Carlos García (Hamburg)1

LA QUERELLA ENTRE LOS MODERNOS. VICENTE HUIDOBRO Y GUILLERMO DE TORRE (1920).

Con un excurso sobre Torre y Paul Dermée.

 Carlos García (Hamburg)


La querella entre antiguos y modernos es ya un tópico de la historiografía li­te­raria europea. El pri­mer cuarto del siglo XX nos ofreció una pin­toresca variante de ese tópico: lo que podríamos llamar la querella entre los mo­­dernos y los más modernos, que tuvo lugar entre miembros de diversos movimientos de vanguardia. Lejos de ser un juego meramente divertido, la primacía real o imaginada de alguna persona o grupo se convirtió, cuan­do menos en las letras cas­te­lla­nas, en una cuestión de honor, y desató por ello serias contiendas per­sonales. Hacia 1918-1921, la hubo entre Ramón Gomez de la Serna y Ra­fael Cansinos Assens; hacia 1920 la habría entre Ramón y Vicente Hui­do­bro (C. García 2009/12).

Estando ya repartidos los papeles principales del pequeño drama, se suma al tablero el jo­ven Guillermo de Torre (1900-1971), quien, tras ser un fer­vo­­­­­roso partidario de Huidobro, se vuelve contra él y le libra batalla pú­bli­ca. Es lo que ha venido a llamarse la controversia acerca de la paternidad del Creacionismo, aunque en realidad la discusión concierne simultánea­mente a muchos otros temas.

La mayor parte de los trabajos llegados a mi conocimiento acerca de la diatriba entre Huidobro y Torre, es parcial, en general a favor del pri­mero (cf. por ejemplo, los trabajos de Juan-Jacobo Bajarlía y de Arturo del Villar, y el deplorable nivel de Robles 1971).

Por mi parte, y si bien res­­­­peto y aprecio la labor de Hui­dobro y de Torre en sus respectivos campos (poeta el uno, historiador y crítico el otro), consi­dero que ambos jugaron en esta disputa un papel poco loable. Pero inde­pen­diente­mente del gusto per­sonal, debe poder es­pe­rarse de quien se ocupa de estos menesteres que nos proponga una visión impar­cial de los he­chos. Intentaré, pues, acer­car­me al tema sin precon­cep­cio­nes.

A algunos de esos “hechos” me referiré ahora (no sin saber que un hecho lo es del todo recién después de ser interpretado), entre­sa­cando in­for­ma­ción de algunas correspondencias de la época, e inter­ca­lando sus pasajes re­le­­­vantes con los de otras fuentes ya co­no­ci­das, a fin de reconstruir plau­si­blemente el contexto y para que se tornen visibles los resortes que movieron a uno u otro a comportarse como lo hicieron.

No me ocuparé aquí de toda la relación entre ambos, que continuó, con altibajos, hasta la muerte del chileno en 1948, sino apenas de la épo­ca del cisma y de los motivos que llevaron a él.

Antes de pasar al recuento, una aclaración, acaso superflua: el logro de Huidobro como poe­ta es por cierto singular, y no pue­de ser subsumido en o mezclado con el Ultraísmo, movimiento sincretista que consistió, básica­mente, en adop­­tar numerosas influencias, incluida la del Creacionismo de cuño hui­do­bria­no, sin llegar a cuajar en algo propio.

En una nota anónima publicada en uno de los últimos números de la re­vista Grecia, de finales de 1920,[1] se moteja a Huidobro de “Egó­latra” y, en nombre de todos los ultraístas, se rompe tratos con él.

Huidobro echó a rodar la opinión de que ese título procedía, directa o indi­rec­ta­mente, de la plu­­ma de Guillermo de Torre. Así, en Vien­tos contrarios (1926), el chileno aludirá de manera despectiva a Torre, a quien tratará –sin men­­cionar su nombre– de pick-pocket, es de­cir, de ladronzuelo. Y agre­­gará: “Luego escribió e hizo escribir so­bre mi egolatría...”.[2]

El aserto de Huidobro, sin embargo, es incorrecto, cuando menos referido al año 1920: la fórmula fue redactada, como se verá, por Isaac del Vando-Villar, el director de Grecia, quien, ade­más, lo hizo deso­yendo con­sejos ex­presos de Torre.

¿Cómo se llegó a este extremo, después de que Grecia intentara en­salzar y difundir la obra de Huidobro?[3]

Para acercarnos a la comprensión del problema debemos hacer un poco de historia menuda.

Tanto Cansinos como Torre habían reparado en la obra de Huido­bro desde antes de la llegada del chileno a Madrid.

Cansinos mantenía relación epistolar con él desde 1914, cuando Huidobro le escribió acerca de Las pa­godas ocultas.[4]

En cuanto a Torre, no encuentro pruebas de que conociera de anti­guo la obra de Huidobro.[5] Según se des­pren­de de su epistolario con Can­­­sinos, pa­rece haberla descu­bierto, con enorme entusiasmo, a co­mienzos del año 1917, es decir, un año y medio antes de que el chileno trabara co­no­ci­mien­to con el grupo de fu­tu­ros ul­tra­ístas madrileños. Así resuena en la car­ta que To­rre remitiera a Can­si­nos el 20 de febrero de ese año (N° 11 en mi edi­ción): “le llevaré un mila­groso li­­­bro de Vicente García Huidobro Fer­nán­dez que he ga­nado en mis pe­­regrinaciones librescas...”.

Torre no menciona el título del libro en cuestión, pero bien puede tratarse de Adán,[6] uno de los últimos publicados por Hui­do­bro en esa época, si se des­cuen­ta el proble­má­tico Es­pe­jo de agua (libro que jugará un papel en la contienda). Por cierto, también podría ha­berse tratado de alguno an­te­rior.

En otra carta, del 2 de octubre de 1918, durante la estadía de Hui­dobro en Ma­drid, dice Torre en su enmarañado idiolecto de ju­ven­tud a Can­sinos (N° 26 en mi edición):

Y ahora, un pequeño favor: Penetrado de la estancia del ima­ginífico chi­leno Vi­cente Huidobro en Madrid –cuya obra admiro desde los albores de La gruta del silencio[7] hasta Adán– y de­seando gustar de las primicias rebeliosas de El Hori­zonte Cua­drado,[8] le ruego me en­víe una sencilla tarjeta de pre­sen­ta­ción para salu­darle per­so­nal­mente [...]

Suplicándole me indique su hora, propicia de visibilidad, y espe­­rando la tarjeta de presentación ante Huidobro, le anticipo mi plei­te­sía de gra­titud.

Cansinos le dio, presumiblemente, la solicitada misiva introductoria. Como fuere, lo cierto es que Torre pasará a for­mar parte del redu­cido grupo de jó­ve­nes poetas que visita a Hui­dobro con asi­dui­­dad du­rante su es­tan­­cia en la corte. A través de él, Torre traba cono­ci­mien­to con el matrimonio De­launay e intensifica sus lec­tu­ras de poe­tas fran­ceses, con quie­nes tam­bién entrará en contacto di­recto gracias a las direcciones postales que le suministra el chi­leno. Todo esto embelesa y entusiasma a Torre, que se con­vierte en un admi­ra­dor de Hui­dobro y se compenetra de lo que estaba ocurriendo literariamente en París.

A comienzos del año siguiente, Cansinos dará a co­no­cer al pú­­blico madri­le­ño el valor de Huidobro, a quien caracteriza así (Cos­mó­po­lis 1, Madrid, enero de 1919; el número apareció con retraso, quizás a me­diados de fe­brero):

[…] el acontecimiento supremo del año literario que ahora aca­­ba [1918], lo constituye el tránsito por esta corte del joven poeta chileno Vicente Huidobro, que a mediados de estío llegó a nosotros, de regreso de París donde pudo ver las gran­des co­sas de la guerra y alcanzar las últimas evoluciones literarias. Pocas lí­neas en nuestra prensa señalaron la estan­cia del ori­ginal cantor, que retraído y des­deñoso, sólo se comunicó con unos pocos para anunciarles sus pri­micias nue­vas. Y, sin em­­bargo, su venida a Madrid fue el único acontecimiento lite­rario del año, porque con él pasaron por nuestro meridiano las úl­timas tendencias esté­ticas del ex­tranjero; y él mismo asumía la representación de una de ellas, no la me­nos in­teresante, el creacionismo, cuya paternidad compartió allá en París con otro singular poeta, Pedro Reverdy, el autor de Les ardoises du toit, y cuyo evan­gelio práctico recogió en un libro, Horizon carré (París, 1917).[9]

Torre publicaría opiniones similares en un artículo de octubre de 1919.[10]

A Huidobro le disgustó que se le atribuyera “compartir la pater­ni­dad” del creacionismo con Reverdy. Corrigió lo que consi­de­raba un grave error de apreciación por parte de Can­sinos en su charla con Ángel Cruchaga (pu­bli­cada en Chile en agosto de 1919). Cuando Cruchaga inquiere “¿Qué opi­nión le ha merecido el artículo de Can­­­sinos Asséns sobre su obra, publi­ca­do en el primer número de Cos­­mó­po­lis?”, Huidobro responde:

Estoy muy agradecido porque es demasiado elo­gioso para mí; pero me parece que hay en él dos errores que es necesario desvanecer. En ese artículo apa­re­ce­ría yo como ha­biendo re­cogido en mi libro Horizon Carré, el evangelio prác­tico de Les Ardoises du toit, de Reverdy, lo cual es impo­sible, pues mi obra es ante­rior; y además, mucho antes de conocer a Re­verdy ha­bía yo escrito y pu­bli­cado en Buenos Aires casi toda la pri­me­ra parte de Horizon Carré, en una pla­quette ti­tu­lada El es­pejo de agua, al­gunos de cuyos poemas, como 'El hom­bre triste' y 'El hombre alegre', leí en esa misma ciudad en el Ate­neo Hispano-Americano el año de 1916.[11]

Huidobro prosigue, en un arranque de modestia que pronto se tor­nará inu­­­­­sual:

No pretendo con esto dar a entender que yo haya influenciado a Re­verdy; eso sería tan falso como que él me hubiera in­fluen­ciado. Fue solamente una ana­lo­gía espi­ri­tual, y así el primer día que nos hallamos en París pu­dimos cons­­tatarlo le­yén­donos mutua­mente poesías en las cuales había cierto fondo esté­tico seme­jante. Sin embargo, fuera de este pequeño fondo seme­jante bastaría leer nues-tras obras para percibir la abso­luta di­fe­rencia que existe entre ellas. Mien­tras Reverdy es un poeta emi­nen­te­mente dra­mático, yo creo ser un poeta pura­mente lí­ri­co. Además, como usted ha visto en sus libros, Reverdy es to­da­vía un poeta descriptivo. [...][12]

Paralelamente, tras varias menciones elogiosas de Huidobro por par­te de ambos corresponsales, Torre escribe a Cansinos el 14 de febrero de 1919 (N° 34): “Reverdy en su carta me dice palabras presuntuosas queriendo apa­recer como maestro de Huidobro qui est devenu bientôt son fer­vent disciple.” En carta de octubre de 1919, Reverdy dirá aún a Torre: “poetas como Hui­dobro, Der­mée, Breton, Aragon, Souppault, Birot, etc. son dis­cípulos míos y esta escuela procede de Apol­linaire y de mí”.[13]

Cansinos recibió una carta similar, según consigna su errático dia­rio o libro de memorias, La novela de un literato: “Y Reverdy nos escribe sendas car­tas denunciando al chileno [Huidobro] como un misti­fi­cador, que le ha usur­­pado el título de creador del creacio­nismo.”[14]

El tema seguirá ocupando a Cansinos y a Torre en las cartas que cruzan a lo largo de los meses si­guien­tes, y dejará huellas en el tra­bajo de ambos. Si bien elogian, cada uno a su manera, la obra de Huidobro, relativizan su pa­pel dentro de la literatura de van­guardia. Torre, por ejemplo, verá en el crea­cio­nis­­mo de cuño huido­briano ape­nas un aspecto, un momento del cu­­­bis­mo li­te­rario. El joven crí­tico, que venía carteándose con Hui­dobro desde fines de 1918, comparte lealmente con él su opinión; la discusión al res­pecto entre am­bos puede se­guirse en las cartas que intercambiaron en 1919 y 1920 (Morelli / García 2008).

Así las cosas, el 30 de junio de 1920, el escritor y periodista guate­malteco Enrique Gómez Carrillo publica en El Liberal de Madrid un artículo titulado “París. El cubismo y su estética”.[15]

Pocos días más tarde, el 3 de julio, apa­re­ce con su firma una entrevista a Pierre Re­verdy, en la cual éste acusa a Huidobro de plagio y de una frau­du­lenta antedatación de un poemario in­no­­­minado, que la discusión posterior identificará como El espejo de agua.[16]

Apenas apa­rece el trabajo de Gómez Carrillo en la pren­sa de la cor­te re­pro­­duciendo opiniones de Reverdy nocivas para Hui­do­bro, tan­to Torre como Vando-Villar, ra­di­cado en Madrid desde fines de abril o comienzos de mayo, re­miten sendas es­que­las de soli­da­ridad al chileno.

Torre le comunica que él mismo pondrá a Reverdy y a Carrillo en su sitio. Y en efecto, su artículo figura, aunque sin firma, en el “Pa­no­ra­­ma ultra­ísta” de Grecia 46, fechado el 1-VII-1920, pero apa­­recido unos 10 días más tarde (la autoría de Torre de ese ar­tí­culo, hasta ahora desconocida, se des­pren­de de una carta suya a Alfonso Reyes, del 31-VIII-1920, a la cual re­tor­­naré más abajo). La nota, de media página, es­ta­ba escrita en este tenor:

Ahora Gómez Carrillo transcribe literalmente, con un candor má­­ximo, pa­la­­bras de Pierre Reverdy, que intenta aparecer co­mo el único proge­ni­tor del ‘crea­cio­nis­­mo’ lírico, y lanza fra­ses in­­­­tolerablemente despectivas so­bre nuestro ad­mi­ra­do amigo Vi­­­­cente Huidobro. Increíble nos pa­rece el cinismo de Mr. Re­ver­­­­dy, ex­presándose de tal modo ante un periodista es­pa­ñol, y sabiendo que en Ma­drid existe un grupo de lite­ratos jóve­nes, muy enterados de sus obras, y muy en el secreto de su amis­tad y sus débitos [...] con Huidobro [...].[17]

Torre termina estableciendo que “Huidobro debe exigirle rectificar to­tal­men­te”.

Vando-Villar, por su parte, ofrece a Huidobro, mediante carta del 8-VII-1920, las páginas de su revista Gre­cia para rebatir las opi­niones ver­ti­das por el agre­sor (cf. Poesía 145):

¡Admirado poeta!

En El Liberal de Madrid de hace unos días el se­ñor Gómez Ca­rrillo, ha­blando del cubismo y de Reverdy, ha puesto en boca de éste conceptos que per­judican grandemente su repu­ta­ción literaria. Se lo notifico a usted por si cree prudente rectificar.

Aparte de ello, para demostrarle una vez más nuestra admi­ra­ción, en el próximo número de Grecia le defendemos a usted y le retira­mos nuestra simpatía a Re­verdy, verdadero culpable de todas las majaderías vertidas en el citado rotativo por el de­ge­nerado miope de Gómez Carrillo.[18]

Vando concluye, tras mencionar otros temas: “Siempre incondicional, su verdadero amigo”.

Huidobro acepta con entusiasmo la oferta de Vando-Villar, se­gún permite inferir su belicosa carta a Gerardo Diego, remitida el 15 de julio de 1920 desde París:[19]

No le había respondido aún por estar ocupado escribiendo un artí­culo feroz con­tra el pobre renacuajo de Reverdy, artículo que pu­bli­caré en Es­paña y aquí para liqui­dar [a] ese miserable la­dron­cillo sin talento y con demasiadas ambi­cio­nes.[20]

Como relata Gabriele Morelli en su lectura sobre las “Polémicas” del Con­greso de Düsseldorf en el 2003:[21]

La ‘Respuesta a Gómez Ca­rrillo’, en once cuartillas, de Hui­do­bro –par­tida­rio por su parte de la necesidad de la controversia en literatura en cuanto elemento pro­pulsor de la vida cul­tural– incluía además, en su post-scrip­tum, la posibilidad de un duelo con el contendiente de la polé­mica, consi­derado un ‘admirable due­lista’, por lo cual el chileno le dejaba su dirección parisina de rue Victor Massé.[22]

El mismo día en que Huidobro escribe a Gerardo Diego la carta arriba cita­da, Grecia publica en su número 46, del 15 de julio, la primera en­trega de “Inten­cio­na­rio”, en la cual Diego promulga su creacio­nismo, y Torre un nuevo ca­­pí­tulo de la serie “Madrid-Paris. Álbum de re­tra­tos. Mis amigos y yo”. Allí, entre otros de­dicados a Jacques Lip­­chitz, Juan Gris, Cé­line Arnaud y Max Jacob, Torre pu­blica el si­guien­te párrafo:

Vicente Huidobro.- Amigo: la inquietud, superatriz, el orgullo de los poetas aris­tos, tejen una maraña en el laberinto crítico. Sus imágenes creadas se obscure­cen ante su soberbia des­tructora de precursor rival que lucha por una supre­ma­cía epi­ce­na. Pues el ideario cubista, cuya asimilación reve­lan sus con­­­cep­ciones, tiene otros pri­mo­gé­nitos más persuadidos. No obs­tante, los módulos crea­cio­nis­tas de Ecuatorial y Poemas ár­ti­cos vencieron al senecto ru­be­nianismo y hoy se rami­fican, en­tre los más jóve­nes y cons­cientes poetas, dibujando una es­tela inte­resan­tísima.

He citado el texto completo referido a Huidobro, porque dará ocasión a la ira del chileno, que éste derramó en una carta de siete páginas a Torre, del 17 de agosto. Escribe Huido­bro:[23]

¿Quién le ha dado a beber el veneno?[24] [...] Quizás los mis­mos que me mos­tra­ron un parrafito sobre mí en Grecia en ‘Mis ami­gos y yo’ dicién­do­me vea Vd. si es impertinente y como quie­­re por debajo y con reticencias qui­tarle a Vd. su lugar.

Este hombre no se conforma y quiere a toda costa aun con hi­po­cresía colo­carle a Vd. otros ‘primogénitos más persua­di­dos’ y esto en el cu­bis­mo.

La opinión de Torre, de buena fe y abiertamente declarada, no era erró­nea: el crea­cio­nismo contiene aspectos procedentes del cubismo literario.

Paralelamente, Torre parece haber buscado en Ra­món Gómez de la Serna un aliado para sus opiniones acerca de la cuestión Re­verdy-Huidobro. Ra­món, sin em­­­bargo, imbuido de su propio pa­pel vanguardista, apenas res­pon­­de (en carta del 29 de julio de 1920), sin entrar en detalles:

Yo estaba en mi puesto mucho antes de los primeros ruidos, mucho an­tes. Esto se sabrá siempre.

La cuestión Reverdy-Huidobro ya la tengo juzgada y en nin­guno de sus apuntes encuentro nada que me haga variar.[25]

Un mes después de la invitación de Vando-Villar a Huidobro, a mediados de agosto, ya habían ocurrido dos cosas:

Por un lado, un grave enojo entre ambos, según Huidobro relata a Diego en carta del 16 de agosto:[26]

Ahora que mis relaciones con el señor del Vando-Villar están algo tiran­tes, por­que la estupidez y cursilería de dicho co­mer­ciante me ha obligado a partirle los pies, quiero decir a Ud. al­gunas cosas.

No sé por qué razón ese señor del Vando me habló en Madrid bas­tan­te mal de Vd. Según yo creo es porque Vd. se ha de­cla­rado creacionista.

(Véase el resto de la carta, de tono bastante despectivo para con Vando, en Morelli / García 2008, 71.)

Por otro lado, y según había anunciado a Huidobro el 8 de julio, Torre ha­bía co­­men­zado a escribir una diatriba contra opiniones de Gómez Ca­rrillo:

No contento yo con esto, y habiendo ya sostenido una polé­mi­ca [con Gó­mez-Ca­rrillo] con motivo de unas crónicas suyas an­te­riores sobre cu­bismo y dadaísmo, en que aludía a Can­sinos y a mí, le escribo hoy una ex­tensa carta, algo más, pues tiene 24 cuartillas, donde ya no sólo le de­fien­­do a usted im­pul­siva sino docu­men­tal­mente, en un estudio crítico mi­nu­­cioso, donde co­te­jo sus poemas y los de Reverdy, hago un examen de sus res­pectivos postulados estéticos, y concluyo afirmando que no obs­tante cier­tas coinci­den­cias teóricas de usted con él y de am­­bos con Max Jacob, el crea­cio­nismo de usted es an­te­rior y más logrado, pues mien­tras Reverdy se sos­tiene cu­bista, ha­cien­do en sus poemas un des­crip­­cio­nis­mo sinóp­tico, usted crea no sólo el conjunto temático, sino adje­ti­val­mente ca­da ver­so. Este estudio mío creo le dará Gó­mez-Carrillo en su re­vista Cos­­mópolis, y será la prueba más evidente de nuestra pro­testa y de nues­tro reconocimiento a su categoría de pre­cur­sor.

Esas “24 cuartillas” se convertirán en el artículo “La poesía crea­cio­nista y la pugna entre sus proge­ni­to­res”, que Carrillo dio a luz, en efecto, en Cos­mópolis 20, Madrid, agosto de 1920, 589-605.

Sin embargo, y a pesar de la actitud favorable a Huidobro que Torre ve en su trabajo, pronto se instalará la ruptura entre él y el chileno. ¿Por qué? Por un lado, porque el susceptible Huidobro no puede acep­tar que se lo men­cione como uno más en el concierto de innovadores. Pero también, a mi entender, porque Huidobro, quien ya venía discu­tien­do con Torre y Cansinos desde 1919 la pertinencia de la exé­ge­sis de su obra he­cha por és­tos, ha decidido entre­tanto apartarse de algunas figu­ras ma­drileñas de tendencia ultraísta y no darles ca­bida en Crea­ción, la revista que está pla­nean­do. Torre, que origi­nal­­men­te, hacia fe­bre­ro de 1920, había perte­ne­cido al grupo que haría la re­vista, es “desti­tuido” en agosto. Baso mi aserto en dos cartas de Huidobro a Torre:

En la primera, del 24 de febrero de 1920, Huidobro incluye siquiera implí­ci­tamente a Torre en sus planes:[27]

Sería bueno enton­ces pro­vocar en Madrid o en otra ciudad una reunión ple­naria de todos los poetas serios o que quieren ver­daderamente hacer algo. Gerardo Diego, [Eugenio] Montes, [Pedro] Garfias, [Ramón] Prie­to [y Romero], [Juan] La­rrea, Joa­quín de la Escosura, etc. y tomar acuerdos para la fun­da­ción en París o en Madrid de una gran Revista His­pano-Ame­ricana y trazarnos un plan de com­bate serio y de­fi­nitivo.

En la segunda, del 17 de agosto, el tono será muy diferente. Huido­bro re­conviene allí a Torre, lo trata re­pe­tidamente de “niño”, de “arri­­vista” y de desa­­gra­decido, lo amenaza con “una buena lec­ción pública” y le explica por qué ya no quiere a Torre y otros ultraístas en Creación: “Y sepa Ud. que si he pres­cindido de Uds. en la revista Creación es por­que no estoy dis­puesto a transigir más en nombre de la amis­tad.” Pero, tras la severa amo­nestación, con­cluye: “No olvide a pesar de todo que la revista Crea­ción tiene los brazos abiertos ha­cia los cuatro vien­­­tos y es­pera”. Re­quisito era sola­mente: “Buenos versos y bue­na prosa y nada más. Haga Vd. un poema serio y ya verá cómo se le recibe”.

En cuanto a los motivos de Vando, será Torre quien los revelará en carta pos­terior a Gerardo Diego, del 27 de octubre de 1920, tras la ruptura con Huidobro (nótese en lo que si­gue que Torre ignora o simula ignorar que Vando había ofrecido a Huido­bro las pá­ginas de Grecia como tribuna, y que, tras la es­ci­sión, Torre intenta ganar adep­tos para sus planes):

Nos hallamos en el umbral de una nueva etapa ultraísta y con­viene ilumi­nar las perspectivas, y fijar las actitudes per­sonales. Isaac (cuyo último viaje a Sevilla ha motivado esta in­terrupción de Grecia, que reaparece el 1 de noviembre) me ha hablado del presunto ale­jamiento de Vd., respecto a nuestro núcleo, o de su posición inter­media en el caso Grecia-Huido­bro, más o me­nos influido por las re­fe­rencias de este último que habrá in­tentado captarle. Lo que sus­­citó nuestro completo divorcio de Huidobro, y nuestra in­de­pen­diente delimitación de rutas, fue no más que una razón de ética lite­raria y de dignidad personal. Pues mien­tras noso­tros –es­pe­cial­men­te Cansinos y yo– hemos venido, durante año y me­dio, exal­tando su per­sonalidad y dán­do­le una categoría de precursor al frente de nuestro mo­vi­mien­to, él, Huidobro, al llegar al momento de mostrar su re­ci­pro­ci­dad, empieza a combatirnos en París, y nos ex­cluye, sin ex­cep­ciones de su pro­yectada y frustrada revista in­ter­na­cio­nal. Además, en el hecho suscitador de su rompimiento con Gre­cia, to­da la razón está del lado de Isaac, quien, cier­ta­men­te, se negó a in­sertar su réplica a Gómez Carrillo, pues no po­día convertir a Gre­cia en un libelo difama­torio, y además to­lerar el incumpli­miento de abonar la im­­pre­sión de sus cuartillas, como Hui­dobro había pro­me­tido.[28]

Creo importante resaltar que la actitud amistosa de Torre, quien hasta po­co antes había remitido cartas cordiales al chileno, deja de serlo no desde que recibe cartas privadas desdeñosas, sino recién a partir del momento en que Huidobro publica su artículo “La lit­­té­­­rature de lan­gue es­pa­gnole d'au­jour­d'hui”, que apareció en Pa­rís, en el primer núme­ro de L'Es­prit Nou­veau.

Allí Hui­dobro des­me­rece de pasada al ultra­ís­mo, ca­­rac­teri­zán­dolo como una mera “de­gra­dación o mala asimi­lación del crea­cio­nis­mo”.[29]

Esta opinión sólo podía insultar a Torre,[30] quien, a más tardar des­de ene­ro de 1917, aplicaba a sí mismo el vocablo “ultraísta” en su co­­­rres­pon­den­c­ia con Can­sinos:

Ultraísta: Cantor del más allá de la realidad: así quiero que se in­ter­prete y resuene la palabra, desde ahora, en todos los ám­bitos de la intelectuali­dad.[31]

La fecha de aparición que tradicionalmente se asigna al primer nú­me­ro de la revista parisina L'Esprit Nouveau (que apareció sin ella), oscila en los di­ferentes repertorios entre “octubre”, “15 de oc­tubre” y “no­viem­bre” de 1920.[32] Nada de ello, sin embargo, pue­de ser cierto, como muestran algu­nas car­tas:

Por un lado, la ya mencionada de Hui­dobro a Torre, del 17 de agos­to de 1920:

El ultraísmo en mi opinión es el futurismo en tonto y cuando me piden mi opi­nión para una revista como es el caso de L'Es­prit Nouveau yo doy mi opinión fran­ca, sincera y no la opinión de los demás. Y puede Vd. creer que en mi artí­culo soy dema­siado be­nigno.

Por otro lado, sendas cartas de Torre a Cansinos y a Reyes (abajo co­men­tadas), y también la mención por parte de Vando-Villar en su dia­triba sin firma apa­re­cida el 1 de sep­tiembre en Grecia 48 lo con­firma. Deben corre­gir­se, en vista de todo ello, las cronologías usua­les: el texto del chileno apa­re­ció a comienzos de agosto de 1920.

La misiva que Torre dirigió a Cansinos desde Puertollano, donde acos­­tum­braba pasar los veranos, es del 17 de agosto:

Hoy recibo carta de Isaac, donde me comunica que aten­dien­do a mis ra­zo­na­mientos, y después de recapacitar sobre las des­­­­lealta­des de Huido­bro, se de­cide a rechazar las cuar­tillas po­lémicas y la pro­sa indigente de ese turiferario apó­cri­fo.[33] El re­huir tangencial­mente todo conato de pro­mis­cua­ción con sus ami­gos en esa [Madrid], es la ac­titud mínima que co­mo pre­mio a sus errores debemos adop­­tar to­dos, aun los que, como yo, des­pués de haber proclamado su he­­te­ro­do­xia inte­rior, ven la ne­ce­­sidad de aparecer orto­do­xa­mente uná­ni­mes y repe­len­tes ante posibles ofensi­vas. Y en cuanto al ar­tí­culo di­fa­­­ma­­torio en L'Es­­prit Nou­veau ya verá mi ré­plica en Les Let­tres Pa­­ri­sien­nes[34] y en Poesia. Afirmaré en Cos­mópolis lo transi­to­­­rio del cre­a­­cio­nismo – gran peligro de encerrarse en la phrase à effet, y trin­chera intermedia, como me dicen res­pec­ti­va­mente Bor­ges[35] y Diego.[36]

En esos enfebrecidos días, las misivas van y vienen. El 20 de agos­to, Vando escribe a Torre:

En contestación a tu última postal del 17, te participo que he escrito a Diego noti­ficándole lo ocurrido con Huidobro.[37]

A [Eugenio] Montes no se lo he notificado, porque hace unos días me ha es­cri­to diciéndome que saldrá para Madrid de un mo­­mento a otro.

En el panorama del próximo número de Grecia que aparecerá el día 1° de Sep­tiembre doy cuenta de lo ocurrido con Huidobro con bas­tan­te ironía y ter­mino diciendo, que los ultraístas he­mos roto toda clase de vínculos con este poeta que des­de hoy mencionaremos con el sobrenombre de ‘Hui­dobro el Egó­latra’.[38]

Es posible que Huidobro inicie una ofensiva, y como tú dices bien es ne­cesario ahora más que nunca que aparezcamos uni­dos para así rechazar los ataques de nuestro enemigo. Aun­que si he de ser­te sincero me agra­daría tener con él una dis­cusión o polémica lite­ra­­ria, en donde tendría ocasión de de­mostrarle su ducti­li­dad, sus in­fluen­cias líricas pró­ximas al pla­gio y al ase­si­­nato; así como también el fondo mercantil que tienen las crea­­ciones de sus revistas inter­na­cionales.

[...]

Cansinos recibió tu carta y está de acuerdo con nuestra actitud fren­te a Huido­bro.

He leido tu artículo en Cosmópolis, admirablemente de for­ma pe­ro con su fondo, no creo que tú ni ninguno de nosotros es­te­mos en los momentos presentes de acuerdo.

Vando alude aquí al artículo de Torre aparecido en agosto de 1920: “El crea­­cionismo y la pugna entre sus progenitores”, que ahora le pa­rece de­ma­siado favorable a Huidobro (había sido escrito poco antes de que To­rre co­nociera el artículo que el chileno publicara pa­rale­la­mente en L'Esprit Nouveau). Vando prosigue:

¡Indudablemente Huidobro hasta ahora ha tenido una suerte loca con los ultraís­tas!

Mientras él nos ha calumniado, nosotros lo hemos enaltecido y ele­va­do a la ca­tegoría de poeta de primera magnitud; pero yo en el pa­norama diré toda la ver­dad del caso Huidobro: pri­mero, Huidobro en 1918 dijo a Can­sinos y acaso tam­bién a ti también que al asistir a una lectura de poe­mas de Reverdy, re­conoció en éste casi logra­da la estética creacio­nista por él an­helada.

En el año 1912 Apollinaire define el creacionismo, diciendo que lo vie­jo en arte es todo lo que se puede imitar y se imita y lo nuevo es lo que permite al artista la posi­bilidad de crear y si crea es crea­cio­nismo.

Nicolas Beauduin[39] en un artículo de crítica dice que el crea­cionismo de Huido­bro es un brote del ultraísmo castellano.

No hace falta comentar el último aserto, absurdo que se descalifica por sí mismo. Para nuestros propósitos alcanza con saber que el crea­cio­nismo de cuño huidobriano fue apenas una de las numerosas in­fluencias a las cuales estu­vo so­metido el maleable y sincretista ultra­ísmo.

Tras la ruptura, que Torre transmite a Huidobro en carta del 29 de agosto, Torre busca aliados. Así, escribe el 31 de agosto de 1920 a Alfonso Reyes (García 2005a, 29-30):

Un hecho casual le da actualidad oportuna, y me hace ne­ce­saria su res­puesta como juicio y colofón de mi actitud en un pleito po­lé­mico: mi divor­cio, mejor dicho, la escisión de todo el grupo ultraísta, con res­pecto a Huidobro, motivada por las últi­mas deslealtades de este para con noso­tros. Como acla­ra­ción com­plementaria le ruego lea tam­bién mi ar­tículo “La poe­sía creacionista y la pugna entre sus pro­­­ge­ni­to­res” inserto en el re­ciente n° de Cosmópolis (agosto), que le re­comiendo no por­que este artículo tenga un valor literario in­au­dito –cosa que en un estudio crítico sería secundario– sino porque en él en­con­trará usted otra prueba más de la actitud que siempre he guar­dado con Huidobro, y la deslealtad que en franca disi­mi­li­tud de pro­ce­di­mientos, ha cometido con los ultraístas.[40] Hui­do­bro ha esta­do hace po­co unos días en Madrid. Ignoro si lle­garía usted a verle y la versión que le haya dado. Fue con el exclu­si­vo pro­pó­sito de pu­bli­car un lar­go artículo contra Gómez Carrillo y Re­verdy, réplica sus­­ci­­tada por aque­lla crónica del pri­mero en El Liberal que yo re­co­gí y des­au­to­ri­zé opor­tu­na­mente en el “Pa­no­rama” de Grecia.[41] Vien­do Hui­dobro la im­­po­si­bi­lidad de in­sertarla en ningún pe­riódico, in­ten­tó cí­ni­ca­mente colocarla en Grecia.[42] Y le califico así, por­que no só­­lo aca­ba­ba de pu­­blicar en L'Esprit Nouveau un ar­tí­culo difa­ma­to­rio con­­­tra el ul­tra­­ís­mo, sino que al nombrar co­la­bo­ra­dores de su pró­­xima re­vis­ta Cre­a­ción,[43] pres­cindía deli­be­ra­da­men­te de los ul­tra­ís­tas, y aco­jía en cam­­bio a ti­pos turbios y reza­ga­dos.

Esta lamentable miopía de Huidobro respecto a los ultraístas, que tan­­to y tan desinteresadamente le hemos exaltado, y a quienes, en definitiva, debe su irra­dia­ción en España, me ha dolido sincera­men­te, promoviendo nuestro absoluto di­vorcio de rutas. Como usted recor­da­rá, a Cansinos debe Huidobro, ini­cial­­­men­te, su difusión[44] y des­pués a nosotros la alta categoría de que goza. ¿Cree V., por lo tan­to, digna su actitud, sus ex­clu­­­­si­vis­mos egolátricos y su acometivi­dad airada a los que solo fa­vo­res y mutua cordialidad debe? Al igual que en París, este pro­ceder va a crearle un completo vacío en­­­­­­­tre nosotros. Me es doloroso cons­ta­tarlo, pero la so­lidaridad con el grupo ultraísta del que me sostuve tan­gencial algu­nas ve­ces, me obli­gan ahora, ya desaparecida la jefatura y la norma cansi­niana, y de­clarada nuestra autonomía, a proceder así.

Conviene aclarar a qué alude Torre al referirse a la desaparecida “nor­ma cansiniana”. Al pro­lí­fi­co Can­si­nos, sinuoso pro­sis­ta, poeta y traductor, le ha­bía sido dado cris­tali­zar, ha­cia 1918-1919, el fervor o el cálculo de varios autores jóvenes, a pe­sar de ser un ca­rácter com­­ple­jo, iró­ni­co, íntima­men­te desligado de las cosas vivas e in­­­­ca­­paz de lar­gos en­ga­ge­ments. Al­gunos de esos jóvenes se apar­tarían más o menos vio­len­tamente de él a partir de 1920, no sin que Can­sinos tuviera parte en ello, ha­ciendo uso de una ca­­­pri­chosa y sub­rep­­ti­cia ma­le­vo­len­cia. Varios de ellos derivarían hacia la tertulia de “Pombo”, re­gen­teada por Ramón Gómez de la Serna.[45]

Un indicio de la desaparición de la “norma cansiniana” es que en Gre­­cia 45, del 1 de julio de 1920 (en el “Panorama ultraísta”; sin fir­ma, pero pre­su­miblemente de Vando) se anuncia la “sim­pa­tía y co­la­bo­ra­ción” de Ra­món Gómez de la Serna, quien venía dispu­tán­dose con Can­si­nos, desde fi­nes de 1919 cuando menos, el lide­raz­go de la juventud madrileña. El mis­mo número trae en página 1, don­de antes campeaban las prosas de Can­sinos, “Dis­pa­ra­tes” de Ramón.

Sin embargo, no puede decirse que Cansinos fuese “destronado”, ya que des­de comienzos de 1920 se murmuraba en los corrillos ma­­­dri­le­ños que planeaba su “de­­ser­ción”.[46]

En carta a Torre de fi­nes de 1920 se negará a par­ti­cipar en Grecia mientras la revista no cam­bie de director – crítica evi­dentemente dirigida contra Isaac del Vando-Villar. Y en carta de agosto de 1921 a Torre, Cansinos abjurará de­fi­niti­vamente del Ultraísmo (García 2004/11, 172):

Nunca, usted lo sabe, me he arro­gado jefatura alguna, en el mo­­­vi­miento Ultra – mi actitud ha sido de un effacement, que por des­gracia no ha sido estimado; pero si eso no fuera bas­tante, ce­do desde aho­ra a quien lo de­see toda pa­ter­ni­dad y pri­mo­ge­ni­tura sobre toda bandera o lema de arte. Ya dejé de fi­gurar en­tre los co­laboradores de Reflector y espon­tá­nea­­men­te me re­tiro de Ul­tra.[47] To­da co­rona posible ha sido abdi­ca­da.

Pero retomemos la carta de Torre a Reyes, que prosigue así (García 2005a, 30):

Por otra parte, no podíamos resistir más tiempo su alucinación agre­­­­­­­­siva contra los ultraístas que, repito, siempre le han exal­ta­do no­­­­­­­­­­­­­­ble­­mente, y su condescen­den­cia, en cambio, con otras fi­guras equí­­­­­vocas, que jamás le han comprendido ni leído, y a los que aho­ra con­sidera como colabora­do­res de su revista.[48]

En fin, yo par­ti­cu­lar­mente, por encima de este divorcio, tengo la seguridad de ha­­ber­me comportado siempre noblemente con él: se lo evidenciará así mi ci­ta­do artículo de Cosmópolis, don­de hago críticamente todo lo po­­sible por él, en la últi­ma pugna polémica, declaro sus rea­li­za­cio­nes poe­má­­ticas supe­rio­res a las de Reverdy, pero constato los an­­te­ce­den­tes teóricos de este, y cómo simultánea­men­te a Huidobro pue­den ro­­tularse crea­­­cionistas algunos poetas cubis­tas, con lo que quedan des­va­necidas sus desmesu­radas am­­bi­ciones ex­­clusivistas y ego­lá­tricas.[49]

En carta del 14 de septiembre de 1920 a Cansinos, afirma Torre, como para darse ánimos (García 2004/11, 134-135):

Cada nuevo número de Grecia es una irrefragable afirmación de pro­mesas cum­plidas. La dis­tanciación final de Huidobro no ha de aminorar nuestra tras­cen­dencia, autonomía e impulso cen­trífugo. Allá él con sus espasmos de soberbia. (Has­ta Alfonso Reyes, en carta a mí reciente, nos da ple­­­na­men­te la razón, y piensa hacernos una crí­tica, re­pro­­ban­do la in­gratitud de Hui­do­bro.)

¿Por qué ese su prolongado silencio crítico, dilecto her­me­neuta? ¿Es una inhibi­ción voluntaria e irrevocable de la floresta exe­gética, o teme usted las repre­sa­lias de los dragones nove­cen­tistas? Porque ha llegado el mo­mento de penetrar nueva­men­te en los laberintos analíticos, sin olvidar las lineales tra­yec­­torias cons­truc­tivas. Y sus pa­labras luminosas sobre los ma­­­tices del ultraísmo, de los 'ismos' tangenciales, disiparían las últimas né­bu­las incomprensivas. Mas si usted no se decide, yo ya me he lan­zado. Ignoro su opinión acerca de mi artículo sobre los orí­ge­nes del creacio­nismo, mas yo sé que ha agra­dado a todos – menos, natural­mente, a Huidobro y Reverdy, los insaciables monopolizadores y prota­go­nistas de todos los plei­­tos polé­mi­cos.

La aseveración de Torre referida a Reyes no es del todo correcta, ya que tergiversa, quizás intencionalmente, lo que había dicho don Alfonso.

En carta del 10 de septiembre de 1920, después de que Torre in­ten­­tara ganarlo a su causa con la carta arriba citada, Reyes le ha­bía respondido:

Ignoraba el caso Huidobro. También acabo de adquirir Cos­mó­­­­polis pa­ra leer el artículo de usted. Antes de nada, a priori, creo que Hui­do­bro es in­grato, y ver­da­de­ra­­­mente lamento ese pro­ceso de soberbia a que se ha entregado. Leeré el artículo de usted y, si de algo sirve mi in­ter­vención, yo le escribiré a Hui­­dobro con la franqueza a que me au­toriza mi vieja amis­tad con él. Ojalá sirva de algo.[50]

Luego, en párrafo aparte, Re­yes agrega:

Con todo gusto daré a usted, a su regreso a esta corte, algún ori­ginal para Gre­­­cia. Ya lo había yo ofrecido al amable Vando-Villar.

Es decir, la promesa que Reyes hiciera de remitir un ar­tí­­culo a Gre­cia no se refería al caso Huidobro. Por lo demás, nada de don Al­fon­so apareció en la revista de Vando, que cerraría sus puertas en no­viembre de 1920.[51]

(No se conserva en la “Capilla Al­fon­sina”, México, ningún papel refe­rido a esta época en el archivo Reyes / Huidobro. Tampoco en la “Fun­dación Vicente Huidobro”, Chile.)

Vando-Villar, por su parte, escribirá a Torre en carta del 30 de agos­to de 1920:

El haberse dejado de publicar Grecia el día 15 de agosto ha sido origina­do por la carencia de papel en aquellos días com­plicado con el incidente de Huidobro.

[...]

Con mucho gusto accederé a tus deseos de ser secretario de re­dac­­ción de Grecia.

Acerca de la revista de Huidobro nada puedo decirte en con­cre­to; hace unos días he citado en esta redacción a [Ramón] Prieto para devolverle varias cartas de Hui­dobro, y todavía no ha venido a verme.

Me contraría muchísimo lo que me dices últimamente de atenuar nuestra ac­titud frente a Huidobro.

Tengo en mi poder carta de éste señor donde te trata despec­ti­va­mente y me aconseja te expulse de Grecia.

Soy un poco tardo en arrostrar resoluciones violentas; pero una vez que me de­cido las afronto y las mantengo a punta de lan­zas.

Así es que entre Huidobro y yo todo ha concluido. [...]

Mientras Torre preferiría que se atenuase la actitud de los ultraístas para con Huidobro, Vando rompe públicamente tratos con él y lo mo­­­­­te­ja de “Egó­­latra” – epíteto que cierra el círculo con el cual co­men­cé estos co­men­tarios.[52]

Quedan, por cierto, muchos cabos sueltos, pero, como ya he sido bastante prolijo, dejaré algunos para otra ocasión.

Antes de concluir, me interesa mostrar brevemente la evolución que su­frie­ra el contacto entre Huidobro y Vando – menos conflictivo de lo que po­­dría suponerse, y menos que el de Huidobro y Torre.

A pesar de la escaramuza entre ambos, Vando publicaría un año des­pués el poema “Cabellera” del chileno (que comienza: “Hay una música silves­tre...”), en el primer número de su revista Tableros, del 15 de no­viembre de 1921.[53] El poema había aparecido ya en el nú­mero 1 de Centauro, Huelva, de octubre de 1920. En ambas re­vis­tas apareció con él el poema “Guardia de ho­nor”, de Gerardo Diego. Éste menciona la pu­bli­ca­ción de Centauro en carta a Hui­do­bro del 5 de no­viem­bre de 1920:[54]

Acabo de recibir el primer número de la revista Centauro dirigida por [Ro­gelio] Buendía, con un poema de usted y uno mío de transición.[55]

Vando parece haber remitido a Huidobro algún comentario sobre el poe­ma publicado en Tableros, ya que se conserva una carta del chi­leno a Die­go, del 5 de di­ciembre de 1921 (es decir, poco poste­rior a la reapari­ción de “Cabellera”), de este tenor:

He recibido una carta de Isaac del Vando Villar, que no tengo tiem­po ma­te­rial­mente de responderle, pues como usted com­prenderá los prepa­ra­tivos del viaje son muchos y apremiantes y además allá podremos hablar.

Obviamente, Huidobro no tomó a mal la publicación de Vando. La querella con Torre sí prosiguió por años, e hizo retrasar la impresión de Literaturas europeas de vanguardia, que originalmente debía salir en 1923 (cf. C. Gar­cía / García-Sedas 2008). Pero eso ya es materia para otro estudio.


Excurso

[En lo que sigue, aplico una lente de aumento a un aspecto lateral de la historia arriba narrada (en sentido estricto, a la nota 34). Se trata, como se verá, de una vía muerta. Pero, aparte de ofrecer interesantes novedades, estas noticias permiten apreciar que la polémica tuvo más planos que los estudiados hasta ahora.]

La tesis postulada en mi trabajo “La polémica Huidobro-Torre a la luz de corres­pon­den­cias iné­di­tas (Can­sinos, Vando-Villar, Reyes, Ramón)”, de 2005, y en el que precede a este texto, es que el motivo de la ruptura entre Hui­dobro y Torre fue la publicación de un artículo de Hui­do­­bro titu­lado “La lit­té­rature de lan­gue es­pa­gnole d'au­jour­d’hui” en L'Esprit Nou­veau 1 (París, 1920, 111-112).[56] Este pre­­dis­pu­so a Torre en su con­tra, por­que Huido­bro afirmaba allí que el ultra­ís­mo era una mera “de­gra­dación o mala com­pren­sión del crea­cio­nis­mo”.[57]

Mostré en esos trabajos que agosto es la fecha correcta de aparición de ese número de la revista francesa, que apareció sin fecha y que es a me­nudo atri­buido, en la lite­ratura crítica, a meses pos­teriores, desde oc­tubre a diciem­bre.

Hasta el mes anterior, Torre no era aún contrincante de Huidobro, a quien había re­mi­tido cartas amigables y elo­giosas desde fines de 1918 (cf. Mo­relli / García 2008), y en cuya tertulia madrileña de la Plaza de Oriente ha­bía co­no­cido poco antes a Sonia y Robert Delaunay y, de la mano de Hui­dobro, la poesía moderna surgida en Francia.

La lectura del mencionado artículo de Huidobro ofuscó a Torre. Apenas leído, Torre remite cartas sobre el tema a muchos de sus conocidos: Can­si­nos Assens, Alfonso Reyes, Isaac del Vando-Villar, Ra­món Gómez de la Ser­na, Ge­rardo Diego, y segu­ra­mente a muchos otros, incluidos algunos de sus amigos o conocidos en Francia.

En carta a Cansinos del 17 de agosto de 1920 (n° 53 en mi edición, 2004, 125), dice Torre:

Y en cuanto al ar­tículo di­fa­ma­torio [de Huidobro] en L’Esprit Nouveau ya verá mi réplica en Les Let­tres Pa­ri­siennes y en Poesia.

En la citada edición de esa carta puse una nota al pie que decía, entre otras cosas:

El trabajo de Torre no aparecería en la revista de Cassou [i.e. Les Lettres Pari­sien­nes]; el artículo [titulado “Lite­raturas novísimas. El movimiento ultraísta es­pañol”], sal­dría simul­tá­neamente en otros tres órganos: en Cosmópolis (Ma­drid), en la italiana Poesia (Milano) y en L’Esprit Nou­veau (París).

El final de ese aserto es incorrecto: el texto anunciado por Torre no apa­reció en L’Esprit Nouveau, sino solo en Cosmópolis y en Poesia.[58]

He aquí el probable motivo para que el plan de Torre de publicar en Fran­cia su trabajo no se cumpliera. En primer lugar, y si atendemos a las fe­chas, todo parece indicar que Jean Cassou no aceptó el trabajo de Torre sobre Huidobro. Torre cambia entonces de planes, y busca otro órgano francés donde publicar su diatriba.

Quizás confiando en recibir ayuda de Paul Dermée[59] porque había publi­ca­do algunas traduccio­nes de sus textos (1919/08, 1919/12) y porque lo había citado en el epígrafe de un poema (1920/06), Torre remitió a este, uno de los directores de L’Esprit Nou­veau, el mismo a quien Huidobro ha­bía remitido su “carta abier­ta”, una misiva que no he visto, pero que obviamente estaba redactada en un estilo tal, que Der­mée se sintió obli­gado a darle a Torre una respuesta negativa.

En efecto, se conserva en la Staats- und Universtitätsbibliothek Carl von Os­sietzky (Hamburg) una carta de Dermée a Torre, fechada el 22 de sep­tiembre de 1920: dos hojas me­ca­nografiadas, con membrete de “L’Esprit Nouveau / Revue Internationale d’Esthe­tique” (signatura SUB Hamburg NGT: 41: 1).

En tono muy cortés y amigable, pero firme y decidido, Dermée dice en ella a Torre “(mon cher ami”) que la revista quiere ser una “tribuna absolu­ta­mente libre” y no “en­tablar polé­micas”. Por el contrario, aspira, mediante el uso de la más sin­cera do­cumen­ta­ción y de la crítica más clarividente, a establecer una paz relativa en el mundo turbulento y belicoso de los es­cri­tores y artistas.

Dermée no comparte la opinión que Torre, obviamente, le había mani­fes­tado en su carta desconocida, en el sentido de que Huidobro hubiera in­sul­tado a los ul­traís­tas:

Dans le cas de Huidobro, je tiens à vous dire qu'il n’a pas du tout donné d’atta­ques con­tre les ultraïstes. Il émet un jugement sur votre école qu’il affirme être une défor­ma­­tion du créationnisme.

[En relación con el caso Huidobro, tengo que decirle que él no ha atacado a los ultra­ís­tas. Él emitió un juicio acerca de su escuela, de la que él afirma que es una deformación del creacionismo.]

Y como para aplacar a Torre avant la lettre, el dadaísta Dermée agrega :

Notez que Huidobro, qui est mon ami, condamne aussi toute la poésie dada et que personnellement, je lui reconnais le droit de juger ce mouvement sans que j’aie à me fâcher avec lui.

[Advierta usted que Huidobro, que es mi amigo, condena también toda la poe­sía dadá y que personalmente le reconozco el derecho a juzgar este movi­mien­to sin que ello me enfade con él.]

Dermée asegura a Torre que su artículo será bien recibido en L’Esprit Nou­veau, y que lo hará publicar rápidamente, si se abstiene de atacar a per­sonas:

Sachez d’ailleurs que votre article sur l’ultraïsme sera le bienvenu dans L’Esprit Nou­veau. Je vous promets de le faire passer tout de suite, mais je vous prie de ne pas y mettre d’attaques personnelles contre personne.

Dermée agrega luego que no sabe exactamente qué haya ocurrido en España entre Torre y Huidobro, pero que sí sabe que Pierre Reverdy tiene que ver en ello:

Au sujet de ce qui se passe en Espagne entre Huidobro et vous, je n’ai évidem­ment guère d’informations, mais je sais cependant que Mr Reverdy y est mêlé plus ou moins directement

Dermée descarga de ahí en más improperios sobre Reverdy, en­tre ellos, que es un intrigante, pero la descalificación de otro orden es la más grave:

Cet homme, au contraire, est le moins moderne de tous et si on enlève de son œuvre ce qu’il a pris au premier théâtre de Maeterlinck, aux poèmes de Rim­baud, à Apol­linaire et à Max Jacob, il ne reste rien que le néant.

[Este hombre, por el contrario, es el menos moderno de todos, y si se quita de su obra lo que ha tomado del primer teatro de Maeterlinck, de los poemas desde Rimbaud a Apollinaire y Max Jacob, queda menos que nada.]

Tanto la frase anterior como la siguiente recuerdan la dicción de Hui­do­bro:

Sachez d’ailleurs que personnellement, il répand les pires ca­lom­nies sur tout ce qui n’est pas lui et que vous ne trouvez pas grâce devant sa langue de vipère.

[Sepa usted, por lo demás, que difunde personalmente las peores calumnias acerca de quien no sea él mismo y que usted no se ha salvado de su lengua vi­perina.]

Dermée da a Torre a continuación un buen consejo: que se ponga en este caso del lado de Huidobro, y lo adorna con una velada amenaza:

[…] du côté Reverdy, vous ne trouverez que la mé­chanceté et finalement les pires com­plications dans vos relations avec les poè­tes français.

[si toma el partido de Reverdy, usted no encontrará más que la maldad y final­mente las peores complicaciones para sus relaciones con los poetas franceses.]

Huidobro, por lo demás, es, según Reverdy entiende la situación, un buen chico, que solo quiere seguir siendo buen amigo de Torre, a pesar de un malentendido pasajero.

Según sabemos hoy, Torre no siguió el consejo. Ignoro si no envió el trabajo por estar en desacuerdo con lo que le dijo Dermée, o si lo remitió y fue rechazado.

La relación entre ambos, como fuere, no sufrió bajo esa divergencia, ya que se conserva en el mismo archivo alemán una postal de Dermée de 1926, indicio de que aún seguían en contacto (SUB Hamburg NGT: 41: 2). También se conserva una misiva de Dermée a Torre, del 23 de mayo de 1927, en una colección privada española (Santi Vi­vanco). Sin conocer el contenido de esa carta, conjeturo que tiene relación con La Gaceta Literaria, de la cual Torre era secretario de redac­ción. Por lo demás, Torre dedicó dos trabajos a Dermée, uno en fecha paralela a la del tema que venimos tratando, otro algo posterior (1920/09b, 1922/01).

Al publicar su texto en Poesia[60] y en Cosmópolis, Torre intenta ser justo con Hui­dobro, y le reconoce una gran influencia sobre la juventud de Ma­drid (Cos­mó­polis, noviembre de 1920, 477):

La entronización de la lírica de Huidobro en nuestra atmósfera juvenil, acabó de evi­denciarnos, como dijo Cansinos Assens, la decrepitud del ciclo mo­der­nista, y la máxima inconsciencia que suponía el seguir cultivando temas extin­tos e inspirarse en hermes exangües.

Pero luego dirá cosas inaceptables para el chileno:

No se ha de inferir de aquí que el ultraísmo sea una derivación del creacio­nis­mo, como malévolamente, e influido por recientes disidencias, ha escrito Hui­do­bro. El ultraísmo existía ya virtualmente antes de que él nos hiciese la apor­tación de sus libros y de los postulados esenciales del ideario cubista. En Es­paña, y destacados en esa dirección de vanguardia existía ya algún joven lite­rato, solitario en su actitud mentalmente extra­rradial.

Lo primero no es cierto, y si bien Torre mismo era el “joven literato, soli­tario en su actitud mentalmente extrarradial” al que alude, basta ver sus poemas y re­latos de 1918-1919 para convencerse de que estaba muy lejos, muy por debajo de lo que Huidobro tenía para ofrecer como poeta.

El otro aserto, en cambio, y aunque fuese inaceptable para Huidobro, tiene visos de ser correcto: este fue un catalizador de la escena madrileña, en la que introdujo sus propias intuiciones y realizaciones, pero que a su vez, sin ago­tarse en ellos, estaban imbuidas de “los postulados esenciales del ideario cu­bista”.

Torre abunda sobre el tema (480):

Ya hemos señalado cómo la aportación del creacionismo por Vicente Huidobro en 1918, con la incorporación del ideario cubista a nuestras intuiciones ortales, fué uno de los hechos que, unido a las incitaciones teóricas de Cansinos y al ejem­plo rebelioso de algunos de nosotros, ya destacados solitariamente en la vanguardia estética [entién­­dase: Torre], más directamente influyeron en el brote conjunto del movimiento ultraísta.

La polémica estaba definitivamente servida. 

(Hamburg, 2004-25-XII-2017)

 

Bibliografía

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Bajarlía, Juan Jacobo (1973): “Orígenes creacionistas del ultraísmo: los pla­gios de Gui­­llermo de Torre”: Taller de letras 3, Santiago de Chile, 1973, 7-11; re­pro­ducido en Aérea 1, Santiago de Chile / Bue­nos Aires, 1997.

Beauduin, Nicolas (1921/01): « La nouvelle école ultraïste »: La Vie des Lettres, París, enero de 1921.

Beauduin, Nicolas (1920/06): « La Poèsie nouvelle et Vincent Huidobro »: La Bataille Litté­raire II, París, junio de 1920.

Bernal, José Luis / Díaz de Guereñu, Juan Manuel: “Algunas car­tas de Gerardo Diego a Juan Larrea”: In­sula 586, Madrid, octubre de 1995, 13-16.

Bernal, José Luis: “Poesía creacionista”: Javier Pérez Bazo, Ed.: La vanguardia en España - arte y literatura. Toulouse: CRIC & OPHRYS, 1998, 161-180.

Bonet, Juan Manuel: El Ultraísmo y las artes plásticas. Valencia: IVAM. Centre Julio González, 1996.

Breuil, Eddie: Guillermo de Torre. Ultra-Dada entre deux avant-gardesParís [?]: Les presses du réel, 2009.

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[1] Grecia 48, Madrid, 1-IX-1920, 15, bajo la rúbrica “Panorama ul­tra­ísta”.

[2] Vicente Huidobro: Vientos contrarios. Santiago de Chile, 1926. El pasaje prosigue: “Pensar que antes era un fijo­dalgo español, con torres, con muchas torres en el es­cudo... sin armas.” (cf. Undurraga 88).

[3] La revista había estado abierta a los seguidores y simpatizantes de Huido­bro, y se­guiría estándolo tras la ruptura con él. Entre estos debe contarse a Ge­rardo Diego, Juan Larrea, Pedro Garfias, Eugenio Montes, Vicente Risco, Adriano del Valle, José de Ciria y Es­calante y algún otro – si bien todos ellos adoptaron en di­ver­sa me­dida y con di­ferente fortuna los enunciados creacionistas.

[4] Cf. Cansinos: Obra crítica I 531 y La novela de un literato II 231 (de aquí en más, Novela).

[5] En el apartado que dedica al “Análisis de las primeras obras de Vicente Huidobro” en Literaturas (1925, 88-91) Torre dice que “de ello nada trascendió a nosotros, espec­ta­do­res ya vigilantes [en 1916]” (89).

[6] Vicente Huidbro: Adán. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1916; Obra poé­tica, 2003, 319-358.

[7] Vicente Huidobro: La gruta del silencio. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1913; Obra poética, 2003, 129-178. El libro recibió en Chile una crítica muy negativa. Sobre esta época de la pro­duc­ción de Huidobro, cf. el ca­pítulo “Modernismo” en René de Costa 1984, 36-57.

[8] Vicente Huidobro: Horizon carré. París: Editions Paul Birault, 1917; Obra poética, 2003, 409-480. Torre parece desconocer aún el libro. Cansinos publicará una tra­duc­ción de “Vates”, poema proce­dente de este volumen, en Grecia 7, Sevilla, 15-I-1919, 5, Obra poética, 2003, 476-478.

[9] De un pasaje posterior surge que Huidobro estuvo en Madrid “de julio a no­viem­bre, en que tornó a su patria chilena”.

[10] Cf. Torre: “Antología. Novísima lírica francesa. Pedro Re­verdy. Efigie liminar”: Gre­cia 31, Sevilla, 30-X-1919, 8: dentro de la nueva falanje creacionista o nunista “nuestro inolvidable camarada el poeta chileno Vicente Huidobro ha obte­ni­do sus más suge­ren­tes transmutaciones electrolíticas y las más fragrantes harmonías side­rales”. Considera el “anhelo de la gesta ‘creacionista’” “mórbidamente explí­ci­to en Re­ver­dy, Huidobro, Dermée, Soupault y otros”.

[11] Cedomil Goic, a contramano de lo que vienen afirmando René de Costa y otros, se inclina por con­siderar el pie de imprenta de la edición de Buenos Aires (1916) como falso (Obra poética, 2003, 380 y 388).

[12] De parecido tenor, pero de tono más áspero, será su carta del 28-IV-1920 a Ge-rardo Diego (Larrea 1986, 447): “Por eso es grotesco pretender como lo hace Can­sinos que la pater­nidad del crea­cio­nismo no está clara aún entre yo o Reverdy, cuando el pobre Reverdy aún hoy to­davía no logra hacer un solo poema creacionista.”

[13] Cf. Poesía 75. Torre comentará el tema en su carta a Huidobro del 22-VI-1919: “[Re­verdy] Me envió sus poemas y Nord-Sud, adjuntos a una carta indiscreta, necia y va­nidosa, aludiéndole a usted como un elêve de son école. Yo, ni contestarle quise...” (Morelli / García 2008, 13).

[14] Novela II 233. Cf. carta de Reverdy a Cansinos, sin fecha (¿1919?), en Bonet 1996, 264, donde el francés acusa ya al chileno de antedatar algunos de sus textos y lo trata de su “imi­ta­teur”.

[15] Reproducido en Costa 1975, 125-128.

[16] El tema venía ocupando a Juan Larrea y a Gerardo Diego desde comienzos de año; cf. la carta de Larrea a Diego del 19-I-1920, la de Huidobro a Diego, del 28-IV-1920, así como la de Larrea a Diego, del 13-V-20 (Larrea 1986, 115, 445-449 y 127).

[17] La entrada no figura bajo el nombre de Torre en José María Barrera López: La re­vista Grecia y las primeras van­guardias. Sevilla: Alfar, 1997, ni en la reedición fac­si­milar de Grecia, también a su cargo, debido a que aún no se conocía su autoría.

[18] En efecto, como mostré arriba, Grecia 46, fechada el 1 de julio, trajo el citado artí­culo de Torre.

[19] Reproducida por Gabriele Morelli en Ínsula 642, Madrid, junio de 2000, 7.

[20] Al día siguiente, Huidobro escribe al chileno Ángel Cruchaga (Cos­ta 1984, 100-101), anticipando publicaciones que al final no se concretaron: “Lee mi respuesta en los dia­rios es­pa­ñoles. Los he des­tro­za­do. Si vieras có­mo se burla de ellos toda la gen­te que vale algo. Inútil decirte que toda la ju­ventud española está con­­­­­­migo. Ya verás los ar­tículos que van y vienen en mi defensa. Aquí en Paris la misma co­sa; todos los artistas que valen están a mi favor y este lío me ha servido enor­me­men­te de reclam [sic]”.

[21] Gabriele Morelli: “Polémicas y querelles a través de la correspondencia inédita de la primera van­guardia española: Diego, Guillermo de Torre, Huidobro, Larrea”: Se­mi­­nario “Vanguardias y vanguar­dis­mos. Espressioni d'avanguardia nelle litterature ibe­­riche e ibe­­roamericane contemporanee”. Düsseldorf, 11-12 de febrero, 2003 (en pren­sa).

[22] Cf. Cansinos, Novela II, 241: “Huidobro se indigna [porque Gómez Carrillo publica sobre la nueva literatura de Francia y apenas lo menciona] y manda un largo ma­mo­treto al cronista que Carrillo arroja al cesto de los papeles. Huidobro habla de desa­fiarlo, y como alguien le recuerda la fama de espadachín de Carrillo, él dice que no le asusta lo más mínimo, que él también es un baleador terrible, una especie de Gui­llermo Tell, un campeón de tiro, y para probárnoslo nos lleva a la verbena y pide un rifle y dispara siete veces seguidas a los huevos sin hacer un blanco.” Cf. también Costa 1984, 98-99.

[23] Biblioteca Nacional de España (BNE), Madrid, Mss 22825/25, 1.

[24] Entre ellos debe mencionarse al narrador chileno Joaquín Edwards Bello (1888-1968), quien en carta sin fecha a Torre, posterior al 16-V-1920, escribía: "Huidobro era nuevo en Madrid, pero no era nuevo en París. Ese es el hecho. En general muchos ame­­­ricanos llaman la atención en Madrid con cosas francesas. [...] Respecto a Hui­dobro, tan grande y tan especial ha sido su admiración por los franceses, que ha co­piado literal­mente en muchos casos, como ser a Jules Renard. [...] Huidobro al llegar a París era un imitador de Cansinos As­sens con sus Pagodas ocultas, pero su co­no­ci­miento de Reverdi [sic], Dermée, Cen­drars, Apollinaire, lo hizo cambiar total­mente y pudo llegar poco des­pués a Madrid di­ciendo que había cogido una estrella con la ma­no, etc. Yo expliqué la verdad, pero hice una mala postura. ¿Recuerda? [...]" (BNE, Madrid, Mss 22822/32).

[25] Obviamente, Torre ha intentado vanagloriarse ante Ramón con sus conocimientos acerca del creacionismo y del cubismo. Nótese que la disputa entre él y Huidobro aún no ha estallado (lo haría recién en agosto). Ramón decide no inmiscuirse en el asunto, lo cual no sorprende, ya que tenía en esta época una actitud crítica tanto ante Torre como ante Huidobro. Su posi­ción táctica final ante el tema queda documentada en un ar­tículo tardío: “Y así acabó ‘La com­pa­ñía Anónima del Ultra’ salvándose mi muy admirado Guillermo de Torre que ha quedado como una patilla de la historia literaria de aquellos años, así como Huidobro es la otra patilla” (“El ultra­ísmo y el creacionismo español”: Revista Nacional de Cultura 108, Ve­nezuela, enero-fe­brero de 1955, 154). La original­mente crítica postura de Ramón ante Torre cambiará de­fi­nitivamente a mediados de 1925. En carta remitida desde Estoril hacia el 10-V-1925 (N° 16 en García / Greco 2007), Ra­món dirá a Torre, tras la lectura del capítulo que éste le de­dicara en su Lite­raturas (1925, 43-46): “Mi querido y gran Guillermo: su libro está muy bien y le agra­dezco el ca­pítulo que me dedica en todo lo que vale. Mi amistad para Vd. tiene que ser desde este momento más rotunda y allá lejos he de cantar a su nombre los elogios que se me­rece. El arrepen­ti­miento de ciertas bromas es completo en mí.” Debe hacerse no­tar, sin em­bargo, que las opiniones de Ramón favorables a Torre luego de su radi­ca­ción en Buenos Aires, pueden en parte deberse a que Ramón de­pen­día en cierta me­dida de él, debido a sus relaciones en el campo editorial y pe­riodístico. Por lo demás, la relación de Ramón con el chileno no había sido muy buena. Véase mi tra­bajo “Ramón y Huidobro”: BoletínRAMÓN 19, Madrid, primavera [de Buenos Aires] de 2009 (di­ciem­bre), 37-40.

[26] Bonet 1996, 294; reproducida por Gabriele Morelli en Ínsula 642, Madrid, junio de 2000, 6.

[27] BNE, Madrid, Mss 22825/25, 1; 8 páginas. La mención más antigua que encuentro de esa revista planeada, que se convertirá en Creación / Créa­tion, es la que aparece en carta de Huidobro a Torre del 3-IX-1919 (cf. Huidobro: Obra poética, 2003, 1659-1660).

[28] Esta carta y la respuesta de Diego, del 9-XI-1920 (BNE, Mss 22822/18) en Julio Neira: Ínsula 642, Madrid, junio de 2000, 25. El argumento, que no veo repetido por Torre en otro sitio, es interesante, entre otras cosas, porque plantea la pregunta acerca de los medios de financiación de las publicaciones ultraístas – o de la van­guar­dia en gene­ral. Cf. en mi arriba citada edición de las cartas de Vando-Villar a Torre la liquidación del famoso “Manifiesto Vertical”, del cual se vendieron menos ejemplares de lo que po­dría suponerse. Falta un estudio sistemático acerca del tema financiación de órganos de vanguardia. Aparte de los datos relacionados con Reflector (financiada por Ciria y Escalante) merece mención aquí el papel asignado a Huidobro en estos menesteres. Así, por ejemplo, Torre espera que el chileno colabore con 300 pesetas a la financiación de su nonata revista Vertical (cf. su carta a Huidobro del 22-III-1920 en Morelli / García 2008). El grupo que haría en 1921 la revista Ultra (Madrid), por su parte, es­cri­be a fines de 1920 a Huidobro solicitando su adhesión al proyecto – y su dinero (cf. la carta reproducida en la reedición facsimilar de Ultra, a cargo de José Anto­nio Sar­miento y José María Barrera López, Madrid, Visor, 1993. Huidobro se negó a par­ticipar en la revista).

[29] Vicente Huidobro : « La Littérature de langue espa­gnole d'aujourd'hui. Lettre ouverte à Paul Dermée [director de la re­vis­ta] » : L'Esprit Nouveau 1, París, 1920, 111-113 : « quant à l'ul­traïsme, il me paraît être une dégradation ou une mauvaise com­pré­hen­sion du créa­tionnisme. / Cette école fantai­siste a gagné quelques prosélytes en Amé­­ri­que, mais, heu­rese­ment, ce n'est que chez les poètes de peu d'importance. » (re­producido en Obra poé­tica, 2003, 1299-1301; tra­ducción cas­tellana de la carta completa en Schwartz 1991, 77-79; este pasaje: 78.)

[30] Torre mismo (Literaturas 1925, 52) sitúa ese pasaje de Huidobro al comienzo de la polémica: “al leer luego la malévola opinión huidobriana sobre el ultraísmo conside­rán­dole como una degeneración del creacionismo (L'Esprit Nouveau, número 1) son­rié­se­mos incrédulamente, como prólogo a una polémica continua...”.

[31] Carta del 13-I-1917 (N° 9 en mi edición). Adviértase que el vocablo no es aún uti­lizado para designar a un grupo, proceso que comenzará a desenvolverse recién tras la famosa entrevista a Cansinos de fines de 1918. En carta del 22-VI-1919 a Hui­dobro, Torre dirá: “Creo que recordará usted que ese título aparece ya en uno de los ori­ginales míos que le entregué al marchar” – es decir, a fines de 1918.

[32] Schwartz y Valcárcel datan la apa­ri­ción del artículo en “noviembre, 1920”. Nicholas Hey lo fecha “octubre 1920” (Poesía 401); así también lo hace Goic, tanto en la biblio­grafía de la Obra poética como en la de Anales de Li­teratura Chilena (2003); también Rodríguez González (2017) fecha la aparición de la revista erróneamente en octubre, porque sigue la defectuosa cronología de Hey.

[33] Cf. en este contexto una carta sin fecha de Lasso de la Vega a Cansinos, que reza: “Com­padezco a Isaac que se ve obligado a publicarle su pernicioso documento mal es­cri­to y que a nadie interesa. Yo le he aconsejado que no se lo publique.” (Bonet 1996, 298). Nótese, sin embargo, que Torre nada dice aquí del compromiso de pagar la im­pre­sión.

[34] Al parecer, la revista fundada en 1918 por Jean Cassou no aceptó el trabajo de Torre, cuyo artículo saldría simul­tá­neamente en dos órganos: en Cosmópolis y en la italiana Poesia.

[35] Torre y Borges se habían conocido en Madrid en abril de 1920. En carta inédita, re­mitida ha­cia el 11 de junio de 1920 desde Valldemosa, Borges escribió a Torre: “Creo que se equi­vo­­caba Can­sinos al presagiar que el próximo ava­tar del ultraísmo era el crea­cio­nismo. El crea­cio­nis­mo puro es una jaula: una cacería de la phrase à éffet, de la inge­nio­­si­dad, que es el ma­yor peligro para escritores de raza española, como no­so­tros.” Torre parafra­sea estas líneas en su artículo “La imagen y la metáfora en la noví­si­ma lírica”: Alfar 45, La Co­ruña, di­ciembre de 1924 [reprint: III 219], donde elimina el nom­bre de Cansinos: “Creo que se equi­vocan los demasiado obs­tinados en pesquisas de imá­ge­nes; el crea­cio­nismo puro que tal cosa pre­dica es una jaula, una cacería de la phra­se à éffet (...)”. El pasaje fue con­ser­vado por Torre en Literaturas (1925, 299). Antes de la apa­ri­ción del artículo y del li­bro, y aunque sin nombrar a Bor­ges, Torre había escrito en carta del 13-V-1923 a Ge­rar­do Diego, que el creacionismo “era un ca­mino más que una meta”: “Y al­­guien ha­bló en­­ton­ces, 1920, del peligro de que ter­mi­nase todo en una cace­ría de la phra­se à ef­fet” (Bo­net 1996, 322). Por lo demás, re­salta que Borges, a pesar de su devoción por Can­sinos, lo critique aquí. Borges mismo, hacia fines de 1919, apre­ció la obra de al­gunos tem­pranos creacionistas españoles, como Ge­­rardo Die­go (es uno de los pocos que men­cionará a menudo en sus escritos de la épo­ca), pero terminaría por apar­tarse de esa pre­fe­rencia, quizás influen­ciado por Torre. La reflexión acerca del crea­cionismo puede haber sido desatada por el con­te­nido de Grecia 43, que incluía poemas de Diego, Pe­dro Garfias, Eugenio Montes, José de Ciria y Esca­lante y Adriano del Va­lle. En carta del 1-XI-1920 a Maurice Abramowicz, Borges dirá (Cartas del fervor, N° 18, 122; cf. allí mis notas en p. 268): “Je comprends ton surprise devant les idioties de la prose de Hui­do­bro, qu'on réfute d'ailleurs, avec assez de maladresse et de mé­chan­ce­té, dans le Pa­no­rama Ultraísta de Grecia (1er Sept. 920). [Borges parece ignorar que Vando es el autor del artículo.] Cet­te allu­sion de Hui­dobro à l'école créationniste qui, selon lui, s'est ma­­ni­festé à Bue­nos-Ai­res en 1916, m'éton­ne profondement. Quel­le est cette école création­niste de Buenos-Ai­res dont personne n'a ja­mais ouï parler?... Tous les poètes ar­gentins actuels (Lu­go­nes, Arrie­ta, Capdevila, Banch[s]...) sont oú des ro­­manti­ques ou des par­nas­­siens. Puis, cette manie de vouloir que l'Amerique ne co­pie rien de l'Europe. / ... Malgré mon admiration pour Huidobro –qui est, aprés tout, un très fort poète– je n'ai aucune sympa­thie pour son système du créationnisme intégral. Réduire la poésie à être une sé­rie non-in­ter­rompue de métapho­res, et de métaphores à la 2me ou à la 3me puis­sance, cela m'a tou­jours paru une limi­ta­tion horrible. Una aca­dé­mis­me pire que l'an­cien.”

[36] La aseveración de Torre debe basarse en alguna misiva de Gerardo Diego que des­conozco. Acerca de la actitud de Diego para con Huidobro, cf. su ya mencionada carta a Torre del 9-XI-1920, reproducida por J. Neira en Ínsula 642, Ma­drid, junio de 2000, 25. Acerca de la relación entre Torre y Diego, cf. C. García 2008/07.

[37] Ignoro si se ha conservado esta interesante carta en el archivo de Gerardo Diego, que permitiría redon­dear el tema.

[38] Grecia 48 trajo una nota sin firma de ese tenor, en la rúbrica “Panorama ultraísta”. Adviértase que la nota debe ser atribuida, en vista de los datos de que ahora se dispone, a Vando-Villar, y no a Torre, como supuso Huidobro y se ha venido repitiendo desde entonces, erróneamente.

[39] Nicolás Beauduin (1880-1960): Poeta francés, co-editor, con W. Speth, de La Vie des Lettres, revista leida y promocionada por los ul­tra­ístas españoles. Obras: L'homme cos­mo­go­nique (1922, mencio­nado por Borges en carta a Sureda de c. 10-IV-22, N° 34 en Cartas del fervor, 1999, 217-218), Les en­fants des hommes. Paris, 1923 (cf. reseña en Nosotros 46, Buenos Aires, 1924, 420-421). Cf. en este contexto sus artículos de 1920 y 1921 mencionados en la Bibliografía.

[40] Cf. Cosmópolis 20 a 22 (Madrid, agosto, septiembre y octubre de 1920). En el nú­me­ro 20, de agosto, To­­rre defiende con brío la obra y las excelencias de Huidobro (cf. An­tonio de Un­­durraga: “Teo­ría del Creacionismo”: prólogo a Huidobro: Poesía y pro­­sa. An­to­lo­gía. Madrid: Agui­lar, 1957, 74). En cuan­to a la revista, fun­­dada por En­ri­que Gó­­mez Ca­­rrillo en ene­ro de 1919, cf. Amancio Sa­bugo Abril: “Cos­­­mópolis”: Cua­der­­nos His­­­pa­no­ame­ri­ca­nos 430, Madrid, abril de 1986, 181-192. Acerca del desempeño de Torre en la redacción de Cosmópolis, véanse C. García 2016c y 2016d.

[41] Grecia 46, Madrid, 15-VII-1920, 15; p. 14 trae de Torre “Ma­drid-Paris. Al­­bum de retra­tos. Mis ami­gos y yo”; en­tre ellos, el retrato de Huidobro arriba citado.

[42] Tanto por su extensión (11 cuartillas) como por su tono, el texto no halló órgano que acep­­tara publi­carlo. Cf. un fragmento en Poesía 145. Textos más mesurados fi­gu­ran en sus Manifestes (Paris, 1925); por ejemplo el artículo “Le Créa­tio­nis­me” (“El crea­cio­nismo”: Obras poéticas se­lec­tas. San­tia­go de Chile, 1957, 267ss; Vi­dela 1963, 206-215; Schwartz 1991, 85-95; Obra poética, 2003, 1328-1337 y 1338-1345 (allí también el “Ma­ni­feste Manifestes”, 1316-1327).

[43] El primer número de Creación saldría en Madrid en abril de 1921. El se­gundo y el ter­­­cero aparecieron bajo el título Création. Revue d'Art en Paris, en noviembre de 1921 y en enero o febrero de 1924. Este número con­­tenía “Al fin se des­cu­bre mi maestro”, diatriba de Huidobro contra Torre, publicada tam­­bién en Alfar 39, La Co­ru­ña, abril de 1924, 21-25 – aquí sin la cita de una car­ta de Torre a Huidobro del 22-VI-1919, en la cual aquél ase­gu­ra, entre otras cosas: “He­mos tenido que realizar ver­da­deros es­fuer­zos, no­sotros los ami­gos de usted, para man­te­ner las distancias y evitar las mixtifica­cio­nes” (se conserva una carta de Julio J. Casal a Huidobro, explicando por qué ha debido recortar el texto; C. García / García-Sedas 2013, 218-219). Hui­dobro se dis­tan­cia­ría luego de varios au­to­res que fi­gu­ra­ban en el número 1 de Creación, confirmando así el negativo juicio de Torre sobre ellos.

[44] Cansinos publicó varios trabajos sobre Huidobro. Además de los textos recogidos en la Bibliografía, cf. Grecia 19, 20, 39, 41 y 43 (alguno de los tex­tos fue tra­du­cido o glo­­sado por Torre), el capítulo sobre Huidobro en Obra crítica (I 527-539), y su en­­­trevista con César Tiempo: “Vicente Huidobro y Las Pagodas Ocultas”: Zig-Zag, San­tia­­­go de Chile, 8-V-1964. Al final de una entrevista a Huidobro publicada en El Mercurio, San­tiago de Chile, 31-VIII-1919, Ángel Cruchaga Santa María afirma: “Cansinos Asséns, cuyo criterio nun­ca fue torcido por ruines manejos, ha publicado en La Corres­pon­dencia de España y en Cos­­mópolis siete artículos sobre el creacio­nismo. En ellos señala a veces con una suti­leza admirable los atributos de la nueva escuela, haciendo un fir­me elogio de la per­so­nalidad de Vicente Huidobro, llegando a decir que el más alto aconte­ci­miento artístico es­pañol del año de 1918 era la pasada de este gran poeta por la ciu­dad de Ma­drid”; reproducido en Costa 1975, 61-67. (El aserto proviene de Cansinos: “Un gran poeta chileno: Vicente Huidobro y el Crea­cio­nismo”: Cosmópolis 1, Madrid, enero de 1919.)

[45] Cf. Larrea 1986, 123, carta a Ge­rardo Die­go del 16-IV-1920.

[46] Larrea 1986, 123, carta del 16-IV-1920.

[47] La última colaboración de Cansinos había aparecido unos tres meses antes, en Ultra 10 (10-V-1921). Acerca del posible entretelón de esa renuncia, cf. carta sin fecha de Hum­ber­to Rivas a Cansinos, que podría ser de esta época: “Querido Cansinos: conste, ante todo, nuestro más profundo y sin­cero pesar por su determinación. El motivo fue tan leve y nuestra amistad era y es tan verdadera, que no supusimos ni remotamente que aquello pu­diera traer esto. Recuerde usted que la misma tarde de aquel día yo le había pedido el ori­­ginal, por carta. Después de aquella escena no me atreví a insistir de palabra, te­mien­do un desaire. Pero usted debía habernos mandado sus cuartillas. Hoy, conocida su ac­ti­tud –irrevocable, según Comet– no hacemos más que lamentarla. Nosotros somos siem­pre los mismos, en Ultra no tiene usted más que amigos.” (Bonet 1996, 316; ARCA, car­peta 318). Se conserva una misiva de César A. Comet a Cansinos (ARCA, car­peta 254), que qui­zás esté relacionada con este tema. Sin haber podido ver esa carta, arries­go una hi­­­pótesis: Cansinos se enfadó porque Ultra publicó sin su con­sentimiento un texto de “Juan Las”, seu­­dó­nimo poético de Cansinos. De haber sido así, ello se explica porque Vando publicó en Tableros tex­tos re­ci­­­bi­dos de sus autores ya en 1920 (tal el caso de al­gu­nos poemas de Borges, como “Guar­­dia roja”, cuya versión primigenia es la aparecida en segundo término). Otro posible motivo es el comportamiento de Vando para con Huidobro: no cuesta imaginar que Cansinos vio en el chileno el único valor poético nuevo, y no quiso malquistarse con él.

[48] Los colaboradores españoles del primer número de Creación. Revista Internacional de Arte (Madrid, primavera de 1921) fue­ron Gerardo Diego, Ramón Prieto y Romero, Elio­doro Puche (los últimos dos, verdade­ros epí­gonos, de los cuales Huidobro se dis­tan­cia­ría después). 

[49] Cf. otros testimonios epistolares de la polémica: cartas de Huidobro a Torre (Paris, 30-I-1920, con notas marginales de éste) y a Ge­rar­do Diego (21-III-1920 y 16-VIII-1920), así como misivas del polaco Tadeusz Peiper a Hui­do­bro (6-II-1922, 12-VIII-1922 y otras sin fecha) en Bonet 1996, 292, 294, 310 y 312. Otra mi­siva de Huidobro a Diego, acerca del origen de “la palabra creacionismo”, del 28-IV-1920 en Larrea 1986, 445-447.

[50] Reyes y Huidobro estaban en contacto epistolar desde 1914. Huidobro había escri­to a don Alfonso remitiéndole un libro suyo, que éste elogió en su respuesta. En carta del 6-IV-1916 pide a Reyes direc­cio­nes de poetas franceses “de elite”. Cf. mi edición de ese epistolario, C. García 2005b.

[51] En el primer número de Tableros, revista que Vando dirigió en 1921-1922 se men­ciona a Reyes como colaborador. Vando llevó a la nueva revista material remitido por sus autores originalmente para Grecia.

[52] Más tarde, Torre sí aludirá varias veces al “egolatrismo” de Huidobro en Literaturas (1925, 87, 121, etc.) – quizás también al exabrupto del chileno en Vientos contrarios (1926), arriba citado. 

[53] Como expliqué en una nota previa (52), Vando publicaría en Tableros material que le ha­bía sido remitido originalmente para Grecia; quizás hiciera algo similar con el material que se le remitiera para el planeado segundo número de Reflector, que no apareció.

[54] Reproducida por Julio Neira en Insula 642, Madrid, junio de 2000, 24.

[55] En el primer número de Centauro (3 números, 1920-1921), apareció la siguiente nota sin firma, pre­sumiblemente de Buendía: “[...] Queremos atraer a las pá­ginas de Cen­tauro las firmas más claras de ambas ten­den­cias, borrar las rencillas habidas y evitar las que pueden venir. Si conseguimos esto, si conse­gui­mos que los poetas de Grecia de­pon­gan su actitud hostil para el maestro admirable Vicente Hui­do­bro, y que los que se lla­man novecentistas, como el sutil y cul­tísimo Miguel Romero, no des­precien a los de la extrema iz­quier­da literaria, Centauro galopará por los cam­pos flo­ridos de la he­lada con las crines llenas de rosas y la cabeza riendo como una antorcha en el aire.” Lo remar­cable es que Buendía menciona varios nombres (entre ellos Can­sinos, Ramón y Vando-Villar), pero no a Torre.

[56] Paul Dermée uno de los directores de la incipiente revista, había propuesto a Hui­dobro ya en abril de 1920 la confección de un trabajo panorámico sobre la nueva poesía escrita en castellano (carta del 30-IV-1920; Poesía 138): “Te recuerdo lo que ne­cesito de ti para L’Esprit Nouveau. Espero que el trabajo esté ya avanzado después de transcurridos unos quince días desde que te hablé de ello. Se trata, te recuerdo, de hablar de las distintas corrientes literarias contemporáneas de América Latina. Debe ser una introducción general, una mirada desde muy arriba, a vista de pájaro, de toda una serie de corrientes, que tú, o alguno de tus amigos, podréis estudiar a profun­di­dad en los próximos números. Hemos hablado suicientemente de esto como para que conozcas mi punto de vista que consiste en dar una información lo más imparcial po­sible y más completa. Me dijiste que eso te interesaba. Así pues, sé amable y envíame tu colaboración (12 o 14.000 palabras) en una semana a más tardar.”

[57] Cf. el pasaje citado en nota 29.

[58] El error me fue sugerido por el mismo Torre, quien en su carta siguiente a Can­sinos (N° 54, del 14-IX-1920) afirma que su texto aparecerá en esas tres revistas, incluída L’Esprit Nouveau.

[59] Paul Dermée (i.e. Paul Janssen, 1886-1951): Poeta belga, radicado desde 1910 en París, rela­cionado con el dadaísmo y el surrealismo. Por estas fechas, dirigió L’Esprit Nouveau y participó en Le Disque Vert; editó las revistas Z (1920), Le mouvement ac­celeré (un número) e Inter­ventions. Gazette Internationale des Lettres et des Arts Mo­dernes (2 números, 1923-1924). Ninguna carta entre Torre y Dermée figura en del por lo demás interesante trabajo de Breuil (2009).

[60] Sobre la revista Poesia por estas fechas, cf. Luciano Caruso: Una questione di prin­cipio. La rivista Poe­sia nel 1920. Firenze: SPES, 1991 (con índice de colaboradores). Gracias a Anna Maria Saludes Amat (Firenze / Barcelona).

 

 

 


Carlos García
nació 1953 en Buenos Aires (Argentina); desde 1979 vive en Hamburg (Ale­mania). Especialista en la literatura de la vanguardia histórica espa­ñola e hispa­noa­mericana, ha publicado ensayos al respecto en revistas de Argentina, Brasil, Uruguay, México, Perú, Esta­dos Unidos, España, Dinamarca, Italia y Holanda. Sus libros se ocupan prefe­ren­temente de figuras de la primera mitad del siglo XX: Rafael Cansinos Assens, Gui­llermo de Torre, Alfonso Reyes, Alberto Hidalgo, Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Juan Ramón Jimé­nez, Ernesto Giménez Caballero, Macedonio Fernández, Evar Méndez, etc. Es autor de varios libros sobre Borges: Cartas del fervor. Co­rrespondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda, 1919-1928 (1999), El joven Borges, poeta, 1919-1930 y Co­rrespondencia Macedonio-Borges (ambos 2000), Discreta efusión. Co­rrespondencia Alfonso Reyes-Jorge Luis Borges (2010), El joven Borges y el expresionismo literario alemán (2015). Sobre Huidobro ha pu­blicado Correspondencia Alfonso Reyes / Vicente Huidobro, 1914-1928 (2005) y, con Gabriele Morelli, el Epistolario con Gerardo Diego, Juan Larrea y Guillermo de Torre (2008).

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