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Ninotchka

DESDE LA PLATEA

La conversión de Ninotchka


En pleno ascenso del estalinismo, Nina Ivanovna Yakushova, una comisaria del Partido, llega a París para imponer disciplina entre unos subordinados que han caído en las garras del capitalismo burgués. La comisaria es Greta Garbo, los subordinados insubordinados son tres cómicos que procuran imitar a los Hermanos Marx, y el capitalismo burgués está encarnado en Melvyn Douglas, un gentleman francés, y en una condesa rusa tronada que se aferra a unas fabulosas joyas… falsas.

La historia (Ninotchka: Metro-Goldwyn-Meyer: 1939) está tan magistralmente narrada en imágenes por Ernst Lubitsch, el director alemán emigrado a Hollywood, que los actores casi no necesitan letra. Y uno de los recursos visuales clave del film (y de su vestuarista) son los sombreros de Ninotchka, la comisaria roja.

En Rusia, Ninotchka lleva la boina roja de los Pioneros del partido.




En el andén de la estación de París adonde arriba porta un sombrero muy masculino, más apto para un safari africano que para la capital de la moda.




En la calle usa otra boina masculina, de color presumiblemente menos llamativo que el rojo (uno de los dones de Lubitsch es hacernos “ver” los colores a pesar de que la película es en blanco y negro).



Paseando por una acera de París, se detiene para burlarse de la sociedad burguesa ante un sombrero en forma de cucurucho (un barrett, en términos técnicos), expuesto en un escaparate.



El destino quiere que Ninotcha acabe comprándose y usando ese mismo sombrero del que se ha reído, entregada definitivamente a los brazos de su enemigo, el gentleman parisino.


En una escena reveladora, Ninotcha se contempla meditativa, sentada ante el lujoso espejo de su amplia y burguesa habitación de hotel, con el estrafalario sombrero burgués en la cabeza.

Símbolo de su autodescubrimiento como mujer, el sombrero (tan ridículo por su diseño entonces como ahora), es un guiño del director a sus espectadores, convertido casi en el protagonista/marcador semántico de la película, al margen de la espectacular Greta Garbo, en su extraordinaria y graciosísima comedia. La única que filmó en su vida. La única donde se la ve reírse a carcajadas.

Imposible insertar toda la película en esta página de Ómnibus. Pero para quienes sientan la tentación de verla, se encuentra disponible en una docena de sitios de Internet o pincha en cualquiera de las fotografías.



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