedoras: "Caminantes oblicuos,/en la tenacidad de sus dos pinzas/sujetan el vacío que penetran/sus ojillos feroces como cuernos/. Nómadas en el fango y habitantes/en dos exilios:/extranjeros/ante los pobladores de las aguas/ y ante los animales de la tierra./Trepadores nocturnos, /armaduras errantes, /hoscos, pétreos, eternos fugitivos, siempre rehúyen la inmortalidad/ en imposibles círculos cuadrados" (89).

Premio Cervantes

Como colofón a una exposición que aúna palabra, ciencia y tecnología, no podía faltar el poema que ensalza al microscopio, objeto imprescindible que hace visibles la armonía y precisión de la naturaleza en su biodiversidad. Así lo celebra José Emilio Pacheco: "El microscopio me engrandece. Veo/Multitudes, batallas, grandes éxodos./La vida que se mueve siempre en combate./Y en todas partes el dolor y el miedo./Sin ayuda de la óptica electrónica/Otros ven nada más/Una gota de agua o un corpúsculo/ De tierra en que no hay nada" (91).

Completando la exposición, el visitante halla documentos visuales referidos al autor y a la Ciudad de México, esta última reconstruida mediante las fotografías de Pablo Ruiz Monasterio y el poema México vista aérea: "Desde el avión ¿qué observas? Sólo costras/ pesadas cicatrices de un desastre/Sólo montañas de aridez, arrugas/ de una tierra antiquísima, volcanes./ Muerta hoguera, tu tierra es de ceniza./ Monumentos que el tiempo erigió al mundo, /mausoleos, sepulcros naturales./" Pacheco representa una Ciudad de México impregnada de cultura ancestral, de secretos milenarios y de presagios maravillosos; una ciudad, la del escritor, la cual, en definitiva, sigue cautivando y sobrecogiendo tanto a los que la habitan como a los que la visitan por sus inesperados aunque, no siempre, complacientes atractivos.

Poeta, narrador, traductor y guionista de cine, José Emilio Pacheco es miembro de El Colegio Nacional de México, desde 1986 y ha sido profesor en distintas universidades de Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Acreedor de los premios literarios más notables en el ámbito hispánico, el Premio Cervantes 2009 ha venido a culminar una brillante y versátil trayectoria literaria. Ha publicado los siguientes libros de poemas: Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1980), Los trabajos en el mar (1983), Aproximaciones (1984), La arena errante (1999), Como la lluvia (2009) y La edad de la tinieblas (2009). Su obra poética se ha recogido en diversas antologías, entre ellas: Tarde o temprano (1980), Ciudad de la memoria (1989), El silencio de la luna (1994), Bajo la luz del haikú (1997), Álbum de zoología (1998), La fábula del tiempo (2005), En resumidas cuentas (2005), Epitafio del fuego (2006), además de las reeditadas con ocasión del Premio Cervantes: Tarde o temprano (Tusquets) y Elogio de la fugacidad. Antología poética 1958-2009 (Fondo de cultura Económica-Universidad de Alcalá) publicadas en España en 2010.

La exposición celebrada en la universidad de Alcalá con motivo de la concesión del Premio Cervantes al escritor mexicano refleja la faceta humanista y cultural del poeta, al tiempo que celebra una consolidada trayectoria literaria, cuya fuente de inspiración es la naturaleza en su magnífica diversidad. Todo ello, como no podía ser de otro modo, gracias al maravilloso equilibrio entre lenguaje, memoria e inspiración.

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(*) CONCEPCIÓN BADOS CIRIA. Ensayista. Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Washington, trabaja como profesora asociada en la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, donde imparte clases de didáctica de la lengua y la literatura en lengua española. Es responsable del área de lengua española en la Organización del Bachillerato Internacional y habitual colaboradora del Centro Virtual del Instituto Cervantes. Sus áreas de investigación se centran en la enseñanza de la lengua y literatura en relación con los estudios de género y los estudios culturales.
Ha impartido cursos y seminarios como profesora invitada en Estados Unidos (Universidades de Washington (Seattle), Oregon (Eugene), Riverside (California), Túnez, (Universidad de La Manouba), Ghana (University of Ghana), México (El Colegio de México y Universidad Autónoma Metropolitana) y España (Universidad de Alcalá).
Es autora de cuatro manuales destinados a la enseñanza de la lengua y la literatura en español (Textos literarios y ejercicios I, II, III, IV, Madrid: Anaya: 2001), Literatura y cine (Santillana, 2001) y coautora de La mujer en los textos literarios: Antología didáctica, 2007 y Voces femeninas, 2008). Ha publicado más de un centenar de artículos y reseñas en diferentes revistas nacionales y extranjeras y ha traducido, del inglés, cuatro libros, entre ellos, Escritos (1940-1948) .Literatura y política, de George Orwell (Barcelona: Octaedro, 2001)

(1) El mar no tiene dioses. Homenaje a José Emilio Pacheco. Premio Cervantes 2009. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, 2010. La paginación de los poemas corresponde a esta edición.



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20 de junio de 2010

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