CREACIÓN‎ > ‎

Susana Szwarc

Microrrelatos de Distancia cero 
de Susana Szwarc



Desengaño

Hablaban con sus uniformes recién estrenados; decían que las cosas son tal cual son. Estaban a punto de señalar algo cuando de pronto con cada palabra comenzaron a salir unas pompas de las bocas. Crecían y explotaban. Se perdían en el aire. No se las veía más.
 
 
 
 Paisaje urbano

Sus pasos en el balcón terraza se aquietaron. Ve empequeñecida a la  gente que no va armada, el rictus de cansancio les desapareció. ¿Cómo desde esas alturas alcanza a ver el rictus? Rictus, dice y esas consonantes juntas ctct chocan contra la persiana y los dientes, los mueven y ahora ella se apoya en la baranda, se inclina. Se inclina más y un rayo de sol le entra justo en la boca abierta. Irresistible el viento. La está acunando, está segura de eso. El rayo le toca, ahora,  la boca del estómago. Le gusta tener bocas y vocales AEIOU, reclama y quiere alcanzar su propio rictus. Para eso tiene que estar abajo.  Se ondea como si fuera a saltar. Está saltando. Abajo, la cuneta aguada suaviza el ruido y el rictus. 

 
 
 El metro

Estoy, ahora, en el metro de Tirso de Molina en Madrid. Escucho una música, la reconozco, busco el vagón. Sí, el niño rumano es el mismo, un poco más alto, y la mujer que lo acompaña -su mamá supongo- está  más arrugada, las canas más grises. Comienzo a seguirlo, por momentos me confundo con la madre. El niño rumano no descansa nunca; temo perderlo porque salto rápido del vagón en una estación para ir al sanitario pero veo que la otra mujer también. El niño rumano, que no deja de tocar, nos espera en la puerta de un nuevo metro y seguimos así, digamos, bajo la tierra. Pasan los días, a veces algunos pasajeros nos dan galletas, chicles, caramelos y hasta gaseosas. No nos detenemos nunca, sólo a veces, para tirarnos sobre un asiento completo cada uno. No somos sólo los tres, hay otros. Con el movimiento del vagón nos despertamos.
Miro por la ventana, siempre andenes, paredes, carteles. De pronto reconozco una tonada, luego otra, hasta algunas facciones reconozco. Pregunto en qué estación estoy, Callao me dicen. 
Subamos un momento, les digo al niño rumano y a su madre con una voz que me sorprende, cansadísima y autoritaria a la vez. En la calle  parezco ser la única sorprendida: estamos en una esquina de Buenos Aires. Entramos al primer bar.
Miro con admiración al niño rumano que, ahora sí, deja su acordeón sobre una silla y pide un café con leche. Ha dado, otra vez,  su vuelta al mundo.
 
 


TEMPO 

Salió el sol. Es de día y parece de día. Nos sentamos sobre el mostrador, balanceamos las piernas.
Atardece, la luna es blanca, después amarilla fuerte, casi como la naranja que chupamos entre todos.
Se nota que es de noche.




PROFUNDIDAD

Él hablaba sin detenerse, casi gritando. Caminando de una punta a la otra de la habitación, luego de la otra punta a la primera y después en diagonal, corriendo los objetos que encontraba en su discurso.
-Eso, entendés, eso es lo que debes hacer: profundizar, profundizar. Te amare por fin en la profundidad.
Ella, que temblaba ante cada objeto que él movía, ahora se puso a llorar.
Él se detuvo un instante ante la imposibilidad de correr cierto objeto, por lo que ella aprovechó para hablar deteniendo a su vez los sollozos.
-No quiero hundirme en la profundidad. La oscuridad me da miedo. No soy un árbol. Si meto mis piernas en la tierra profunda será como no ver el sol. Me gusta corretear por la superficie. Pero si todo lo que pedís para amarme es la profundidad, te prometo morir y que mi tumba sea la más profunda de la tierra.



BALCANES, VOLCANES

Nací en un país que ya no existe, me dice y mira por la ventana como si lloviera con todo.
Me parece ver su tálamo herido, suena a instrumento musical. 
El húmero va cayendo. Las esdrújulas van cayendo. Los pájaros van cayendo.
Mira más la ventana. Ya no ve la lluvia. Va cayendo



MUSICALES

La guitarra se achica cuando llega el contrabajo. El guitarrista también. Después empieza a tocar y crece, crece. Entre las cuerdas de una y de otro parecen caer las gotas de saliva, de sudor. El bandoneonista baila con los dedos, el bandoneón se abre completamente. En el escenario garúa y las sílabas están a punto de chocar, yo de gritar. Acomodo la pollera larga y una parte cae sobre el tablado que enrojece, enrojece más. El cantante sangra, una nota se desfleca y entra en mi boca. Nos aclaramos.



Homenaje a Kafka


CAMINATA

-No me pises-dijo una vocecita en la plaza de Quitilipi.
-Samsa- murmuré- y me dispuse a besar tu corazón.
(Caparazón.)
El fantasma de Kafka brincaba deletreando:
-No busques más. No hay sapos ni príncipes.
Yo me endurecía, me ablandaba. Y mis patas movían tu pasto. 



CIRCULAR

Caminábamos, apenas.
El animal, una cucaracha o un escarabajo, era mi única pertenencia. 
Cada tanto, con las escasas fuerzas (el hambre grande), leíamos en alemán, en voz alta: “El trabajo libera”. 
Nos íbamos muriendo en Auschwitz. Pero alcanzamos a decir:
-Qué suerte la de Franz, no estar aquí. 



A PRAGA

SamsaSas Sam Zas Más y Más Sam y Sa.
¡Gregorio!, y escarabajos cucarachas bajo escaras bajo escarchas cucharas.
Broderbroders por Praga. 
Apaga Gregorio paga. Agrego.
Por todas partes broders por toda Praga y en selvas sin - con cemento.
Mano manito hermano.
Samsa Sam Zas.
Sister.
Más se hacen más son porque se hacen son Samzáss. Somos.
Andamos por todas partes ovillando odradekeando y Gregorio agrega el canto.   

Susana Szwarc. Escritora, Quitilipi, Chaco, 1954. En la actualidad reside en Buenos Aires.
Ha publicado  libros de poesía y narrativa. Los últimos son: La mesa roja, (antología de 30 años),  El ojo de Celan, La muertita o una novela que.  Ha publicado también literatura infantil, Había una vez una gota y Tres gatos locos, entre otros.
Sus obras de teatro fueron representadas en Liberarte, El camarín de las musas y el Centro Cultural de la Cooperación. Como teatrista forma parte del Club del Kamishibai (teatro de papel).
Algunos de sus poemas y cuentos han sido traducidos a varios idiomas como el chino mandarín, el rumano y el inglés. Los libros de poesía Bárbara dice, al francés y El ojo de Celan, al italiano. 
Ha recibido diversos premios como el de La fundación Antorcha y el Regional de novela por Trenzas (reeditado por Entropía, 2016),  Premio único de poesía  por Cultura Ciudad de Buenos Aires, Premio Unesco por poesía, Premio Internacional de cuentos Julio Cortázar.
Colaboró en distintas revistas del país y del exterior como Hispoamérica, Fórnix, Casa de las Américas, Tokonoma.
En el 2011 fue estrenado por el compositor Cristian Varela, el cuento dramático musical (ópera) “No camines en el barro”, basado en el cuento del mismo nombre del libro El artista del sueño.
Actualmente, se está reeditando su obra en la editorial Contextos (Argentina). 
 
Comentarios