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Steven G. Kellman (español)

 Ilan Stavans y el Expreso Translingüe[1]

 

Por Steven G. Kellman[2]


 

Ilan Stavans concibió originalmente On Borrowed Words, sus reminiscencias publicadas en 2001, como un texto cuatrilingüe. Como declaró
a un entrevistador: “No estará sólo en inglés. La primera parte será en idisch; la segunda, en español; la tercera, en hebreo; y finalmente la cuarta, en inglés. En un universo perfecto –al menos perfecto como yo lo imagino– el texto debe comenzar en idisch y luego, lentamente como en un cuadro de Escher, las letras se convertirían en español, moviéndose lentamente en el tapiz de la cultura hispánica, y de allí al Oriente Próximo y al hebreo bíblico: y finalmente se convertirá en inglés…”[3].

         Más ambiciosa que solemne, la declaración de Stavans no tiene la pretensión de la legendaria frase atribuida a Carlos V, el Sacro Emperador Romano Cristiano: “Hablo español con Dios, italiano con las mujeres, francés con los hombres, y alemán con mi caballo”. Sin embargo, no sólo llama la atención la fluidez multilingüe de Stavans, sino además hasta qué punto el lenguaje mismo es un tema central y permanente de su obra.

         Stavans subtitula sus reminiscencias A Memoir of Language, como si la trayectoria de su vida se comprendiera mejor en términos lingüísticos, como una serie de migraciones de una lengua a otra. “El español –escribió cierta vez– es mi ojo derecho; el inglés, el izquierdo; el idisch es mi entorno, y el hebreo, mi conciencia”[4].

 Tanto como lo son Carlos Fuentes, Octavio Paz y otros “puentes” literarios acerca de quienes Stavans ha escrito, él mismo, al atravesar la frontera divisoria del Río Bravo o Río Grande, se ha convertido en el más prominente trasbordador cultural entre América Latina y América del Norte, entre judíos y gentiles, entre los eruditos y el público general. 

         Como editor y orquestador literario, Stavans es un vaso comunicante entre los escritores latinos, judíos y sefardíes, y un público lector raras veces conciente de su existencia. En Mutual Impressions: Writers from the Americas Reading One Another (1999), Stavans actúa de intermediario hemisférico, editando una colección donde escritores latinoamericanos comentan a otros de América del Norte, y los norteamericanos escriben sobre los del Sur. Además se mueve con igual comodidad en un aula universitaria y un estudio de televisión.

         Como escritor, Stavans atraviesa la brecha entre el español y el inglés; como lector, entre estos idiomas y el idisch y el hebreo.

 Su fascinación por la historia y la mecánica de los idiomas explica muchos de los libros de Stavans, incluidos no solo On Borrowed Words, sino también, de manera más que obvia, Spanglish: The Making of a New American Language (2003), Dictionary Days: A Defining Passion (2005), Love and Language (2007) y Resurrecting Hebrew (2008). 

         “Encuentro sumamente atractiva esa galería de palabras que es un idioma. Quiero conocer su origen, sus significados conflictivos, y el potencial que tienen para expresar una idea”, explica[5]

   Como crítico parece muy atraído por autores como S.Y. Abramovitch (Mendele Mopkher Sforim), Héctor Bianciotti, Joseph Brodsky, Elías Canetti, Ariel Dorfman, Alberto Gerchunoff, Fernando Pessoa, Richard Rodríguez, Esmeralda Santiago y George Steiner, quienes como él se han movido entre idiomas.
         Stavans ha difundido Locos (1936) y Chromos (1990), imaginativas pero olvidadas novelas, escritas en inglés por Felipe Alfau, un nativo de Barcelona que emigró a los Estados Unidos. Y ha traducido la poesía de Alfau en español al inglés para una edición bilingüe titulada Sentimental Songs: La poesía cursi (1992).

 Los ejemplos mejor conocidos de esta clase de migrantes lingüísticos son Samuel Beckett, Joseph Conrad y Vladimir Nabokov. En un estudio sobre Bianciotti, un argentino que escribió sus tres primeras novelas en español antes de adoptar el francés (“la lengua madre, reemplazada por la lengua esposa”[6]), Stavans llama a los tres “arrebatadores de lenguas”[7]

         La metáfora es imprecisa. “Arrebatar” es coger algo rápida e ilícitamente, pero muchos de estos autores translingües –que trabajan en más de un idioma, o en otro que no es el suyo de origen– no lo hacen para nada precipitadamente.
         Heading South, Looking North (1998), el libro de reminiscencias de Dorfman, narra los muchos años que su autor pasó tratando de reprimir alternativamente sus identidades española e inglesa, para finalmente entregarse a ambas. “Tuve que trabajar como un minero en su mina de carbón, arrancando todas mis oraciones inglesas a la noche oscura”, se quejaba Conrad refiriéndose al tormento de componer sus novelas en inglés, su tercer idioma después del polaco y el francés[8]. La meticulosamente reelaborada prosa inglesa de Nabokov no es ningún arrebato.
         Ni S.Y. Agnon, Chaim Nachman Bialik o Saul Tchenichovsky robaban a nadie cuando comenzaron a escribir en hebreo, una lengua antigua que todos ellos –desechando el idisch– adoptaron como forma de revivir contribuir con algo al nacimiento de una nueva identidad nacional.

Sea o no Stavans conciente de ello, la expresión “arrebatador de lenguas” recuerda el título de la novela de Claudine Herrmann Les Voleuses de langue (1976), traducida al inglés por Nancy Kline como The Tongue Snatchers.  Para Herrmann, el patriarcado reinante controla el lenguaje y, para usurpar el poder, las mujeres deben arrancar las palabras de la boca de los hombres y apropiarse de ellas para sus propios fines. 

         En cierto sentido, el acto de escribir es en general una afirmación y una demostración del poder, pero cuando Beckett escribió En Attendant Godot en francés, en lugar de hacerlo en inglés, su lengua nativa, lo que realmente hizo no fue saquear a Racine, sino purgar su propia prodigalidad verbal en un medio que eligió por su austeridad, alegando que “en français c’est plus facile d’écrire sans style”[9].

 Para comprender la tendencia de Stavans a considerar el translingüismo como un robo idiomático, resultará interesante examinar sus propias experiencias con el lenguaje. Repetidamente se ha autodefinido como un extranjero, desde su infancia en México, pasando por sus viajes en Israel y otros países, hasta su larga residencia en los Estados Unidos y su adopción de la ciudadanía norteamericana. 

     

     Stavans creció en un confortable enclave de clase media judía, en la ciudad de México, que describe como “un oasis, completamente desentendido de la realidad mexicana” [10]. Cuando enseñaba filosofía en la Universidad Iberoamericana, una institución de los jesuitas en el centro de la ciudad de México donde prácticamente todos sus compañeros eran gentiles y muchos, antisemitas, Stavans no era considerado mexicano sino judío.
         Cuando más tarde se mudó a los Estados Unidos, se convirtió en mexicano y se vio obligado a asumir una nueva identidad: “White hispanic”.
         Stavans se siente incómodo si se lo confina a una única identidad, a un único idioma. Pero, como señala, “la incomodidad puede ser una sensación agradable” [11]. La incomodidad –la alienación creativa– ha sido siempre la musa de Stavans. Su mirada desde un lugar intermedio entre culturas y entre idiomas ha facilitado su ostranenie –extrañamiento, alienación– que los formalistas rusos sostienen es el rasgo definidor de toda percepción estética y que impulsa la prodigiosa productividad de Stavans.
         Un individuo translingüe está obligado a prestar atención a las propiedades de las palabras y las expresiones que los hablantes nativos dan por sobreentendidas. Situado en un espacio entre el español, el idisch, el hebreo y el inglés, Stavans está en posición de percibir aspectos de cada uno de estos idiomas de una manera tal que un individuo monolingüe no siempre puede.

 Más aún, la incomodidad congénita de Stavans –su aguda percepción de ser judío en México, mexicano en los Estados Unidos, o escritor entre quienes no lo son– le impide sentirse integrado en cualquier cultura o lengua.

         “Sólo amo a mi país cuando estoy afuera y lejos de él”[12], reconoce; e incluso el referente de “mi país” resulta ambiguo. Su padre era un actor de teatro idisch en México, un extranjero en su entorno profesional, pero Stavans confiesa su propia alienación ante la actuación escénica. Reacio incluso a fingir que finge, se refiere a sí mismo a menudo como un “impostor”.

“Soy una copia, un instant replay, una sombra, un impostor”, confiesa. “Todo es un eco. Vivir es plagiar, imitar, robar”[13]. T.S. Eliot apostilló cierta vez: “Los poetas inmaduros plagian; los maduros roban”[14]. Ilan Stavans, un ladrón literario políglota, ha madurado hasta convertirse en un arrebatador de lenguas de extraordinaria energía, alcance y éxito.

  


[1] Traducido de Ídem (2012) Ilan Stavans and the Translingual Express, especial para Ómnibus, por Martín F. Yriart.

[2] Steven G. Kellman es profesor de literatura comparada en la Universidad de Texas-San Antonio, autor de The Translingual Imagination (2000), y editor de Switching Languages: Translingual Writers Reflect on Their Craft (2003).

 [3] Entrevista con Robert Birnbaum, enero 16, 2002. Identity Theory: www.identitytheory.com/ilanstavans.

[4] “Autobiographical Essay”, en Steven G. Kallman, Ed. (2003) Switching Languages: Translingual Writers Reflect on Their Craft (Lincoln, NE: University of Nebraska Press) 114.

[5] Neal Sokol e Ilan Stavans (2004) Ilan Stavans: Eight Conversations (Madison: University of Wisconsin Press) 19.

[6] Art and Anger: Essayson Politics and the Iimagination (Albuquerque NM: University of New Mexico Press: 1995) 205.

[7] “Tong Snatcher”, en Art and Anger: 204-209.

[8] Carta a Edward Garnett, agosto 28, 1908, cit. En C. Jean Aubrey, Ed. (1927) Joseph Conrad: Life and Letters (New York NY: Doubleday, Page and Company) 82.

[9] Niklaus Gessner (1957) Die Unzulänglichkeit de Sprache: Eine Untersuchung über Formzerfall und Beziehunglosigkeit be Samuel Beckett (Zurich: Juris) 32.

[10] “Autobiographical Essay”: 114.

[11] Resurrecting Hebrew (New York NY: Schocken: 2008) 15.

[12] “Autobiographical Essay”: 117.

[13] “Autobiographical Essay”: 122.

[14] Philip Massinger (1928)2 The Sacred Wood: Essays on Poetry and Criticism (London: Methuen) 125.


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