Ángel Cruchaga

CONVERSANDO CON VICENTE HUIDOBRO

 

Ángel Cruchaga Santa María

 

 

Las figuras intelectuales más interesantes acaso son aquellas que a través de combates arduos logran vencer, premunidas de su grandeza. 

El artista que ha nacido en un ambiente de paz y no conoce el resquemor que produce una herida sin bálsamo, no posee el mérito máximo del esteta que ha ido cotidianamente auscultando el corazón del mundo en una compenetración íntima y aceda. 

Entre los intelectuales chilenos existe un poeta que después de sufrir el turbión de las diatribas burdas y del sonreír liviano de los histriones malévolos y oscuros ha encontrado una senda en la cual gustará un perenne reposo espiritual. 

Este artista se llama Vicente Huidobro. Él será un desorientado para aquellos que viven adorando a muchas de nuestras risibles momias literarias. La bizarría de sus versos novísimos, el grito de su corazón sano y profundo, batido por vientos potentes, parecerán sacrilegios en la conciencia de los iconoclastas. 

¡Santa inocencia que me hace sonreír desde mi rincón luminoso! 

Pensando que nadie podría darme una idea más precisa de las escuelas literarias de hoy, especialmente de las de Francia y España, fui a conversar con Vicente Huidobro. Su estada de más de dos años en Europa lo facultaba para guiarme por los caminos intelectuales por él recorridos. Huidobro al saber que deseaba entrevistarlo quiso enmudecer, como lo había hecho con muchos literatos; pero mi tenaz insistencia logró el propósito. 

Sus palabras traducen un formidable soplo estético que hallará comprensión en todos aquellos que han aguzado el alma en la angustia lírica. 

He aquí nuestro diálogo: 


¿Qué orígenes tiene el creacionismo, o sea, la escuela así bautizada? 

Ante todo no sé por qué a esta escuela han dado en llamarla creacionista. 

Si nos viésemos forzados a buscarle antecedentes a toda costa, algunas de sus características podrían verse en ciertas frases de Rimbaud y de Mallarmé y en casi todos los grandes poetas de épocas anteriores. Por esto yo considero que el creacionismo no significa una revolución tan radical como han creído los críticos en el primer momento, sino la continuación de la evolución lógica de la poesía. 


¿Qué tendencias literarias modernas existían a su llegada a París? 

Cuando llegué a la capital francesa, conocí varios círculos literarios de las últimas tendencias, muchos de los poetas jóvenes que deseaban escapar del molde simbolista habían caído en, algo mucho peor: "el futurismo". Estos jóvenes publicaban la revista Sic, cuyo director era Pierre Albert Birot, y en la cual colaboraban entre otros Pierre Reverdy, Jean Cocteau, y en algunas ocasiones, Guillaume Apollinaire. 

Birot, aunque creía ser futurista era solamente un simbolista, y esto acontece a todos aquellos que comulgan en la escuela auspiciada por Marinetti. 


¿Cómo se manifestó en París el creacionismo? 

Después de largas conversaciones y de un cambio continuo de ideas por el más interesante de los jóvenes poetas: Pierre Reverdy, fundé con él la revista Nord-Sud, en marzo de 1917. En esta revista, pues, ha nacido la nueva tendencia, la más seria y profunda después del simbolismo. Nosotros no hemos pretendido como los futuristas hacer el arte de mañana, ni como los neosimbolistas interpretar el arte pretérito, nos contentamos simplemente con hacer el arte de hoy. 


Antes de seguir hablando de los poetas creacionistas, dígame ¿qué otras tendencias sobresalen en la literatura francesa? 

La escuela de los "unanimistas" fundada por Jules Romains y George Duhamel y la de los "simultaneístas", representada por H. Barzun, Sebastián Voirol y Fernand Divoire.


 ¿Cuál es el credo estético de los "unanimistas"? 

Los “unanimistas” pretenden sentir la vida en su unanimidad, o sea, en el sentimiento colectivo, como lo ha demostrado Romains en su poema "Le Theatre". Es el hombre el que se compenetra con los que está a su alrededor, aun con las cosas inertes y las cosas comunes. 

Los "simultaneístas" anhelan presentarnos en conjunto la simultaneidad de los sentimientos diversos, haciendo que hablen en sus poemas varias voces a la vez. Anteriormente a ellos, Jules Romains, jefe de los "unanimistas", había presentado, en 1909, en un teatro de París, su poema "L'eglise", a cuatro voces, y un poeta rumano Tristán Tzara había hecho lo mismo con su poema a cuatro voces "Fievre puerperale". Villiers de L' Isle Adam hizo un ensayo de poema a varias voces y Mallarmé en un ensayo estético habló de la oda, a múltiples voces.

Ejemplo de "simultaneísmo", aunque algo rudimentario, hallamos también en la Edad Media en un poema del Arcipreste de Hita. Fuera de estas reformas no raciales, los unanimistas y simultaneístas siguen siendo en el fondo simbolistas. 


¿Cuál es la estética del creacionismo? 

Para contestar necesitaría escribir un libro. En una conferencia que dicté hace tiempo en Francia, y que consta de más de ochenta páginas, pude apenas señalar los puntos principales mostrando la seriedad de nuestra estética. 

Queremos hacer un arte que no imite ni traduzca la realidad; deseamos elaborar un poema que tomando de la vida sólo lo esencial, aquello de que no podemos prescindir, nos presente un conjunto lírico independiente que desprenda como resultado una emoción poética pura. 

Nuestra divisa fue un grito de guerra contra la anécdota y la descripción, esos dos elementos extraños a toda poesía pura y que durante tantos siglos han mantenido el poema atado a la tierra. 

En mi modo de ver, el "creacionismo" es la poesía misma; algo que no tiene por finalidad, ni narrar ni describir las cosas de la vida, sino hacer una totalidad lírica independiente en absoluto. Es decir, ella misma es su propia finalidad. 

En general, los poetas de todas las épocas han hecho imitaciones o interpretaciones más o menos fieles de la vida real. 

Yo creo, y esto es fácil concederlo, que una obra de arte mientras mejor imitada o interpretada esté, será menos creada. 


¿A qué causas obedece la supresión de la puntuación en el creacionismo? 

Creo que la puntuación era necesaria en los poemas antiguos, eminentemente descriptivos y anecdóticos y de composición compacta; pero no así en nuestros poemas en los cuales por razón misma de su estructura y dado que las diferentes partes van hiriendo distintamente la sensibilidad del lector, es más lógico cambiar la puntuación por blancos y espacios. Se comprende que al principio esto pueda causar desorientación; pero pronto el lector, a medida que va habituándose, acepta la razón que nos obliga a ello. 


¿Son numerosos los poetas que forman el grupo creacionista? 

En mi concepto, y dentro del sentido puro de nuestra estética, son aún reducidos, aunque día a día nuestro grupo va acrecentándose con jóvenes de gran talento y de fuerte cultura, que se lanzan entusiastamente por el nuevo camino.

 

¿Cuáles son las obras publicadas por los creacionistas?

Reverdy ha publicado, La lucarne ovale, Le voleur de Talau y Les ardoises du toit, Jean Cocteau aún no ha dado a la publicidad ninguna obra; pronto editará su poema "Le Cap de Bonne Esperance" y "Le Cocq et L' Arlequín"; Blaise Cendrars, joven poeta suizo, acaba de publicar La guerre au Luxemburg, Profond aujourd’hui y Le Film de la fin du monde, y tenía últimamente en prensa, Le Panamá ou les aventuras de messepts oncles. 

Hay también un poeta alemán: Ruibiner, quien, a pesar de la separación ideológica ocasionada por la guerra, sintió latir fraternalmente su espíritu con el nuestro y quiso realizar en obras la estética creacionista, publicando el poema "La lumiére celeste". 

Hay además un joven poeta inglés, Ezra Pound, que también ha deseado venir a nosotros y que iba a traducir a su idioma natal mi libro Horizon Carré.

 

¿Qué poetas españoles de hoy son creacionistas? 

De los poetas jóvenes de España, los más interesantes sin duda alguna, se han acercado a nuestro grupo. Ellos son aún desconocidos en América, pero no por eso sus obras dejarán de tener menos importancia. Son estos: Ramón Prieto y Eliodoro Pucha, Mauricio Bacarise, quien... [ilegible en el original]

 

¿Alguien presintió el creacionismo en América antes de su viaje a Europa? 

Solamente Carlos Muzzio Sáenz Peña, crítico argentino, que leyendo, en 1916, mis versos vio claramente nuestras tendencias futuras.

 

¿Hay alguna escuela literaria interesante fuera de las ya nombradas? 

La de los "imaginistas", que es una escuela oriunda de Inglaterra, con ramificaciones en Estados Unidos y Canadá. Sus principales figuras son: Richard Aldington, director de la revista The Egoist; Skipwith Cannell, Horace Holley, James Joyce y Ezra Pound, director de la Little Review, de New York. 

Los imaginistas pretenden hacer una exposición directa del sujeto, presentando las cosas desnudamente; sus poemas son una sucesión de imágenes de la cual debe desprenderse la sensación total.

 

¿Qué opinión le ha merecido el artículo de Canssinos Asséns sobre su obra, publicado en el primer número de Cosmópolis? 

Estoy muy agradecido porque es demasiado elogioso para mí; pero me parece que hay en él dos errores que es necesario desvanecer. En ese artículo aparecería yo como habiendo recogido en mi libro Horizon Carré, el evangelio práctico de Les Ardoises du toit, de Reverdy, lo cual es imposible, pues mi obra es anterior; y además, mucho antes de conocer a Reverdy había yo escrito y publicado en Buenos Aires casi toda la primera parte de Horizon Carré, en una plaquette titulada El espejo de agua, algunos de cuyos poemas, como 'El hombre triste" y "El hombre alegre", leí en esa misma ciudad en el Ateneo Hispano-Americano el año de 1916. 

No pretendo con esto dar a entender que yo haya influenciado a Reverdy, eso sería tan falso como que él me hubiera influenciado. Fue solamente una analogía espiritual, y así el primer día que nos hallamos en París pudimos constatarlo leyéndonos mutuamente poesías en las cuales había cierto fondo estético semejante. Sin embargo, fuera de este pequeño fondo semejante bastaría leer nuestras obras para percibir la absoluta diferencia que existe entre ellas. Mientras Reverdy es un poeta eminentemente dramático, yo creo ser un poeta puramente lírico. Además, como usted ha visto en sus libros, Reverdy es todavía un poeta descriptivo. 

El otro error de Canssinos ha sido el de incluir en nuestro grupo los nombres de Roger Allard y Louis de Gonzaque Frick, dos poetas sin ningún valor original y absolutamente simbolistas. También he visto mezclado en el grupo aludido los nombres de Apollinaire y Max Jacob, los cuales apenas pueden ser considerados como un puente entre el simbolismo y nosotros.

 

¿Cuáles son las obras creacionistas que ha publicado usted? 

El espejo de agua, Horizon Carré, Hallali, La Tour de´Eiffel, Ecuatorial, Poemas Árticos y el ballet ruso Le Football, con música de Stravinsky.

 

¿Qué obras tiene en preparación? 

El poema creacionista simultaneísta "La lumiérre Artificial", a tres voces en gramófono con nuevos procedimientos; el "Romancero de Buffale Bill"; la pieza de teatro titulada Johohé y "Las... [ilegible en el original] ensayo sobre La nueva estética. 


Después de escuchar la ferviente voz de Huidobro, saturada de espíritu y de verdad, sentí en mi corazón como un crecimiento de alas. 

Quien lleva tanta fe en los ojos vencerá las emboscadas triunfando en todos los caminos donde vaya su alma de viajero obsesionado por nuevas estrellas. 

Para penetrarse de la esencia del creacionismo y poder estimar su finalidad profunda es preciso analizarlo detenidamente, no con la premura con que puede hacerlo un crítico que sólo vea las exterioridades sin desentrañar los prestigios rotundos que brotan de cada verso, que es como un peldaño en la gran escala de la sensación total, o sea, en el completo amasijo en el cual vibra la armonía y se destacan diáfanamente las imágenes que dan la impresión de un mundo original, más conciso y sugerente que el mundo nuestro monótono de vejez. 

Canssinos Asséns, cuyo criterio nunca fue torcido por ruines manejos, ha publicado en La Correspondencia de España y en Cosmopolis siete artículos sobre el creacionismo. En ellos señala a veces con una sutileza admirable los atributos de la nueva escuela, haciendo un firme elogio de la personalidad de Vicente Huidobro, llegando a decir que el más alto acontecimiento artístico español del año de 1918 era la pasada de este gran poeta por la ciudad de Madrid.

Huidobro partirá pronto a Europa donde piensa proseguir su labor independiente y fecunda.

 

(El MercurioSantiago, 31 de agosto de 1919, pág. 4)


 

 Ángel Cruchaga Santa María nació en Santiago el 23 de marzo de 1893. 

Influenciado por los simbolistas franceses y por los "poetas malditos" (Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Tristan Corbiere, entre otros), dio a conocer su primer poema "El conde Narciso" en 1908; tres años más tarde, la revista Zig-Zag publicó "Nada más", para luego en 1915 publicar su primer libro Las manos juntas.

Junto a Vicente Huidobro fundó la revista Musa Joven en 1912 y fue colaborador en las revistas y periódicos: Zig-Zag, La Unión de Valparaíso, La Discusión de Chillán, Caras y Caretas de Buenos Aires, Corre-Vuela, la Revista de Los Diez, y Letras, entre otras.

En su producción poética es posible detectar la presencia de ciertas constantes, como por ejemplo: el énfasis permanente en el mundo del amor, la predisposición a la tristeza, la presencia de mujeres que en su obra son -según el propio autor- "trizaduras etéreas, seres de transparencia fantasmal inexistente"; la actitud contemplativa que conlleva un escaso sentido de la acción inmediata y una especial afinidad con el arte y el pensamiento oriental. Fue precisamente esta estética la que empleó en la escritura de Anillo de jade, publicado en 1959.

Tras recibir numerosos premios, entre los que se encuentran el segundo premio en el Concurso Estudiantil de la Federación de Estudiantes; el primer premio en los Juegos Florales de Curicó que compartió con Pablo Neruda, quien en 1946 seleccionó y prologó, una Antología de sus poemas. En 1948 el jurado integrado por Juvenal Hernández, Humberto Díaz-Casanueva y Mariano Latorre, le concedió el Premio Nacional de Literatura.

Ángel Cruchaga Santa María falleció en Santiago, el 5 de septiembre de 1964. Treinta y dos años más tarde, Manuel Silva Acevedo publicó La hora digna, libro compilatorio de sus mejores obras.