Paolo Parrini
No se si fue una cuerda
o todas las muertes que ya habÃas experimentado.
Quizás morir es algo ligero
cuando sale el sol
con una sonrisa cansada.
Pero seguro que se queda dentro
una tremenda emoción,
una hoja de periódico arrastrada por el viento.
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La gota
Me deslizo del cielo a la tierra,
nacido en una inmensa nube,
escalofrÃos en el otoño,
en esta tierra dolorosa
y mi poco tiempo muere frágil.
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Fragmentos que somos
del mismo dolor,
la felicidad se nos aparece a veces.
Parpadea.
Como un faro en la oscuridad.
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Esta mañana
el cielo se queja
y la lluvia te duele la cara,
hay una armonÃa que brilla
en esas viejas manos.
Amor grabado
sobre el polvo de los años.
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Piedras sobre piedras
los dÃas se suman,
ruedas deshilachadas
en el camino cuesta arriba.
Donde fue la noche
la oscuridad se rompe
en átomos de estrellas.
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En una plaza desconocida
tallaste nuevas cicatrices
ahora miras atrás
para descubrir en las caras
una sonrisa solo tuya.
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Es cuando la respiración se hace más profunda
que el mundo calla y se demora
escuchando desde windows
el borde empinado de las palabras
detenido, ansia y amanecer.
Y yo también me ablando.
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En una habitación para contar
el amor que no vuelve,
entre los humos de la niebla
y el vino tinto
de un dolor para curar.
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Sobre mi calle
eres la piedra que rebota,
la provincia feliz, el regreso
del bosque por la noche. Otros
serán los carnavales de tu corazón
que el cielo se cierra, en un férreo agarre.