José Emilio Pacheco



        José Emilio Pacheco (México, 1939 - 2014)

Poeta, cuentista, traductor y ensayista. Uno de los autores claves de la literatura mexicana de los últimos tiempos. De sus poemarios destacan: Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), Irás y no volverás (1973), Los trabajos del mar (1984), La arena errante (1999) y Tarde o temprano (Poesía completa, 2009). De su obra narrativa: El viento distante (Relatos, 1963), Morirás lejos (Novela, 1967), El principio del placer (Relatos, 1972) y Las batallas del desierto (Novela corta, 1981). Destacan además sus traducciones de T.S. Eliot, Samuel Beckett, Oscar Wilde y Tennessee Williams, entre otros. De los diversos reconocimientos por su obra cabe señalar: el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1969), Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2003), Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca (2005), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes (2009). 

 

 

 

 

A QUIEN PUEDA INTERESAR

 

Que otros hagan aún

    el gran poema

los libros unitarios

    las rotundas

obras que sean espejo

    de armonía

 

A mí sólo me importa

    el testimonio

del momento que pasa

    las palabras

que dicta en su fluir

    el tiempo en vuelo

 

La poesía que busco

    es como un diario

en donde no hay proyecto ni medida

 

 

 

 

ALTA TRAICIÓN

 

No amo mi patria.

Su fulgor abstracto

     es inasible.

Pero (aunque suene mal)

     daría la vida

por diez lugares suyos,

     cierta gente,

puertos, bosques de pinos,

     fortalezas,

una ciudad deshecha,

     gris, monstruosa,

varias figuras de su historia,

     montañas

-y tres o cuatro ríos.

 

 

 

 

LA FLECHA

 

         No importa que la flecha no alcance el blanco

Mejor así

         No capturar ninguna presa

         No hacerle daño a nadie

pues lo importante

es el vuelo         la trayectoria          el impulso

         el tramo de aire recorrido en su ascenso

         la oscuridad que desaloja al clavarse

vibrante

         en la extensión de la nada

 

 

 


MAR ETERNO

 

Digamos que no tiene comienzo el mar

Empieza donde lo hallas por vez primera

y te sale al encuentro por todas partes