Zoé Jiménez Corretjer


            Zoé Jiménez Corretjer 
(San Juan, Puerto Rico, 1963)


Posee un doctorado de la Universidad de Temple en Filadelfia. Ha ofrecido charlas y conferencias en Estados Unidos, España, Colombia y Puerto Rico. Ha publicado varios libros: De CREACIÓN: Cuentos (2000) Poemanaciones (1992), Crónicas Interplanetarias (1991), Las menos cuarto (1985). De INVESTIGACIÓN: El fantástico femenino en España y América: Martín Gaite, Rodoreda, Garro y Peri Rossi. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2001. Es directora del Cuaderno Internacional de Estudios Humanísticos y Literatura (CIEHL). De próxima publicación, el poemario: Rosa Náutica, y la novela: Puerto Nube. Figura en varias antologías de literatura. Fue antologada por el reconocido crítico Julio Ortega en la Antología de Poesía Latinoamericana del Siglo XXI publicada por Siglo XXI en México en 1997. Figura además, en la Antología de Poesía Puertorriqueña de Rubén A. Moreira, en la Antología de literatura caribeña: Los Nuevos Caníbales de la Editorial Isla Negra y en la Antología de literatura puertorriqueña del Siglo XX de Mercedes López Baralt, entre otras. En el área de la investigación, ha publicado ensayos en distintas revistas de Puerto Rico y el extranjero. Como creadora se hallan varios ensayos críticos sobre su obra.

 

 

 

 

TIEMPO

 

Y el recuerdo

lento como un animal enfermo

va subrayándolo todo

gentes, larvas ensortijando formas

azar envenenando la mar

que rodeándonos de sales

pronuncia la tristeza encaramada

 

Escupo sílabas

fotos, imágenes conectadas

por un hilo negro que desangra el cerebro

 

Y el ronroneo se desplaza

como espuma en la boca

de la muerte

¿dónde se esconden los pájaros

cuando llueve?

¿dónde se pegará el estiércol de estas palabras?

¿qué alas anidarán mi espejo?

 

 

 

 

 

ANTIGUA VÍA

 

Yo quería contarte historias

de serpientes y de estrellas

y te vi valiente en tu nube

y solitario de vientos

 

Quise enseñarte las hebras

de mi voz y mi garganta

de ave

porque me creí de tu especie

y de tu piel

 

Me vestí de hierbas

y aluciné una espera llena de luz

pero tú reprochas mis palabras

de leche y miel

y no comprendes que estoy hecha

de cíclopes

que soy el eco de un viñedo

en flor

y que añoro corretear en los jardines del fuego

girando en flor entre caminos

y huertos teñidos

 

No comprendes que miro

el algodón con tristeza en la sangre

y busco piedras que edifiquen mis pisadas

más allá del este

más allá del volcán que nombramos

en el recuerdo

 

Yo te tomé de la mano sin ortigas en los dedos

para recorrer el hilo

de los cielos desnudos

para pintar rupestres los besos

de una antigua vía.

 



CANTAR DE LA MEMORIA

 

(Fragmento)

 

-I-
(Primer y único canto)

—El universo comienza en el corazón
del hombre.—
La metáfora es el lenguaje antiguo 
de los sabios.
La clave primera
la esencia de las cosas superiores
los secretos sagrados se escribían 
en piedra, 
en barro, en escrituras cuneiformes
tatuadas con el fuego,
incrustadas de señales, signos, arenas,
protozoarios celestes, meteoritos, lagunas,
árboles como letras griegas,
hálitos de supervivencia.
Por eso el hombre cantó por primera vez,
por eso la poesía nace de la tierra
y en el aire se consume estricta
en sus semillas condensadas y fértiles
donde están los árboles, los nidos, 
los huevos solitarios del rayo,
luz que alumbra la grieta del cielo
con sus notas de fuego.
El tiempo hace olvidar las canciones,
se nos enreda el ovillo de la vida,
nos perdemos en nuestros propios laberintos...
Son las guerras del desconcierto
porque hemos perdido la poesía.
Hay guerra y dolores en los pájaros
porque no sabemos traducir
el idioma de las piedras solitarias
y el recuerdo se vuelve
un megalito sin contexto
y buscamos las casualidades 
y los triunfos
en el camino de las coincidencias
y es cuando se vuelve todo 
una esperanza cálida
rostros circunflejos
quejas interjectas
líneas imperfectas
llagas y nudos sin interpretación.
Entonces,
aprendemos sólo a contemplar
las raíces
porque nada tiene sentido,
no entendemos el círculo.
Entonces nos echamos hacia atrás
en el almohadón del sueño
a ver el movimiento de las cosas,
a contar las hojas,
a mirar laberintos,
a ver y conocer el río que pasa
sin imagen alguna
solamente
el rastro de la hoja que se detiene 
en el viento,
solamente el agua y el reflejo
que se van y nunca mueren...
Nos queda contemplar la sombra.
Nos quedan los olvidos,
el rompecabezas de la historia
donde todo puede ser el eslabón perdido.
Estamos atrás,
distraídos en el eco de Darwin,
confundidos con la ciencia...
Nos miramos en el espejo del simio
porque al templo 
se le han caído los azulejos,
los signos, el número 
y no reconocemos el otro.
Las llaves no son ya las mismas.
La gente, 
el mundo,
vive confundido en sus miserias
y hay guerra porque se olvidaron
los lenguajes,
las palabras
quedaron enterradas,
polvo de cuevas,
granito, jarras sin vino
y un solo polvo, vacío,
dando vueltas 
en la arena de los siglos...