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La nueva narrativa de los años sesenta

La Nueva Narrativa de los Años Sesenta: Julio Cortázar como la
Vanguardia de la Contemporaneidad Hispanoamericana

 

Por Gisele Reinaldo da Silva (*)

Río de Janeiro, Brasil

 

 

Resumen: La propuesta de este ensayo es analizar las causas y características de lo que configuró la nueva narrativa de los años sesenta y sus impactos en el modo de vida Hispanoamericano. Para tanto, elegiremos Julio Cortázar, por su novedosa contribución  a la imaginación libre, en una creación literaria que tanto lo que está dicho como lo no dicho son de igual relevancia.

Palabras clave: Narrativa, Literatura Hispanoamericana y Julio Cortázar.

 

Abstract: This essay aims to analyze the causes and consequences of the new narrative of the sixties and its impact on the Hispano-Americano lifestyle. Therefore, we will elect Julio Cortazar by his free imagination in a literary construction that the unsaid is as relevant as what is said.

Keywords: Narrative, Hispanoamericana Literature and  Julio Cortazar.
 
 

 

 

En las primeras décadas del siglo XX el hombre ya globalizado se ve obligado a reposicionar su actuación y espacio en una organización mundial de aspiraciones complejas, distanciadas de los valores tradicionales validados por la estética realista y tendenciosa a un pacto eterno con la libertad. Son las vanguardias una especie de apertura en América a este espíritu nuevo. Hasta los años 40/50 hay una difusión de las vanguardias y del regionalismo que abrirán espacio para lo que vendría a ser constituida posteriormente la nueva narrativa de los años sesenta.

El modernismo, la explosión demográfica y el crecimiento delirante de las ciudades serán determinantes para la configuración de un fenómeno atractivo y de amplia repercusión en los años sesenta, el boom. Hay no sólo la fundación de editoriales, como también una larga ampliación del universo de lectores, indagadores de una identidad, bien como factores históricos como la revolución cubana, que han atraído la atención a la literatura hispanoamericana, no más en su carácter descriptivo, pero como un paso a la libertad de la imaginación. La tensión entre la tradición y la innovación es, por excelencia, el foco literario de la narrativa de 60.

 
Había, antes, una tendencia documental y naturalista en la novela tradicional hispanoamericana que trataba de mostrar el drama de la propia vida de países que llegaron a la independencia sin identidad, que tuvieron sus tesoros soterrados por colonizadores y liberarse del conquistador significaba un cambio de perspectiva en cuanto al papel de la naturaleza. El carácter devastador de la literatura de la época combinaba con la existencia de dictadores en escala nacional o regional que implementaban el terror sanguinario a la masa explotada. Cabía al novelista tradicional, por lo tanto, la defensa de la civilización de esa masa explotada, que sufre injusticia, a partir de esa documentación de la realidad de su país o región, basada en los valores morales y didácticos que conducían el pensamiento intelectual de la época.

Si en Europa la naturaleza estaba en contacto armónico con el hombre, en la literatura hispanoamericana tradicional era la naturaleza la enemiga que destruía voluntades, traía el deshonor y conducía al aniquilamiento. Lo que garantizaba ese poder y protagonismo a la naturaleza era la propia barbarie en las relaciones humanas a su alrededor, que eran, por su vez, más negativas que la esencia voraz de lo natural.

Ya el siglo XX exige una lucha no más de minorías oligárquicas dentro de una masa anónima, sino que el novelista debe actuar dentro de una sociedad indudablemente compleja, industrial,  nacional e internacional, que plantea mucho más cuestiones, en lugar de suponer respuestas.

 

 

La industrialización promueve cambios inmensurables en la organización económica y social de Hispanoamérica, que se ve inmersa dentro de una lógica capitalista y urbanizada: Y la categoría de héroes y villanos, típica de una novela estática que se ocupa de reflejar una sociedad estática da lugar a una complejidad de creación de lo literario, como forma de acompañar los procesos sociales y humanos en cambio. Se trata de un proceso radical de revolución social que, por su dinamismo, transforma lo estático en transitorio, rompe con el poder supremo de la naturaleza, mueve las jerarquías sociales, promueve cambios en el destino, que abarca tanto los seres de la ficción como el hombre común.

Hay un abandono del realismo realista, mayoritariamente descriptivo y burgués, a fin de crear una realidad literaria mucho más poderosa y amplia, capaz de expresar un lenguaje de mitos que no se restringen a la dicotomía social capitalismo-socialismo, sino que explota una suma de hechos maravillosos, contradictorios, absurdos, surrealistas, realistas, fantásticos que buscan comprender el ser humano en su límites máximos.

El símbolo es el mito y el mito configura la realidad verdadera, es decir, la transparencia de la escritura logra opacar las verdades universales del mundo. El intelectual está situado en un mundo ambiguo, colectivo e individual, cuyas preguntas son de inefable angustia, su poder de respuesta es relativo y la temporalidad de cada obra es dudable, ya que el presente no da cuenta de abarcar toda la complejidad de relatos que, en verdad, necesitan transitar igualmente en el pasado y futuro.

La obra debe tener un carácter de desorden, o sea, de implementación de otro orden posible. Al mismo tiempo que se impone una apertura al mundo cerrado de la tradición, la literatura ya no puede ser universal. Obliga al lector a penetrar los niveles de lo real que la realidad cotidiana suele negar. Hay una liberación de los espacios simultáneos de lo real que la lógica lineal del tiempo y espacio no permitirían.

La narrativa de los años 60 es, por excelencia, la transgresión del realismo tradicional basada en un salto a la complejidad de la aprensión de la realidad, teniendo en cuenta su pluralidad y riqueza interpretativas. Hay un proceso de “desrealización” que viabiliza una ruptura con lo tradicional y la adopción de una literatura libertadora, representante del hombre dual, disforme, ambiguo, ubicando en un tiempo y espacio no delimitados y cronológicos, sino lleno de proyecciones y simbologías que la previsibilidad del pensamiento racional no daría cuenta de englobar.

Son los años 60 un momento histórico de afirmación emergencial del proceso literario que circunda en Hispanoamérica. La construcción del texto debe conducir a un lenguaje que refleje la originalidad, creación e imaginación americanas frente al prejuicio de la dominación de los países centrales. Se abalan los pilares del mundo y la literatura adquiere una amplitud estética de irrefutable relevancia para su papel representativo de la evolución humana.

Se abre espacio, entonces, para la ironía, la ambigüedad, las contradicciones de la fatalidad,  y la nueva novela latinoamericana amplía, inefablemente, sus temas, complejidad, intenciones y procedimientos.

La comprensión de lo que es ser humano se apropia de nuevas perspectivas, y cabe a la literatura adaptarse, es nuevo concepto de hombre, no solo únicamente universal y descifrable, sino individual y lleno de facetas. La experiencia estética se redimensiona y asume una posición autónoma, lo que permite que se investiguen aspectos transcendentales de la existencia humana, aunque se mantengan en profunda sintonía con las indagaciones de la vida cotidiana, a partir de situaciones concretas.

Hay, por lo tanto, una diversidad de planos dentro de la obra que forman un cuerpo único y posible, aunque novedoso e ilógico bajo el punto de vista empírico. Las pequeñas actitudes y necesidades que componen la existencia humana abrigan también sus angustias y embates diarios. Tanto lo que está dicho como lo no dicho son de igual relevancia y el lenguaje literario es una representación que se representa.

La incorporación de una nueva concepción a lo literario se fundamenta en la construcción de la imagen de lo que es ser americano, la búsqueda de sus orígenes y la articulación de lo nacional con lo universal.

Aunque es imposible enumerar todos los rasgos de la nueva narrativa, hay una serie de elementos que se repiten en las obras literarias contemporáneas, que las diferencian de las de otros períodos. Es característica de la nueva narrativa la presencia de un narrador protagonista, más frecuente que el omnisciente, lo que provoca un cambio significativo en la estructura del relato, narrado por quien lo está viviendo, no en tercera persona. Además hay el quiebre de la cronología narrativa, la presencia de una multiplicidad de espacios y la incorporación de lo fantástico como comprobación de que la razón no es un camino único a la verdad absoluta. La incertidumbre en el lector es notoria, ya que el mismo está sometido a una multiplicidad de efectos y una participación mucho más activa en la producción del arte.

En este contexto, la obra de Julio Cortázar, según  Jozef (2009), es uno de los proyectos estéticos más integrales en las letras contemporáneas, que contribuyó a la renovación no apenas de la literatura, sino también del intelectual hispanoamericano y su manera de relacionarse con el mundo. La maestría de su obra se justifica por la adopción de un juego donde se perjura el profundo del ser humano para conseguir su revelación. Es una literatura que toca muy profundo el ser al mismo tiempo que se ocupa también de lo transitorio.

Para Cortázar, el hombre es lo que se haga con su libertad y cabe a la literatura librarse de los dogmas que la paragmatizan, asumiendo su papel revolucionario, contra el determinismo que controla la praxis humana. Considera la literatura como una conquista verbal de la realidad y una búsqueda por un lenguaje que abarque el ser humano y su realidad en totalidad. Tratar del sujeto significa tratar del lenguaje, que no apenas lo describe, sino que lo constituye.

En el ensayo Traslado, dedicado a Leopoldo Torres Agüero (apud, JOZEF, 2009), el escritor afirma que:

 

En el momento en que se perciben dos cosas tomando conciencia del espacio entre ellas, hay que ahincarse en ese intervalo. Si se eliminan simultáneamente dos cosas, entonces, en este intervalo, resplandece la realidad (CORTÁZAR, 1978, apud JOZEF, 2009).

 

Cortázar reconoce la precariedad de lo real. Su búsqueda es por el hecho puro, la escritura. Su contacto con lo escrito lo hace deslizar de un plano físico a una superficie incorpórea y es justo de esa mezcla que se constituye el arte novedoso.

Representa, por tanto, la vanguardia de la contemporaneidad hispanoamericana. Comparte con su lector una visión libertaria, un deseo permanente de conocimiento profundo del alma humana, una insatisfacción desautorizada con lo previsible y, por lo tanto, revolucionaria. Ve la vida no como un proceso patético de reproducción y placer, sino como un proceso de trascendencia.

A partir de tales aserciones, se puede comprobar la inmensurable importancia histórica y social de la narrativa de los años 60 para la comprensión del hombre histórico y social, ambiguo y en constante evolución. 

 

 

 

Referencias Bibliográficas

 

JOZEF, Bella. História da literatura hispano-americana. 4. ed., rev. e ampl. Rio de Janeiro: Editora UFRJ; Francisco Alves Editora, 2005.

Julio Cortázar y la búsqueda del nuevo hombre, in: El espacio reconquistado, Valladolid, Universidad Castellae, pp.65-76. Edição em português: (1993) “A busca do novo homem”. O espaço reconquistado. Linguagem e criação no romance hispano-americano contemporâneo. São Paulo, Editora Paz e Terra, pp. 67-78.

Julio Cortázar, Perspectivas Críticas. Valladolid,  pp . 550-558. MORAES, A.; Dalvi, M.A.; Scardino, R. A Crítica Literária: Percursos, Métodos, Exercícios. Vitória: Ed. PPGL, 2009.

 

 

 

(*) Gisele Reinaldo da Silva. Máster en Literatura Hispanoamericana en la Universidade Federal do Rio de Janeiro (2011). Titulada en Letras (Portugués y Español) por la Universidade Federal do Rio de Janeiro (2005-2010). Titulada en Pedagogía por la Universidade do Estado do Rio de Janeiro (2005-2010). Intercambio universitario en la Universidad de La Coruña, España (2007-2008) en el curso de Filología Hispánica.

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