Español en Estados Unidos

 

Presente y futuro del español en los medios de
comunicación de los Estados Unidos[1]

Por Jorge Ignacio Covarrubias[2]

New York, USA

 

I

Me propongo dividir mi ponencia en dos grandes temas: los problemas del presente y los desafíos del futuro para el Español en los medios de comunicación de los Estados Unidos.

     En cuanto a la situación presente, quiero dividirla en dos aspectos: primero, los problemas inherentes al manejo del español en los medios de comunicación y, segundo, los problemas derivados de la influencia del inglés sobre el español.

Problemas del presente  

Pasemos al primero de los dos aspectos:        

La agencia The Associated Press envía su servicio a 19 países latinoamericanos de habla española, además de España y la población de habla hispana de EE.UU., lo que arroja un total de 21 naciones servidas. [No incluyo a otras comunidades como Guinea Ecuatorial o la pequeña colonia hispanohablante de las Filipinas –ésta con Academia propia–, que no reciben nuestro servicio en español. En cambio, sí incluyo a la importante población hispanohablante de EE.UU., donde la Associated Press tiene numerosos suscriptores de habla hispana: periódicos, semanarios, radio, televisión]. Esos son apenas unos pocos problemas con que nos enfrentamos cotidianamente en las mesas de redacción al dirigirnos a tantos países de habla común, cada uno con sus peculiaridades lingüísticas; además, dentro de una misma nación también hay variantes de léxico, que diferencian el habla de una provincia a otra, de una región a otra.

         Por eso tenemos que extremarnos para emplear un español que sea comprensible, inequívoco y no ofensivo, además de preciso, económico, transparente y –de ser posible– elegante.

         Nuestra primera preocupación es hacernos entender. Ese esfuerzo por emplear un lenguaje común para todos –una koiné– nos lleva a extremarnos en cuanto a evitar los regionalismos.

         Estando en Nueva York, recibí una vez un despacho de nuestra oficina de Chile que hablaba de un "piño" y les pregunté a los colegas qué significaba aquel término. No figuraba en el diccionario de la Real Academia y no lo conocía nadie en la redacción, en la que por otra parte no había ningún chileno. Un colega de Chile me respondió que era un "rebaño" y se extrañó de mi desconocimiento, aduciendo que el término estaba en el diccionario. Pronto me llamó nuevamente para disculparse: "Ah", me dijo, "dice chilenismo".

         Del mismo modo tratamos de evitar todos los términos que sean exclusivos de un país o una región, y si bien los argentinos nos bañamos en una "pileta de natación" y los mexicanos en una "alberca", en nuestro servicio usamos el término común de "piscina".

          En síntesis, nuestra primera preocupación es usar un lenguaje que sea comprensible para todos. La segunda, es que esa terminología sea inequívoca.

El coche y el carro

Recuerdo que una vez le tributaron un homenaje a un futbolista argentino en Colombia. Y para trasladarlo al lugar de la ceremonia, le preguntaron si quería ir en "coche" o en "carro". Resulta que en el Río de la Plata, "coche" es sinónimo de "automóvil" y "carro" es el vehículo de tracción animal. A la inversa, en Colombia "carro" era sinónimo de automóvil y "coche" el carruaje jalado por caballos. Como el futbolista quería ir en auto, dijo "coche", y lo llevaron en "carro".

         Hace poco se produjeron dificultades en la bolsa de valores de Nueva York y la noticia inicial decía que los ordenadores de Wall Street se habían paralizado momentáneamente. En nuestra mesa de redacción los dos primeros que vieron la noticia se hicieron a la peregrina idea de que se trataba de ciertos trabajadores que habían hecho un paro. Pero al avanzar en la lectura, quedaba bien en claro que se trataba de las computadoras. Previsiblemente, el redactor era español y los demás latinoamericanos.

         Enfrentados cotidianamente con este tipo de problemas, nosotros tratamos de evitar toda confusión entre "carro", "coche" y automóvil, y empleamos el término "computadoras" que es el más familiar para la gran mayoría de los lectores de nuestros suscriptores.

         Además de usar un lenguaje comprensible e inequívoco, tenemos que procurar que no sea ofensivo. Ustedes saben que en el Río de la Plata nosotros "agarramos" y no usamos un verbo muy castizo que emplean en España. En Chile se evita absolutamente el término "pico", y si se emplea para aludir a "la hora pico" como la hora de mayor tránsito, se hace con intención maliciosa.

         Aun algunas inocentadas conllevan peligro. Si en una tabla de posiciones de un certamen deportivo abreviamos Costa Rica en C. Rica, damos lugar a un término que puede resultar ofensivo al menos en Puerto Rico ('crica' [v. DRAE]). Esos son apenas unos pocos problemas con que nos enfrentamos cotidianamente en las mesas de redacción. Otros son encontrar la palabra justa para realidades que tienen distintos nombres en nuestros países. ¿Cómo se llama el pliegue que remata la pierna del pantalón? ¿Ruedo, dobladillo, botamanga, bocamanga? ¿O ese adminículo de oficina que se da en llamar grapadora, engrampadora, presilladora, abrochadora, cosedora?

             A veces la dificultad responde a deficiencias en la formación de los periodistas hispanos.

El misterio del gerundio

Es comprensible que los anglos tengan problemas para lidiar con ese modo gramatical porque en español el gerundio está mucho más desarrollado que en inglés. Pero los que se ganan la vida escribiendo en español deberían tener una idea de sus usos y matices.

         El gerundio tiene, además, una injusta mala fama, producto del desconocimiento general. Más de un corrector de estilo de la vieja escuela aconsejaba no usarlo nunca, cuando lo que corresponde es usarlo cuando se debe.

         Uno de los abusos del acosado gerundio responde al olvido de su función, predominantemente adverbial, para usarlo en función de adjetivo, como en "un barco llevando libros" o "una ley disponiendo" tal o cual cosa.

         Otro es el bendito gerundio de posterioridad –por desconocer que básicamente el gerundio se refiere a una acción simultánea o anterior–, que produce despropósitos como  "Los ladrones huyeron, siendo apresados al día siguiente".

Discordia entre subjuntivo e indicativo

Es frecuente encontrar el empleo del subjuntivo presente en una oración subordinada dependiente de otra en indicativo pasado: "me dijo que venga" en vez de utilizar el correspondiente pasado del subjuntivo "viniera", o "quiso que haga" en vez de "que hiciera".

         A la inversa, una costumbre generalizada es la de usar el subjuntivo en vez del indicativo en lo que bien se señaló como un resabio del uso medieval resucitado por los románticos: "Gardel, que tantas veces cantara..." cuando no hay duda de que cantó, y por eso no corresponde el modo subjuntivo con su matiz de duda e incertidumbre.

El participio y sus bemoles

El participio también tiene sus bemoles, sobre todo en la vacilación de muchos redactores, con el uso de las formas regular e irregular en los verbos que las admiten. Es común leer "El presidente fue electo" cuando esta forma irregular se usa normalmente como adjetivo y la forma regular para las funciones verbales. Quizás a los vacilantes les quede más claro recordar que "el agua bendita fue bendecida".

         La acentuación también da trabajo a muchos periodistas poco preparados, sobre todo en los monosílabos con más de una función y en los pronombres. En cuanto a la nomenclatura, conviene que los colegas estén al tanto de las nuevas incorporaciones al diccionario, ya que en algunos casos el uso –y su aceptación– los ha reivindicado. Precisamente ahora se puede "reivindicar" un ataque, calificar un arma de "sofisticada" y usar aunque con prudencia lo que no se podía antes, que era modificar un sustantivo con un adverbio –al menos con términos abstractos– como en el caso de la "no intervención".

         Finalmente considero que conviene hacer hincapié en una función básica del periodista, que es la de "traductor". Bombardeados cotidianamente por las jergas o lenguas especiales del gobierno (governmentese), de los militares, los médicos, los abogados, los publicistas, nuestra tarea es traducir esa terminología especializada a un lenguaje común que pueda comprender un estudiante promedio de secundaria.

         Si los médicos nos hablan de "los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina", los periodistas tenemos que tomarnos el trabajo de explicar que la serotonina es un neurotransmisor e indicar por qué el control de su flujo y reflujo es importante para regular los estados de ánimo.

         La actitud ideal es la de no sobrestimar los conocimientos del lector ni subestimar su inteligencia.  

 La influencia del inglés sobre el español

En 1986 hice una encuesta entre profesores de español y lingüistas de EE. UU. sobre el fenómeno del "spanglish", y en 1996 la amplié con una consulta a 30 profesores en 16 estados de todo el país. Las conclusiones fueron muy interesantes.

          Para empezar, la mayoría consideró el spanglish como un dialecto o variación dialectal, fundamentalmente oral, producido por la interacción de dos idiomas, que nace inevitablemente del contacto –y a veces de la confusión– de dos lenguas y dos culturas, a menudo por la necesidad de nombrar nuevas realidades o de suplir el desconocimiento de términos en inglés.

         Pero mientras la mayoría de los consultados del este y norte de Estados Unidos lo censuraron como producto de la ignorancia, la incultura o falta de educación, los del sudoeste lo defendieron por considerarlo una bandera lingüística, marcador étnico, emblema de liberación de una lengua subordinada a la coerción de otra, un 'enfant-terrible' de la cultura; mezcla de irreverencia, humor, afirmación de independencia y arma de resistencia.

         El Dr. Odón Betanzos Palacios, presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, en una ponencia presentada al Congreso de Valladolid, consideraba al spanglish o espanglish o espanglés como producto "del mal uso de ambas lenguas al imperar la ignorancia o la falta de respeto por esas dos lenguas universales en contacto".

         En cambio en el sudoeste, en la zona que se conoce como "The Borderlands" y que abarca el sur de Estados Unidos y el norte de México, se le conoce como "tex-mex" o "texano". [Es interesante notar que algunos profesores del este que censuraron el spanglish acudieron a la defensa del "texano" como factor de resistencia e identificación cultural.         

La escritora y Dra. Rima de Vallbona, profesora de la University of St. Thomas en Houston (Texas), defendió el texano y conjeturó que "el latín vulgar en su proceso de evolución debía escandalizar a los romanos como nos escandaliza a nosotros el espanglish.

         En la encuesta, varios consultados aludieron al "cambio de código" o "code switching", o sea, el paso de un idioma al otro hasta en la misma frase, al modo de quien "starts to speak in English y termina hablando español", y  también al  "language loss", o pérdida del idioma de una generación a otra pasando por la generación intermedia, y a la "diglosia", que es la situación que se da cuando una de las dos lenguas goza de prestigio o privilegios sociales o políticos superiores.


Neologismos y préstamos

Dos de los principales problemas del choque de idiomas son los neologismos y los préstamos.

         Como bien lo dijo la profesora Milagros Sánchez en el Congreso de la Lengua Española de 1992, son aceptables los neologismos  –producto de los "préstamos"– o mejor dicho, de las adquisiciones o importaciones lingüísticas, como dice Lázaro Carreter, cuando existen "vacíos léxicos", o sea, realidades todavía sin nombre.

         En ese caso, claro está, se aceptan siempre que los sonidos del término se adapten a la grafía y fonética del español, como señala Gómez Font.

         Pero muchas veces esos vacíos no existen y el neologismo está de más, como en el caso de uno acuñado por un medio deportivo sudamericano que se extendió como reguero de pólvora: el sustantivo "esponsor" y el insólito verbo "esponsorizar" [aceptados ya con estas grafía por la RAE, pero remitidos a "patrocinador y "patrocinar"], ignorantes a la vez de los términos castizos "patrocinador" y "patrocinar", y del proceso de adaptación de los vocablos extranjeros al español.

         Los avances de la medicina, la ciencia y la tecnología presentan constantemente realidades en busca de nombre, y los periodistas –que al igual que los escritores, los traductores, los académicos– estamos en las trincheras del frente de batalla del idioma, necesitamos nombrarlas.

Calcos léxicos y calcos semánticos

¿Qué les ponemos a "hardware" y "software"? Los españoles propusieron una traducción elegante y simétrica con "soporte físico" y "soporte lógico". Pero en el contexto de la noticia, estos términos no siempre quedan en claro para los lectores. En ese caso ¿no es mejor mantener el término en inglés y entrecomillarlo? O, a la inversa, ¿conviene traducir siempre los términos en inglés? ¿Qué sucede si los distintos medios imponen distintas traducciones para la misma realidad y terminamos con varios nombres para lo mismo? Rafael Lapesa prefiere un anglicismo común a una pluralidad de traducciones que dañaría la unidad de la lengua.

   Los calcos –o sea, las voces españolas que por su semejanza formal con otras inglesas reciben de este idioma acepciones que no tenían en nuestra lengua– constituyen otro problema porque se cuelan insistentemente en el habla y muchas veces en las traducciones y en el periodismo hispano. Es así como las instalaciones se convierten en "facilidades", se distribuyen "copias" y no ejemplares de libros, uno "salva" y no almacena información en la computadora o "aplica" para un trabajo, tal como suele decirse en inglés,  en vez de solicitar empleo, como se dice tradicionalmente en español. (Esos calcos se conocen a veces también como "falsos amigos" o "falsos cognados", de los cuales se ha tratado con frecuencia en Glosas).

Y finalmente... ¿qué es esto para?

 Lo que antecede, en cuanto a los calcos semánticos. Y en lo que respecta a los calcos sintácticos, nos enfrentamos con una mala costumbre, que suele responder al desconocimiento, la pereza o la fatiga, y que reproduce el ordenamiento de las frases del inglés con su abundancia de construcciones en voz pasiva, la profusión de artículos innecesarios dada la riqueza de nuestras desinencias verbales, o la inclusión de posesivos que no vienen al caso.   En su extremo, me recuerdan algunas de las ocurrencias de mi hijito Sebastián cuando hilvanaba sus primeras frases en español e inglés, y me preguntaba cosas como "Papi, ¿qué es esto para?" [del inglés What is this for?].

II

La segunda parte de mi ponencia la he dividido también en dos: el fenómeno de la comunicación entre la juventud con los nuevos medios tecnológicos, y la nueva herramienta del hipertexto.
   ¿Por qué esta incursión en la tecnología? ¿Y por qué en ese seminario que trató específicamente del idioma español en los medios hispanos de Estados Unidos? Precisamente porque la revolución informática está haciendo sentir su impacto en la manera de leer, en la manera de escribir y –dicen algunos–  en la manera de pensar. Y el periodismo en Estados Unidos, del que formamos parte, ya viene sintiendo desde hace tiempo los efectos de esta ola que avanza incontenible en progresión geométrica.
   Si bien los periodistas tenemos que velar por la corrección del idioma atendiendo a la normativa –que va cambiando con los tiempos, tiranizada por lo que el uso impone–, también tenemos que prestar atención a este alud innovador que va abriendo caminos insospechados.
   ¿Cómo lee, escribe y se comunica nuestra próxima generación de lectores? ¿Qué recursos tienen estos jóvenes de los que nosotros carecíamos y que podrían hacerles reclamar o exigir nuevos rumbos al periodismo?

Interesado por ese fenómeno, hice un estudio informal del modo en que la juventud se comunica en las salas de contacto social, salas de diálogo y correo electrónico en Internet, y en los mensajes de texto por medio de sus teléfonos celulares.

   Además de tomar contacto con jóvenes hispanos en Estados Unidos, Latinoamérica y España por medio de salas de diálogo en Internet, conseguí el concurso de Dariela Sosa, coordinadora de publicaciones y eventos de www.aldeae.net en Venezuela, que a mi pedido hizo una encuesta entre alumnos varones y mujeres de tres escuelas secundarias de Caracas entre los 13 y los 17 años, sobre las características de su forma de comunicación.

¿Por qué esa edad? Porque ya no son tan chicos como para estar bajo el dominio de sus padres –aunque muchos preadolescentes no lo están en cuanto a sus comunicaciones– ni tan grandes como para estar ya en el mundo de los adultos, y además porque como la mayoría tiene los mismos compañeros de clases durante cinco años se refuerzan sus hábitos comunes.

     Las comunicaciones entre los adolescentes son vertiginosas. Aparte de la limitación de espacio para escribir, en las salas de diálogo estos jóvenes establecen varias comunicaciones simultáneas, lo que les impone también una limitación de tiempo. Y en los mensajes de texto (SMS, short message system) que envían por teléfono celular la limitación de espacio (y el gasto) les exige una forma de comunicación telegráfica.

La nueva jerga de los jóvenes

Los jovencitos han creado toda una jerga que ejemplifica Abraham Acosta Martínez cuando encabeza un artículo con la siguiente aclaración: "Ste reXtag sta echo pa los padres d ijos c/cel". [Este reportaje está hecho para los padres de hijos con celulares].

Así escriben los jóvenes y no solamente en español. ¿Cuál es la frase más famosa del Hamlet? "2B? Nt2B? = "To be or not to be" ["Ser o no ser".] ¿Y cómo empieza el Paraíso Perdido de Milton? "Devl kikd outa hevn coz jelus of jesus & starts war". (The devil is kicked out of heaven because he is jealous of Jesus and starts a war" ["El diablo es expulsado del Cielo por que tiene celos de Jesús y se lanza a la guerra"]. En español, '¿qué haces?' se convierte en 'k acs?'; 'me siento bien' se representa 'm 100to bn'; 'te quiero mucho' es 'tq mxo' o "tqm'; 'n cerio?' es ¿en serio?' y 'feliz cumpleaños' se transforma en :-) qmple', donde el signo o icono :-) significa 'sonrisa"o "alegría".

   La observación de dichos mensajes juveniles en todos esos espacios electrónicos y en la encuesta venezolana lleva a la conclusión de que la jerga juvenil comparte las características siguientes: usa abreviaturas, no tiene mayúsculas ni minúsculas ni acentos, los signos de interrogación y admiración los emplea solamente al cierre (como en inglés).

   Los signos de puntuación casi no los utilizan cuando deben sino para representar emociones con los llamados "emoticones", o representaciones pictográficas (que también esos medios electrónicos proporcionan en forma de pequeños íconos): los signos :-) y u :-) representan alegría (y  :-) decepción, respectivamente;  :-<) (con la comilla angulada) es una cara con bigotes, y &-) (con el signo de 'y' o ampersand) es una cara con lentes. ¿Un poco de picardía?: ()() son las nalgas, (.)(.) los senos y o()o el miembro masculino. En las versiones de Word 97 y las más modernas, al escribir varios de esos emoticones, se transforman automáticamente en dingbats, esos símbolos gráficos utilizados tradicionalmente en tipografía para representar toda clase de cosas. Por ejemplo: el signo :-) pasa automáticamente a representarse como
J.

   La jerga juvenil también apela a la representación fonética y al 'rebús', que se define como pequeña imagen con dibujos, letras y/o números que, de alguna forma, representa una palabra o frase, como sucede en "5mentarios" (sin comentarios) o "100pre" (siempre). Y asimismo al 'caligrama, o sea, un escrito en que la disposición tipográfica procura representar el contenido del texto.

   El vocabulario es limitado, las frases breves, la sinonimia pobre; se emplea el recurso alfanumérico de sustituir letras por números como en los casos de 5 por S, o  % por dos oes. Los números a veces representan frases sintéticas cuyo código hay que conocer, como 143 = I love you,  por el número de letras que tiene cada palabra.¿Y cómo sería en español? (¿Te amo? ¿23? ).

La jerga juvenil emplea la fuga de vocales: 't djo' equivale a 'te dejo'. Usa más la yuxtaposición que la coordinación, y ésta más que la subordinación (Le pedí el celular, no me lo dio, menoje). Utiliza coloquialismos, busca expresividad y presenta un estilo entrecortado.

Se le ha calificado de lenguaje rebelde, trasgresor, práctico, juguetón y a veces confuso. Acepta préstamos, como las abreviaturas o frases sintéticas del inglés (lol=lots of loughs que equivale a 'me muero de risa'); xoxoxo = hugs and kisses, (besos y  abrazos).

   A veces acude al recurso del ocultamiento, como cuando los jovencitos advierten a sus interlocutores que no pueden hablar por estar presentes sus padres o sus maestros. Los chicos en inglés usan POTS =Parents over the shoulder [Hay padres presentes] o TOS=teachers over the shoulder [Hay maestros presentes] En ambos casos bastaría en español con decir 'Hay moros en la costa)'; P911 = p por parents (padres) y 911 por el número telefónico general de emergencia.

   De 42 adolescentes que participaron en la encuesta venezolana, 37 dijeron que usaban abreviaturas, 20 frases cortas y 5 frases en clave. De ellos, 18 dijeron que escribían igual vía Internet que en los mensajes de texto con sus celulares, pero 20 indicaron que en estos últimos los mensajes eran más sintéticos y las abreviaturas más extremas. Seis de ellos dijeron que utilizaban el "diccionario" o intelligent typing ('mecanografía inteligente') que les permitía ahorrar tiempo y, en un caso, "escribir lindo".

   Esta fue una de las menciones que indicaron que­, al menos muchos de los chicos, están conscientes de los problemas que tienen con la ortografía. Un muchachito observó que el "diccionario" le permitía "escribir sin errores" y una chica, que las abreviaturas disimulaban las faltas de ortografía.

Reacciones varias

José Antonio Millán, creador del Centro Virtual del Instituto Cervantes en Internet, dijo que "se trata de un registro diferente de la lengua escrita, que puede coexistir sin conflicto con la norma correcta... Pero eso sólo sucederá si los chicos mantienen, paralelamente al hábito del SMS, el contacto con libros y revistas. De lo contrario el riesgo es que desarrollen una escritura deforme".

   Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, alzó la voz de alarma por lo que considera una "jibarización del idioma". Comentó que la jerga juvenil puede "reducir la capacidad de expresión de los adolescentes y hasta amenazar el desarrollo de su pensamiento crítico".

   "Si a esta caída en la riqueza del lenguaje se le suma una reducción morfológica de las palabras se va a potenciar el empobrecimiento del idioma de los jóvenes, que está directamente asociado con el conocimiento", agregó.

   Asimismo, ante la invasión de lo visual sobre lo textual, Barcia acotó que "el uso de los emoticones deteriora el lenguaje", a lo que el experto Jay David Bolter replica diciendo que "el mismo nombre de emoticón sugiere que para los escritores y lectores electrónicos, el texto verbal carece de los recursos para la expresión emocional".

   Al hablar de "las jergas que hablan camadas juveniles", Lázaro Carreter observó que "ninguna generación ha dejado de tener su propio léxico como una suerte de contraseña".

   "Pero existía, en otros tiempos, cierto respeto tácito por el modelo referencial de los adultos", agregó. "Hoy la situación se ha invertido y son los adultos quienes imitan a los adolescentes y usan sus deformaciones, neologismos y contenidos significativos alterados".

   ¿Nos importa a los periodistas cómo se comunica nuestra próxima camada de lectores? ¿O no vale la pena prestar atención a un fenómeno de códigos compartidos por una generación tal como se ha venido haciendo desde tiempo inmemorial?

   Lo que ocurre es que los avances tecnológicos y los nuevos medios de comunicación han provocado toda una revolución. Según el Diccionario de la Asociación de Usuarios de Internet, en España esta jerga juvenil es "una forma de comunicarse utilizada diariamente por millones de jóvenes, una realidad que va a influir en la evolución de la lengua y de la gramática".

   Y entre una generación que trae un nuevo modo de leer y escribir y los nuevos medios a disposición del público, los periodistas no podemos ser ajenos a ese fenómeno si esperamos que nos lean en un futuro próximo.

El texto de los senderos que se bifurcan

Y paso al último punto de mi exposición, el fenómeno del hipertexto, que no es sino ese recurso que nos ha legado la nueva tecnología de las computadoras: un texto interconectado mediante enlaces que, como tentáculos, apuntan a todas las dimensiones del éter para ligarse a una red textual interminable.

   Estos enlaces e hiperenlaces son los "links" o "hyperlinks" que aparecen en la pantalla cuando leemos un texto y que nos remiten a otras páginas, permitiéndonos elegir nuestro curso de lectura.

   La gente de prensa los usa en el llamado ciberperiodismo, o periodismo digital, y aun en los servicios informativos regulares, cuando al término de las noticias ofrece a los lectores direcciones de la Red en las que pueden ampliar la lectura.

¿Cómo se escribe en hipertexto?

Theodor Nelson, uno de los expertos en la materia, dice que es "una escritura no secuencial, un texto que se bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. Es una serie de bloques de texto conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario".

El hipertexto aumenta la presencia del lector, que va creando activamente su curso de lectura, y disminuye la presencia del autor, que se ahoga en medio de la inmensa red de textos del que no es más que una voz en medio de un coro. Se difuminan los límites de la obra y se ponen en evidencia sus conexiones con otras obras en lo que se ha dado en llamar 'intertextualidad'.

La escritura en el hipertexto ha sido caracterizada como "no lineal", o más bien "multilineal", para distinguirla de la lectura secuencial de los libros. La idea del hipertexto, avizorada ya en 1945 por Vannevar Bush, que lo llamó Memex, fue anticipada por la corriente del llamado "posmodernismo" que tuvo gran influencia en la crítica literaria. El hipertexto no hizo sino explicitar y dejar en claro lo que esos teóricos venían diciendo desde hacía décadas.

¿Y qué decían esos teóricos mucho antes del advenimiento del hipertexto?

     Julia Kristeva, que acuñó el término "intertextualidad", en Problemas de la estructu-ración del texto, de 1968, elabora una teoría del texto como un centro sistemático de signos situados con relación a otros sistemas de significación de una cultura donde la interacción de los códigos, discursos o voces diferentes qué se entrecruzan en el texto.

    Roland Barthes, en su libro titulado 'S/Z' , de 1970, escribía que en un "texto ideal, las redes son muchas e interactúan, sin que ninguna de ellas sea capaz de sobrepasar al resto; este texto es una galaxia de significantes y no una estructura de significados; no tiene comienzo; es reversible; tenemos acceso a él por muchas entradas, ninguna de las cuales puede afirmarse que es la principal".

   Michel Foucault, en la Arqueología del Saber, de 1976, decía que "las fronteras de un libro nunca están claramente definidas... atrapado en un sistema de referencia a otros libros, otros textos, otras frases: es un nodo dentro de una red de referencias".

   Y Jacques Derrida, en De la gramatología, de ese mismo año, afirma que "el fin de la escritura lineal es en realidad el fin del libro... Esta muerte del libro anuncia una muerte del discurso (de un supuesto discurso completo) así como una nueva mutación en la historia de la escritura".

   Eso decían esos influyentes teóricos antes del hipertexto. Y ahora que la tecnología ha llevado a la práctica sus conjeturas, muchas voces creen que los nuevos medios modificarán el modo de leer y de escribir.

   Beatriz Sarlo, en el XI Congreso Nacional de el Diario en la Escuela, en Argentina, consideró que "esta cualidad de fluidez temporal, junto a la aceleración..., están definiendo nuevos protocolos de lectura y nuevas estrategias de escritura".

   "Es difícil concebir que la tecnología no tendrá un efecto profundo sobre la lectura y escritura de las futuras generaciones", escribió Robert Kendall.

   George Landow, junto con Bolter el teórico más prominente del hipertexto, anticipa que "promete cambiar el modo en que leemos y escribimos".

¿Consecuencias para el periodismo y la presentación de noticias?

El mismo Bolter conjetura que el hipertexto "sugiere una nueva especie de asalto nietzscheano a la ley del tercero excluido o tercio excluso: en hipertexto, una declaración puede ser y no ser verdadera a la vez, porque cada afirmación está sujeta a revisión, a ser modificada o contradicha".

   Tal como ocurre con las comunicaciones juveniles, "el efecto dominante de las tecnologías de computadora será suministrar foros de representación que tengan más en común con el cine y la televisión que con la comunicación escrita".

   "La representación perceptual se usa para desplazar o reemplazar el texto verbal", agrega. "El video y la animación dominan la pantalla y la atención del usuario, mientras que el texto verbal es marginado".

   Y prosigue: "En general la imagen reafirma y domina el texto verbal. Las palabras ya no parecen transmitir convicción sin la reaparición de la imaginería latente. La misma prosa se esfuerza por tornarse icónica".

   "El periódico se está convirtiendo en un libro de imágenes", agrega. "USA Today y otros diarios estadounidenses están siguiendo la tendencia de la televisión de reemplazar las p
alabras con imágenes... El periódico empieza a parecerse a una pantalla de computadora. La página se diagrama con numerosos rectángulos que semejan las ventanas de una pantalla multimedios".

   "Ningún texto escrito puede aspirar a competir con el cine o la televisión para suministrar una imaginería visual vívida, ni tampoco ninguna película o video logra visualmente los mismos efectos que un texto escrito mediante la referencia lingüística", agrega. Y llega a la conclusión de que la computadora será el campo de batalla entre lo textual y lo visual, "donde se decidirá la tensión entre estos dos modos de representación".

   Anticipa que el próximo paso de la revolución tecnológica, la realidad virtual, podría asestar un golpe mortal al texto "porque en un mundo virtual no hay nada que conocer aparte de (la percepción inmediata de) los sentidos".

   Bolter conjetura que los textos "tenderán probablemente a una expresión breve y concentrada, ya que cada unidad (de lectura) será abordada desde una perspectiva diferente con cada lectura" y cree que la escritura electrónica será "más bien aforística".

   "Un texto de voces múltiples suficientemente amplio como para contener y admitir sus propias contradicciones podría ser la única forma convincente de escribir en el medio electrónico", agrega.

¿Cuáles serán las características del ciberperiodismo?

Al periodista le ofrece la hipertextualidad, la intertextualidad explícita, los multimedios, la difusión en "tiempo real" y la libertad de la tiranía del espacio. Pero también lo pone frente a un lector que ha dejado de ser espectador pasivo ya que dispone de medios instantáneos para ampliar, cotejar, confirmar o refutar lo que le propone el texto periodístico.

   Y ese lector se potencia aun más con la nueva corriente que se ha dado en llamar "periodismo ciudadano" facilitada por los "blogs" (llamados a veces, en español, 'cuadernos de bitácora'), las cámaras digitales y los teléfonos celulares-cámara que crean la impresión de que todos pueden ser periodistas o, al menos, recopiladores de datos e imágenes.

   En síntesis, si queremos mantenernos a la vanguardia o al menos no dejarnos sobrepasar por los acontecimientos –tanto lingüísticos como tecnológicos–, los periodistas hispanos en Estados Unidos debemos mantener nuestra lucha por preservar la unidad y uniformidad de un idioma español moldeado por las nuevas tecnologías y, a la vez, avizorar el modelo del mensaje periodístico del futuro.



[1] El contenido de este trabajo fue presentado en forma levemente diferente en el seminario celebrado en el año 2006, en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España), gracias a la iniciativa de la Fundación del Español Urgente, la Fundación San Millán de la Cogolla, la Asociación de Periodistas Hispanos NAHJ, la Real Academia Española, la agencia EFE, y a la labor del coordinador general de Fundéu, Alberto Gómez Font.

[2] Jorge Ignacio Covarrubias (Buenos Aires, 1942 - ) es Secretario General de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y editor en el Departamento Latinoamericano de The Associated Press en Nueva York. Entre sus libros se incluyen Manual de técnicas de redacción periodística (Nueva York: The Associated Press: 1996) y Los siete personajes del periodismo (Nueva York: ANLE: 2012); y el volumen de cuentos Convergencias (Santiago de Chile: Papeles del Andalicán: 1986). 



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