Plinio Chahín



            Plinio Chahín  (Santo Domingo, República Dominicana, 1959)



Poeta, crítico y ensayista —mistagogo para muchos—, ha atrapado justamente en el escenario del cuerpo la trayectoria del inquieto pensador que divaga, anatomía en mano, a través del amor, el deseo y el misterio místico. El volumen Narración de un cuerpo, publicado por la Dirección General de la Feria del Libro de República Dominicana, reúne tales indispensables andanzas del vate en dos colecciones inéditas: Narración de un cuerpo y Ragazza incógnita. Ambas se suman a los poemarios Hechizos de la Hybris (1998), Solemnidades de la muerte (1991), Consumación de la carne (1986) y Ojos de penitente (1998), en un libro provocador del pensamiento y el corazón, hogares del sentir, y cautivador del ojo del lector desde su mismo introito: una portada reveladora de la contundente imagen del iconográfico Egon Schiele, Muchacha desconocida.

 

 



6

 

La noche no es un espacio. Es una

amenaza de eternidad.

        -Gastón Bachelard-

 

Plena voraz absoluta como una bestia líquida

En esta noche del quejido

Una mujer equilibra duendes y arlequines

Sobre los triángulos azules de un rostro terriblemente hermoso

En tanto yo transfiguro

En tiernas manías los desdenes del íntimo deseo

Por los filtros más hondos de su piel

Así de tibio a sutil

De pálido a impúdico

Me abandono a despojos en su cuerpo adolorido

 

 

 

3

 

Purifica y fija tu tiempo en el movimiento de las cosas increadas

y absolutas

Apura en lo vital lo que nunca pensaste

Pues la vida fue creada por la pereza agónica de un hombre

Que plantó la Rosa sobre la planicie ígnea del deseo

Y luego la plastificó de misterio

Porque jamás pensó la Rosa (sí el misterio)

Cuando su tacto apaciguó sus formas de bestia

En un acto perfecto y tenue

Creado bajo el breve adjetivo de la noche

 

 

 

9

 

        A Alejandro Moliné

 

Sin convicción no hay principio ni final

Error que recordar cuando el otro nos lastima la existencia

Desde el residuo inmóvil de lo que aprendimos siempre

Y nunca olvidamos de memoria

Así lo dijo Buda

Ama al otro en su necesidad primordial

Mas no lo juzgues en su agonía

Reposa tus manos sobre él como el fruto apetecido

Por el Dios deseoso de solemnidad

Pues ¿qué culpa tiene el que nunca existió

Y sin embargo le duele la vida?

 

                [De Solemnidades de la muerte]