CINE

EL SEDUCTOR DE DON SIEGEL  (1971)

 

 Por Jesús María Dapena Botero


Afalta de pan, buenas son tortas

(Marqués de Santillana)


Aún no me ha sido posible recrearme de Sofía Coppola, porque no la he visto en cartelera en Vilagarcía de Arousa; pero me contento con ver la cinta, cuyo argumento tomaría la hija del famoso director de El padrino, para hacer un remake, que parece superar con creces el filme original de Don Siegel, con Clint Eastwood  y Geraldine Page; donde el gran actor hace el papel del cabo yanqui John “McBee” McBurney y Geraldine Page de la directora del internado Martha Farnsworth, acompañados por Elizabeth Hartman como la profesora Edwina Dabney y Jo Ann Harris como Carol, la más seductora de las chicas y todo un elenco femenino, que hace parte de una institución educativa para señoritas sureñas, quienes, aterrorizadas al encontrar el soldado herido, lo llevan al colegio y cuidan de él, a pesar de ser un enemigo en esa Guerra de Secesión, que manchara de sangre a los Estados Unidos de América, en una lucha fratricida, supuestamente en pro de la liberación de los negros.

Respectoal remake,Sofía Coppola una mujer joven, entre melancólica y aristocrática, de estilosobrio y serio, de una gran urbanidad, que no le resta una verdaderaamabilidad, declara a Ixone Díaz Landaluce, que no le gusta demasiado analizarsus películas; pero nos adelanta que, para ella la libertad creativa es supiedra filosofal, por lo que apuesta por el cine independiente, aunque tambiénestá capacitada para dirigir de nuevo con la Universal, la cinta deDon Siegel, ya que, el argumento le permite, otra vez más, explorar el  universo femenino, a partir de la novela deThomas P. Cullinan; así, para la familia Coppola los remakes sean demasiadomal vistos; pero, Sofía advierte, que en este caso, trató de olvidarse de lapelícula, protagonizada por Clint Eastwood, para darle un enfoque más personaly dirigir la mirada al seductor, desde los ojos de varias mujeres, quienes, apartir del inicio de la guerra, estaban aisladas en un caserón solitario, de lostiempos coloniales. 

Lasituación le permite a Sofía indagar sobre las dinámicas de Poder entre loshombres y las féminas, dominadas por la represión, que trata de poner untatequieto al amor, los celos, la rivalidad, los conflictos interiores en laera victoriana, sin que la directora pretenda encasillarse en el llamado cinefeminista, el cual, para ella resulta ser un género de un colectivo, que a lalarga puede resultar forzado y mecanizado. [1]

Pero,como lo que pretendo, es adentrarnos en la primera versión cinematográfica, queDonald Siegel hacede la novela de Thomas P. Cullinan, publicada en 1966, ya quecreo que el director nos ubica muy bien desde el primer plano en que apareceAbraham Lincoln hablando con los soldados yanquis, para situarnos en el momentohistórico del filme de la productora de Jennings Lang y Malpaso Company, aunqueel verdadero productor y director es John Siegel. 

Esteinicio, con fotos fijas, de un momento histórico preciso, servirá un tanto comoel “Había una vez” de los cuentos de hadas, para llevarnos a una verdaderanarración extraordinaria, en la línea de Edgar Allan Poe, con un cuervoincluido, que marca el tono ominoso de la película, ya que de lo que se trataes de un cuento cruel, en el que la violencia va in crescendo hastaculminar en la tragedia, en la medida que se va dando una transformación de lospersonajes, en una trama, que pareciera primero una narración costumbristatradicional para terminar enfrentándonos con todo  el sentimiento trágico de la vida, en lamedida que los personajes van configurándose cada vez más y más. 

Delas fotografías del ejército del Norte de los Estados Unidos de América y delos desastres de la guerra, tomadas, naturalmente en blanco y negro, pasamos aun tono sepia, que nos introduce en un bosque sureño, por el que se arriesga aandar una púber de trece años, de trencitas, entre la niebla, quien, en surecolección, al parecer de setas, va emergiendo muy lentamente el technicolor. Y, de repente, la chiquilla, en sucaminata, se topa con un soldado herido, que le recuerda que su padre murió deesa manera, tal vez, como consecuencia del conflicto bélico. 

El herido, quien no es otro que un joven y atractivo Clint Eastwood, le pide ayuda, le hace una demanda, que la niña no duda en satisfacer y el hombre le da un beso, que más parece de seducción, que de agradecimiento y llegan a una casa de varias columnas del estilo de Tara, la hacienda esclavista del padre de Scarlett O’hara, aunque sin la elegancia de aquella casona, en la que se desarrolla la historia de Lo que el viento se llevó.

Esasí que la cinta se inicia casi como un cuento de hadas, en el que una chica,en plena pubertad, desafía el peligro del conflicto bélico y el encuentro conel cabo herido, podría ser como encontrarse con una suerte de ogro, sin saber aquién acogería, como si el hombre fuera una especie de Blancanieves, quecuidarían siete mujeres, en vez de siete enanos. 

Laniña llama a la señorita Martha, la directora del internado, mientrasdesesperada toca la campana de la portada, a la que acuden las mujeres,encerradas en aquella mansión y entre todas cargan al hombre herido parallevarlo a casa, a sabiendas de que es un verdadero yanqui, un enemigo. 

Uncuervo, para mí, bastante simbólico se asoma al balcón del caserón, cerca de lahabitación cómoda, donde las mujeres, lo acogen, lo lavan, porque ha tiempo nose ha bañado y le buscan un camisón. 

Elejército sureño se aproxima a la casa, con un yanqui prisionero, al que esperanque tenga una muerte lenta en la prisión La Fayette; pero, aunque le adviertendel riesgo de norteños tránsfugas, la rectora de la institución no es capaz dedenunciarlo y más bien les dice que orará por los soldados del Sur. Su idea eraproteger al hombre para que no muriera en la cárcel, sino que se cure y sepueda ir hacia la libertad. 

Elave negra, como la que espantó a María, el personaje de la novelacolombiana de Jorge Isaacs [2],se mantiene en el balcón, como una suerte de pájaro agorero. 

Laempleada hace una denuncia, bastante clara, cuando le dice al yanqui, que losblancos se están matando, mas no, precisamente, porque les importen los negros.

Detodas maneras, aunque Coppola, lo pueda hacer mejor desde su visión femenina,en la cinta de John Siegel, el hombre se vuelve objeto de la mirada y el deseode las señoritas y los celos empiezan a aparecer, ya que la presencia del varónha producido un cambio en todas ellas. 

Elcabo ya es capaz de caminar; pero se deja cuidar por Edwina (Elizabeth Hartman),quien le da la comida al enfermo postrado en cama; mientras la más pequeña, lasalvadora, va darle un beso, cuando la cuidadora ha salido. Otra le toca elpiano, para que no se sienta un prisionero; ella no le tiene miedo; pero,tampoco confianza. 

El hombre expresa su agradecimiento; si ellas lo atienden, dicen hacerlo por un asunto ético y él cuenta sus historias de guerra, en breves flashbacks, desvirtuadoras de la verdadera intencionalidad del cabo en la guerra.

Tambiénel soldado confiesa que hace tiempo no ve mujeres y quisiera que le tuvieranconfianza; pero la chica se molesta y le dice que, si llega a meterse conalgunas de las damas, que lo albergan, lo echarían de allí, porque resulta unintruso molesto, un verdadero outsider. 

Perolas chicas, prefieren evangelizarlo con el capítulo once de San Lucas, en elque Cristo enseña a sus discípulos el Padrenuestro, como para resaltar lo de noque nos metas en tentación, aunque el mensaje es ambiguo pues también enseña:Pedid y se os dará. Mientras Jesús exorcizaba a un endemoniado y advierte sobreel espíritu inmundo, que empeora cada vez más. Es importante oír la palabra deDios, en una generación, que es mala; lo importante es poner la llama para quedé luz y alumbre las tinieblas, porque como los fariseos, esos sepulcrosblanqueados, puede estar por dentro lleno de maldad y pasar de largo de lascosas de Dios. Algunos profetas serán bendecidos y otros sacrificados. 

Mientrasel cabo duerme, una de las chicas va a darle un beso en la boca. 

Cuandola señorita Martha, la directora del internado, va a hacer unas diligenciaspara la finca, la más pequeña va a llamar al señor McBee, para saludarlo y darlelos buenos días; él responde que se siente un poco encerrado. 

Todascultivan la huerta, bajo la dirección de la negra, quien valora el trabajo desu raza, mientras le lleva huevos a ese hombre, al cual debe afeitar, por ordende la directora,  no sin ciertas palabrasde doble sentido, bastante seductoras. 

Laseñorita Martha regresa y el hombre en muletas sale a caminar por el corredordelantero de la casa, donde inicia un diálogo cercano con la etérea maestraEdwina, a la cual invita a una mayor intimidad, pese a que esa chica tandesconfiada. 

http://www.bandejadeplata.com/criticas-de-cine/el-seductor-the-beguiled-1971/ 

McBeeagradece a la señorita Martha, su acogida, salvadora de la muerte y de lasalud, mientras el vuelve a narrar, en rápidos flashbacks, momentos dela guerra; para, luego pasar a jugar al solitario, mientras la chica másseductora se le acerca, para continuar el amorío; pero, Edwina los sorprende yel hombre disimula, con una seducción a la maestra, mientras la jovenseductora, los espía, presa de la rivalidad y de los celos. 

Entoncesaparecen tres jinetes, mientras la seducción continúa, hasta que los amantes sedejan, mientras el soldado se esconde y al ser sorprendido lucha contra ellos;sin embargo, la señorita Farnsworth tercia para defenderlo y hacerlo pasar porun buen hombre, leal al ejército del Sur. 

Ahora,que ha recuperado sus fuerzas; el asilado, comerá con ellas, mientras se ofreceenseñarles a bailar y le hacen encabezar la mesa, de frente a la directora,quien se ubica en el extremo opuesto, como si fueran los padres de una familia,mientras señoritas entre ellos, a lado y lado del comedor, funcionan como hijasde la pareja. 


Pero,el ejército sureño tiene sospechas y las visita a ver qué tan protegidas están;pero, la rectora les advierte que no necesitan de su protección e invitan alcabo a una copa de vino. 

Laexcitación sexual empieza a darse en todas aquellas mujeres solitarias,identificadas todas en su deseo por ese objeto masculino, como si fuera unaespecie de Adonis. 

Todos,tanto él como ellas, son conscientes de sus fantasías sexuales, de sus ensueñosnocturnos, donde una a una van desfilando ante el activo cuerpo delseductor/seducido, con algunas escenas evocadoras de Ingmar Bergman, como ladel cuerpo masculino tendido y al fondo una de las mujeres sentada, como elcuadro de La Pietá, que cuelga en alguna pared del caserón, con imágenes,que dan cuenta de la maestría de John Siegel, como director. 

Elmundo onírico también se plaga de intentos de realización del deseo, en uncontexto, en el que la moral victoriana reprimía la sexualidad, aún a costa decausar, como diría Sigmund Freud, la nerviosidad moderna. [3]

Pero,una vez despiertas, los encuentros sexuales empiezan a realizarse, en tomas muysutiles, cargadas de ternura y sensualidad, lo que desencadena francamente loscelos entre las féminas. 

Perono quieren que el asunto se comente, sino hacer pasajes al acto del conflicto,que las concierne a todos; como, para defenderse de la franca seducción, Edwinalo lanza por la escaleras, con lo que produce una nueva lesión en la pierna;las mujeres planean hacerlo gangrenar, para amputarlo después; para ello,estudian textos de anatomía; así las huríes de los sueños del sultán en elharem, se conviertan en brujas castradoras y vengativas, como verdaderasErinias, más con el tono de una tragedia griega, que de un drama, cargada ella  del suspenso de un buen thriller, en el que estassádicas mujeres, le expresan todo su odio, mientras todas desfilan por lafantasía del hombre. 

Lamás pequeña le reclama al cabo, que se hubiera metido desnudo en la habitaciónde una de las chicas porque ella pensaba, a partir de aquel beso inicial, queél a quien amaba era a ella, por su belleza puberal.

Elsoldado se encuentra un arma de fuego y chantajea a la señorita Martha, con que,si no lo dejan acostarse con alguna de las chicas, avisará a soldados yanquis,para que vengan a violarlas; la directora va a orar a Nuestra Señora de las Angustiaspara que las proteja; pero, todas aquellas señoritas seencuentran muy asustadas, ya que han convertido al hombre en su franco enemigo,puesto que del amor al odio no hay sino un paso. 

Élse torna sarcástico, castigador y vengativo. 

Lossueños sexuales han devenido una pesadilla real, que para nada me parece deestilo gótico. 

Edwinava a ofrecérsele sexualmente nuevamente a puerta cerrada, para declararle suauténtico amor. 

Lasdemás desean que el cabo se vaya, porque ninguna quisiera sentirse responsablede su muerte; pero, podrían prepararle un veneno; de donde mandan a la niña máspequeña que vuelva, como en la primeras escenas del filme, a recoger setasvenenosas, para nada comestibles, como las de antes y lo invitan a cenar denuevo, en la que le ofrecen los hongos recogidos en el bosque, los cuales leresultan sabrosos por su sabor boscoso, de aire libre y anuncia, que partirá aldía siguiente con Edwina, con quien va a casarse, porque ella le pidió la manoy él aceptó, mientras el cabo se engolosina con aquellos hongos, que las demásrehúsan comer, salvo Edwina, lo que hace que la directora reaccione con laprohibición de seguirlos comiendo, mientras él empieza a sentir los efectos delenvenenamiento y muere. 

Elcadáver lo embalan en un saco cosido por ellas mismas y se lo llevan fuera delinternado.

Cuando la cinta se realizara  empezaba la década de 1970, en esos años que Clint Eastwood  hacia su ascenso hacia el estrellato en Hollywood, mientras regentaba su propia productora Malpaso Company, de tal manera, que tenía todo el control sobre las cintas en las que actuaba y, de repente, llegaría a sus manos la novela de Thomas P. Cullinan, que enseñaría a su gran amigo Don Siegel y ambos coincidirían en apreciarla como una historia de terror atípica, que les brindaba grandes oportunidades para lograr una obra maestra, la cual resultó de sumo interés para la Universal, dado el éxito que había tenido el tándem Eastwood/Siegel con sus películas de vaqueros; el productor ejecutivo Jennigs Lang se frotaba las manos ante las ganancias, que podía generarle la cinta, la cual prometía ser todo un éxito comercial; pero, después le entraron dudas, porque no se trataba de un Western clásico, como los que había realizada esa célebre dupla y corría el riesgo de no ser comercial por lo extraño de su estilo.

Elproyecto resultaba bastante audaz y el propio Clint no sabía si, en realidad,quería hacer el papel del cabo McBurney, ya que eventualmente, tal personaje nofuera del gusto del público, con lo cual podía poner en peligro su ascensoestelar, ya que el soldado podría resultar sumamente antipático, poraprovechado y finalmente moría, víctima de una conspiración femenina. 

Pero,Siegel, pensó que Eastwood no debía echarse a atrás, puesto que dejaría de serel vaquero clásico, para convertirse en un personaje trágico, lo cual loencumbraría en el camino del arte dramático y, efectivamente, yo creo queestamos ante una de las mejores actuaciones del actor hasta ese momento, en unfilme del que Siegel se honraba como la mejor de sus obras, ya que realmente,la cinta se convertiría en una cinta notable en la historia del cine, quetrascendería el tiempo hasta el punto de que Sofía Coppola retomara el tema,para rehacerlo desde otra perspectiva, más de cuarenta años después. 

Eldirector puso toda su libido en la creación de esta narración oprimente,claustrofobígena, para subrayar la intencionalidad, subyacente al lenguaje noverbal, de las miradas y los gestos, donde hasta las luces, el mobiliario y loscuadros tienen algo que decirnos, para ofrecernos una auténtica obra de arte. 

Adiferencia de los westerns anteriores, esta historia de desarrolla a puertacerrada, casi como en el drama sartreano, en el que el infierno son los demás[4],de una manera siniestra, yo diría más que terrorífica. 

Lainterpretación de Eastwood fue totalmente distinta a la de sus otrospersonajes, para presentarse como un ser, que pone en cuestión a la moralvictoriana de la época, aunque sea como el fariseo del capítulo, que le leendel evangelio de San Lucas, [5]con una amoralidad, que podía resultar antipático a los espectadores de ladécada en la que se hiciera cinta; pero, que ahora podemos comprender, que sonsituaciones, que se dan en tiempos de guerra, con toda la violencia, que ellaengendra y el escepticismo, que genera, casi podríamos decir, que se hacerepresentante de una moral de la ambigüedad, a veces adorable, encantador yotras un verdadero villano, siempre con el semblante de la amabilidad, salvocuando realmente se enfurece, con aquellas ominosas señoritas, en un climaentre onírico y realista, que logra muy bien la cámara de Bruce Surtees. 

Sibien la cinta no fue bien acogida por el gran público, acostumbrado a otroEastwood, sí que lo fue por la crítica cinematográfica, que destacaba su nuevaforma de actuar, que lo convertiría en todo un actor de carácter, con lo cualla carrera del artista tendría un punto de inflexión, ya que dejaba de ser unacara impávida. [6] 

EnFrancia, la película fue muy bien recibida entre los críticos cinematográficos,no sé si por su tono existencialista, y consideran la encarnación de McBee,como uno de los mejores trabajos interpretativos del actor. [7] 

Sinlugar a dudas, la estética del filme resultó exquisita, cargada desensualidad  y simbolismos, toda unacrítica a la moral sexual victoriana, que cambia la sexualidad por laenfermedad y la muerte, pues como señala ElCriticón: la cinta nos muestra que la represión sexual del deseo dominante y elsilencio de los impulsos más primitivos son los asuntos claves de este atmosféricotrabajo… del interesante Don Siegel, quien nos presenta una historiapesimista, misántropa y desencantada, una visión demoledora del género humano,de gran profundidad psicológica, como en una especie de metáfora irónica ytransgresora. [8] 

Estamosante una cinta, para nada, previsible y rutinaria, con tratamiento temático muyoriginal, donde uno de los actores duros del cine se convierte en una víctimade un grupo de mujeres apasionadas, aparentemente honestas y desamparadas,dentro de las cuales opera el más escondido Mr. Hyde, para volver a lasapariencias de decencia de una sociedad victoriana, como verdaderos sepulcrosblanqueados, en el mejor estilo de un doctor Jekyll, bondadoso y honrado [9] . ¿Perocómo hacerse responsables de sus deseos sexuales y tanáticos?  

Vilagarcíade Arousa,  2 de septiembre del 2017 



[1] Díaz Landuce,I. SofíaCoppola. Mujerhoy, 5 de agosto del 2017

[2] Isaacs, J. María.Editora Latinoamericana, México, 1960, 261 pp. 

[3]  Freud, S. Lamoral sexual cultural y la “nerviosidad moderna” en Obras Completas (t. IX), Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976, pp. 159-181 

[4] Sartre, J-P. Las moscas/A puerta cerrada/Muertos sin sepultura/La mujerzuelarespetuosa/Las manos sucias. 7ª edición, Editorial Losada, 1968,p. 117 

[5] Nácar-Colunga. Sagrada Biblia. 6ª edición, Biblioteca de Autores Cristianos,Madrid, 1955, 11, 1-54, pp. 1263-1265 

[6]Abuín, A. Clint Eastwood: “El seductor” 24 de marzo del 2003. https://www.espinof.com/cine-clasico/clint-eastwood-el-seductor 

[7] Wikipedia. Clint Eastwood. https://es.wikipedia.org/wiki/Clint_Eastwood 

[8]DeLa Fuente Lucena, A. El seductor. Cultura Contemporánea. https://culturacontemporaneaugr.wordpress.com/2014/10/24/el-seductor/ 

[9]Stevenson, R. L. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde/Olalla/El tesoro deFranchard. Club Internacional del Libro, Madrid, 1998, pp. 5-82.