Octavio Paz


        Octavio Paz (México, 1914 – 1998)


Poeta, ensayista y traductor. Figura capital de la literatura latinoamericana del siglo XX. En 1937 asiste al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia (España). Entre sus obras destacan: Bajo tu clara sombra, No pasarán!, Raíz de hombre, A la orilla del mundo, Noche de resurrecciones, El laberinto de la soledad, El arco y la lira, ¿Águila o sol?, Libertad bajo palabra, Salamandra, Ladera este, Cuadrivio, Puertas del campo, Corriente alterna, El mono gramático, Los hijos del limo, El ogro filantrópico, Árbol adentro, La otra voz, Poesía de fin de siglo, La llama doble, Vislumbres de la India, entre otros. Por su obra obtuvo importantes reconocimientos como el Premio Cervantes (1981) y el Premio Nobel de Literatura (1990).






LA CALLE


Es una calle larga y silenciosa.

Ando en tinieblas y tropiezo y caigo

y me levanto y piso con pies ciegos

las piedras mudas y las hojas secas

y alguien detrás de mí también las pisa:

si me detengo, se detiene;

si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.

Todo está oscuro y sin salida,

y doy vueltas y vueltas en esquinas

que dan siempre a la calle

donde nadie me espera ni me sigue,

donde yo sigo a un hombre que tropieza

y se levanta y dice al verme: nadie.



    

BAJO TU CLARA SOMBRA


Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo

un cuerpo como día derramado

y noche devorada;

la luz de unos cabellos

que no apaciguan nunca

la sombra de mi tacto;

una garganta, un vientre que amanece

como el mar que se enciende

cuando toca la frente de la aurora;

unos tobillos, puentes del verano;

unos muslos nocturnos que se hunden

en la música verde de la tarde;

un pecho que se alza

y arrasa las espumas;

un cuello, sólo un cuello,

unas manos tan sólo,

unas palabras lentas que descienden

como arena caída en otra arena....

Esto que se me escapa,

agua y delicia obscura,

mar naciendo o muriendo;

estos labios y dientes,

estos ojos hambrientos,

me desnudan de mí

y su furiosa gracia me levanta

hasta los quietos cielos

donde vibra el instante;

la cima de los besos,

la plenitud del mundo y de sus formas.

     

    


COMO QUIEN OYE LLOVER


Óyeme como quien oye llover,

 ni atenta ni distraída,

 pasos leves, llovizna,

 agua que es aire, aire que es tiempo,

 el día no acaba de irse,

 la noche no llega todavía,

 figuraciones de la niebla

 al doblar la esquina,

 figuraciones del tiempo

 en el recodo de esta pausa,

 óyeme como quien oye llover,

 sin oírme, oyendo lo que digo

 con los ojos abiertos hacia adentro,

 dormida con los cinco sentidos despiertos,

 llueve, pasos leves, rumor de sílabas,

 aire y agua, palabras que no pesan:

 lo que fuimos y somos,

 los días y los años, este instante,

 tiempo sin peso, pesadumbre enorme,

 óyeme como quien oye llover,

 relumbra el asfalto húmedo,

 el vaho se levanta y camina,

 la noche se abre y me mira,

 eres tú y tu talle de vaho,

 tú y tu cara de noche,

 tú y tu pelo, lento relámpago,

 cruzas la calle y entras en mi frente,

 pasos de agua sobre mis párpados,

 óyeme como quien oye llover,

 el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,

 es la niebla errante en la noche,

 como quien oye llover

 es la noche dormida en tu cama,

 es el oleaje de tu respiración,

 tus dedos de agua mojan mi frente,

 tus dedos de llama queman mis ojos,

 tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,

 manar de apariciones y resurrecciones,

 óyeme como quien oye llover,

 pasan los años, regresan los instantes,

 ¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?

 no aquí ni allá: los oyes

 en otro tiempo que es ahora mismo,

 oye los pasos del tiempo

 inventor de lugares sin peso ni sitio,

 oye la lluvia correr por la terraza,

 la noche ya es más noche en la arboleda,

 en los follajes ha anidado el rayo,

 vago jardín a la deriva

 entra, tu sombra cubre esta página.