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Entrevista

"Toda autobiografía es ficción. Y toda ficción es autobiográfica":

Entrevista con Ilan Stavans

Por Martín Felipe Yriart

 

Martín Felipe Yriart: Si tuviera que resumir tu intensa carrera intelectual, diría que te has pasado los años leyendo para escribir y escribiendo para leer.

Ilan Stavans: Me honra la ecuación. El mundo está hecho de palabras y cada palabra es un mundo. Mi carrera como lector es mejor que mi carrera como escritor.

MFY: ¿Qué daemon te ha arrastrado a través de esas fronteras de la lengua? Quienes te leemos pensamos a menudo en la parábola bíblica de la Torre de Babel.

IS: Es una parábola exquisita. Al principio el mundo hablaba una sola lengua. Esa unidad verbal fue una amenaza para Dios, que terminó por castigarnos con el poliglotismo. Pero el castigo en realidad es un privilegio. ¿A quién le gustaría habitar un universo en el que todos habláramos el mismo idioma, en el que todos fuéramos de la misma manera? La imaginación está en la multiplicidad. El límite de nuestra imaginación es el límite de nuestro lenguaje. Así que si hay más de uno, la imaginación se multiplica.

MFY: ¿Cómo fue aquel viaje del castellano mexicano y el idish cotidiano del DF, al hebreo y el inglés como lenguas de vida?

IS: El poliglotismo no es una cualidad excepcional, al menos no en mi familia. Pertenezco a un árbol genealógico, los judíos polacos, que para defenderse de las circunstancias históricas aprendían lenguas diferentes. No fue sino hasta que inmigré a los Estados Unidos cuando me di cuenta que este multilingüismo me había definido al cien por ciento.

MFY: Tu idish no es solamente cotidiano sino literario.

IS: Mi primer esfuerzo literario fue una obra de teatro acompañada de música. La escribí en idish. Se estrenó en el DF en 1979. He traducido algunos textos del idish al inglés, alguno de ellos de Isaac Bashevis Singer. Sobra decir que el idish, una mezcla del alemán y el hebreo, empezó como un idioma de la cocina. Lo que quiero decir es que en el siglo XVIII era la lengua de las mujeres, los niños y los iletrados. No fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando los intelectuales lo descubrieron como un vehículo literario. El hecho de que Singer haya ganado el Premio Nobel en 1978 es, pues, un revés del destino: el idioma de los analfabetos no solamente sobrevivió al horror nazi, sino que terminó convirtiéndose en un idioma de enorme sensibilidad artística.

MFY: ¿En qué lengua te sientes más cómodo?

IS: En ninguna. Vivo con la sensación inapelable de que lo digo ni es suficiente ni tampoco preciso. La costumbre hace que me sienta menos incómodo tanto en español como en inglés.

MFY: ¿En qué idioma prefieres leer el Quijote?

IS: Me da igual. Cervantes no era un estilista meticuloso. Algunas traducciones al inglés (hay más de veinte) lo mejoran.

MFY: ¿Puede una traducción mejorar el original?

IS: Por supuesto. Y el original puede traicionar a la traducción.

MFY: Tu cuento The Disappearance ha sido adaptado al teatro. Trata de un actor belga judío, obeso y obsesivo, que trama su propio secuestro. Te gustan los personajes que son moralmente ambiguos. ¿El mal es el otro lado del bien? ¿Eres capaz de la maldad?

IS: Satendrop, el protagonista de The Disappearance, cree que para llegar a la beatitud hay que rebajarse primero a un nivel infernal. Para denunciar el auge neonazi en Bélgica, se convence que debe convertirse en su propio enemigo. La idea es tan vieja como la humanidad: Jesucristo existe gracias a Judas y viceversa. De igual manera, acaso los judíos habrían dejado de existir si a cada rato los antisemitas no nos pintaran como infames. 

MFY: Estás a punto de terminar una biografía de El Quijote, no de Cervantes sino de la novela, ¿verdad?

IS: El libro explora la forma en que la novela se convirtió en la novela más vendida en Occidente después de la Biblia.

MFY: La Biblia no es una novela.

IS: Por supuesto que lo es. Una novela de amor entre Dios y el pueblo de Israel.

MFY: Algunos de tus libros están hechos de conversaciones que has mantenido con historiadores, periodistas, traductores. Uno de ellos, con el canadiense Mordecai Drache, es sobre la Biblia. Otro, con el chileno Iván Jaksic, se titula ¿Qué es la hispanidad? Dime, ¿qué es la hispanidad?

IS: Una esfera como la descrita por Pascal, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna.

MFY: Tu obra se ha traducido a una docena de idiomas. ¿Trabajas de cerca con los traductores?

 

IS: Prefiero no hacerlo. La libertad del traductor es esencial, para bien o para mal.

 

MFY: Entiendo que tu biografía de los primeros cuarenta años de Gabriel García Márquez está por salir en China. Háblame un poco sobre el lector chino.


IS: Desgraciadamente, no sé nada de él. Esa no es una excepción. Tampoco sé nada de cualquier otro lector. El escritor escribe con la esperanza que alguien hallará sentido en sus palabras. Se trata de una esperanza inefable, utópica.

MFY: Hay un aspecto de tu trabajo del que no recuerdo haberte oído tratar: tu labor como compilador de antologías.

IS: Es una tarea que me llena de entusiasmo. Toda antología es una biblioteca portátil. Mejor dicho, dos bibliotecas portátiles: una, la visible, con todo lo que el editor incluyó, y la otra, la invisible, con todo lo que excluyó. La esperanza, raras veces satisfecha, es que la primera sea mejor que la segunda.

MFY: En el último año has publicado dos, realmente extraordinarias y monumentales: la antología Norton de literatura latina en los Estados Unidos, y la FSG bilingüe de poesía latinoamericana del siglo XX. ¿Podrías hablar al respecto?

IS: La primera me llevó trece años. Tiene más de un millón y medio de palabras regadas en 3000 páginas. Fue un trabajo de colaboración con un equipo. En algún momento pensé que la muerte me llegaría antes que su aparición. Tardé tres años con la segunda. Todo antólogo  sueña con diseñar el mapa de una tradición.

MFY: Entre antologías y ediciones suman ya casi veinte libros que llevan tu sello. Háblame de tus vivencias en este extraordinario trabajo.

IS: Compilar una antología, se dice, es un esfuerzo triste. A fin de cuentas, alguien siempre queda insatisfecho. Yo tengo la opinión opuesta. Preparar un volumen de esta índole es proponer una lectura. Mi vida entera está dedicada a la lectura.

MFY: También me gustaría mucho que habláramos un rato de unos libros que están en vías de aparecer en 2012. Por ejemplo, una nueva traducción al inglés que hiciste de El llano en llamas.

IS: Me asusta lo que he hecho: viajar con Rulfo, un hombre huraño, cuyo mensaje cabal estaba no en sus frases sino en sus silencios.

MFY: En los últimos años has publicado varias novelas gráficas.

IS: Me encanta el género. La letra escrita depende cada vez más de la imagen. En el siglo XVII, los cronistas de América se debatieron si incluir grafemas en sus libros. Hoy ese debate es absurdo. El cómic tiene un lugar central en nuestro tiempo. Hoy es factible contar historias sin abundar en descripciones.

MFY: Una de esas novelas gráficas, Mister Spic Goes to Washington, ilustrada por el venezolano Roberto Weil, es sobre el miembro de una pandilla de chicanos que se convierte en senador.

IS: El argumento está basado en una famosa película con Jimmy Stewart[1]. Yo quise hacer en ese texto lo que Cervantes hizo con las novelas de caballería: reescribirlas para un público distinto.

MFY: Pronto publicarás otra novela gráfica titulada El Iluminado.

IS: Una aventura que —desafortunadamente— me tiene a mí mismo como protagonista y que gira alrededor de un palimpsesto. Un converso en Santa Fe es asesinado. Sus últimos días describen una búsqueda frenética de una identidad religiosa que le estuvo prohibida no solamente a él sino también a sus antepasados. El dibujante es Steve Sheinkin.

MFY: Leí, semanas atrás, que otro dibujante, Santiago Cohen, ilustra otra narración tuya sobre un padre escolapio.

IS: El padre Chinchoya. Su verdadero nombre era Alejandro García Durán, de origen español. Trabajó por décadas en Ciudad de México con niños huérfanos callejeros, muchos de ellos delincuentes. Yo lo conocí antes de cumplir los veinte, cuando aún cursaba mis estudios universitarios. Vivía en basurales, en barrios perdidos, al lado de sus “hijos”. Alguien me lo presentó. Lo seguí por varias semanas, acaso un mes, anhelando entender su actitud redentora. ¿Por qué sacrificarlo todo y vivir caóticamente? El padre Chinchoya creía que, al dar amor a estos niños privados de todo apego, los devolvería a su condición natural de individuos normales. No fue así, por supuesto.

MFY: ¿Tu narración describe esa experiencia…?

IS: Ubiqué la trama en 1985, justo en el momento en que ese terremoto arrasador sacudió la capital mexicana. La acción empieza un poco antes; ofrece un perfil del padre (a quien llamo Padre Chinchoya, que en la jerga urbana significa “sin cabeza”) y sus seguidores, vistos desde la perspectiva de un estudiante.

MFY: El padre es un personaje extrañamente admirable. ¿Cuándo saldrá el libro?

IS: Tan pronto esté terminado…

MFY: La fotonovela Once@9:53am, que publicaste en el 2011 me parece extraordinaria.

IS: Es una novela sobre el barrio del Once en Buenos Aires, un histórico barrio judío; sobre el atentado de 1994 con la A.M.I.A., la asociación mutual israelita argentina.

MFY: El protagonista en este caso es un fotógrafo. Algo en él, no sé por qué, me recuerda a Cortázar.

IS: Tu observación es acertada. Quise rendirle tributo al Cortázar de Las babas del diablo. El protagonista de mi fotonovela, Roli Gerchunoff, es un fotógrafo que prepara un reportaje en el Once un par de horas antes del atentado. De cierta manera, es su cámara la que cuenta la historia de un barrio repleto de inmigrantes en el que la argentinidad se gesta todos los días, nunca sin complicaciones.

MFY: Si tuvieras que seleccionar un clásico argentino para leerlo en prisión, ¿cuál sería?

IS: El Gaucho Martín Fierro.

MFY: ¿Por qué?

IS: Porque es una impostura. Ya Borges disertó sobre la diferencia entre la literatura gaucha y la gauchesca. Al hacerlo no privó el poema épico —al estilo de la Odisea— de José Hernández de su originalidad, sino que la enfatizó. El libro es un hurto de la voz gaucha pero un hurto exquisito.

MFY: Y de México, ¿qué clásico escogerías?

IS: Me cuesta trabajo responder. No hay muchas obras mexicanas que arrebaten mi fervor. Sé de memoria la poesía de Sor Juana. ¿Entonces para qué llevármela conmigo? Podría dedicar mis días al Primero sueño. El libro que no me llevaría conmigo es Pedro Páramo porque soy de la opinión minoritaria que cree que la novela de Rulfo es somnífera.

MFY: ¿Te hubiera gustado ser argentino?

IS: Quizás, aunque prefiero ver mi destino latinoamericano, como Roberto Bolaño veía el suyo.

MFY: ¿Cómo?

IS: Tangencialmente. Era y no chileno, argentino, mexicano, español….

MFY: ¿A qué se debe la velocidad vertiginosa de tu creatividad?

IS: A un miedo paralizante ante la muerte.

MFY: ¿Paralizante?

IS: Escribo para no dejar que ese miedo lo convierta todo en nada.

MFY: ¿Qué me dices de la edición bilingüe —español e inglés— completa de todas las odas de Pablo Neruda.

 

IS: 225 en total...

 

MFY: Entiendo que es la primera vez que salen todas las odas en un solo volumen.


IS: Llegué a Neruda en 2004, durante el centenario de su nacimiento. Entonces publiqué un volumen representativo de casi 900 páginas. Hoy he vuelto al Neruda que más me gusta: el autor de las odas, un género que lo une a Horacio, Píndaro, Ovidio y Catulo, así como a Keats, Dryden, Coleridge y Shelley.   

MFY: ¿A qué se debe tu interés en el Spanglish?   

IS: Las lenguas vivas existen en constante transformación. El Spanglish es una lengua nueva, todavía informe, que tiene un futuro prometedor. No creo que el español del siglo XXI sobreviva sin ser afectado por el Spanglish.

MFY: ¿Por qué traducir el primer capítulo del Quijote al Spanglish?

IS: ¿Por qué no? Toda traducción es una forma de apropiación. Hay en los Estados Unidos más de cincuenta millones de latinos que vienen de todas partes del mundo hispánico. Muchos de nosotros empleamos a diario ese idioma cruzado que ni es español ni tampoco inglés. Nos sentimos cómodos en el Spanglish porque es una lengua mestiza.

MFY: ¿A qué te refieres por mestiza?

IS: Una lengua bastarda.

MFY: ¿Cómo defines el Spanglish?

IS: Como el matrimonio, o quizás el divorcio, de dos civilizaciones. Hay tres estrategias típicas que emplea regularmente un Spanglish-parlante. La primera es el cambio de códigos, es decir, empezar una frase en inglés, saltar de allí al castellano, regresar al inglés, y así. Para alguien que habita en ese espacio intermedio que se abre cuando dos culturas viven en contacto, el cambio de códigos es natural. La segunda estrategia es pensar en un idioma y comunicarse en el otro. Y la tercera es acuñar vocablos nuevos que no pertenezcan ni a un lenguaje ni al otro.

MFY: El último tema que me queda en el tintero, es también trágico, pero ineludible para la identidad de un inmigrante en los EE.UU.. ¿Cómo es serlo después de las Torres Gemelas?

IS: El atentado del 11 de septiembre fue una herida profunda para el país. Sirvió de recordatorio de que la política exterior de los EE.UU. es vergonzosa. Como inmigrante, el suceso reforzó mi sensación de extrañeza. Ser judío, ser inmigrante, ser un outsider… ninguna de estas identidades es ajena al oficio literario.

MFY: Curiosamente, nunca te he oído hablar inglés, pero estoy seguro de que lo haces sin el menor acento, la menor traza de extranjero. ¿Eres un impostor?  

IS: No cabe la menor duda. Vivo pretendiendo ser el que soy, sabiendo que todo es mentira.

MFY: No quiero agobiarte con este tema, pero tampoco quería quedarme con la incertidumbre acerca de su conveniencia o no en tu autorretrato, Return to Centro Histórico.

IS: Toda autobiografía es ficción. Y toda ficción es autobiográfica.

Amherst (Massachussetts, EE.UU.): febrero 2012

 



[1] Se refiere a Mr. Smith goes to Washington (1939) dirigida por Frank Capra, con James Stewart y Jean Arthur como protagonistas.


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