CINE

No, de Pablo Larraín 


Por Ana M. Aguilera

Utah Valley University

 Dirigida por Pablo Larraín, Participant Media y Sony Pictures Classics, 2012 (118 min).




Resumen

Después de 15 años de dictadura e influido por una creciente presión internacional, el dictador chileno Augusto Pinochet convoca un plebiscito en 1988 en el que la población podrá votar si continúa o no gobernando el país (en caso de que no lo hiciera se convocarían elecciones presidenciales en un año). Tras una brutal represión y eliminación de disidentes y años en que la dictadura ha asumido el control de instituciones y medios de comunicación, las probabilidades de que la oposición a Pinochet gane esas elecciones parecen escasas.

José Tomás Urrutia, un miembro de la oposición, le pide a René Saavedra, un exitoso publicista, que le dé su opinión sobre la campaña publicitaria que su grupo han diseñado para ganar el voto por el No a Pinochet. René responde horrorizado ante una campaña del No enfocada en la violencia y represión de la dictadura. Urrutia le pide que les presente una distinta y René diseña una campaña basada en motivos alegres y positivos: niños jugando, picnis en el campo, caras sonrientes, etc. Ejemplo más evidente el arcoíris que rodea la palabra “No” restándole negatividad al eslogan de la campaña. Aunque una parte de la oposición se niega a seguir con esta campaña por considerarla irrespetuosa y banal, el resto apoya la idea de René y comienzan a diseñar anuncios.

Durante casi un mes, los distintos grupos emitieron sus anuncios, ganando la campaña de René gran popularidad entre la gente. Por el contrario, la campaña del Sí, centrada en la figura de Pinochet y datos económicos, no consigue mover a la población. A pesar de la intimidación y amenazas del gobierno a los publicistas, la campaña del No sigue adelante con éxito. A la campaña se añaden manifestaciones donde figuras públicas chilenas piden el voto para la opción del No a Pinochet. A pesar de acciones represivas por parte de las fuerzas de seguridad, las protestas y manifestaciones continúan. El día de la votación, ganará la opción del No. Las tropas militares que rodean el centro de información de la oposición se retiran y la cúpula militar urge a Pinochet a aceptar los resultados y reconocer su derrota.

Sin embargo, la película no concluye con el fin de Pinochet, sino con un anuncio comercial, igual que empezó. Si en el comienzo René y su jefe Lucho recurrían a jóvenes rockeros, melenas rubias y mimos para publicitar el refresco “Free” (irónico nombre) en la todavía Chile dictatorial, en el final, René y su ahora socio Lucho, usan el glamour de actores famosos, viajes en helicópteros y trajes de gala para promocionar una telenovela en el ahora Chile democrático.


Comentario

¿Qué es la democracia? La pregunta no es banal. En lo que a nosotros concierne, entendemos que la pregunta es clave para entender la película de Pablo Larraín. Ajustando con más precisión la cuestión al filme quedaría así: ¿qué democracia le vendieron al pueblo chileno al final de la dictadura de Pinochet? Porque no se puede perder de vista que para guiarnos en esta etapa de la historia de Chile la película toma como protagonista a un publicista y que presenta su narración a través de una lucha de anuncios por atraer el voto del pueblo chileno. Desde esta perspectiva, el verbo “vender” encaja a la hora de entrar a analizar este filme.

¿Qué anuncios son los que compiten por ese voto? En el referéndum sobre la continuación o no de Pinochet al frente del gobierno chileno, se pueden distinguir tres campañas: dos a favor del No: la campaña de René y la campaña alternativa al No; y una a favor del Sí a la continuación de Pinochet. Dentro del grupo del No, la campaña diseñada por el protagonista, René Saavedra, va a asociar el rechazo a la dictadura con valores como la alegría, la modernización, y la mirada al futuro. Precisamente, estos rasgos de la campaña son percibidos por varios grupos de la oposición a Pinochet como muestra de frivolidad y de burla, no solo hacia los desaparecidos y asesinados por la dictadura, sino también hacia la misma cuestión política y la restauración de la democracia. De ahí que se nieguen a participar en ella y lancen su propia campaña. Esta campaña alternativa del No se apoyará en el recuerdo del proyecto político que representó el presidente Allende y de las torturas y asesinatos cometidos por la dictadura militar con el fin de eliminar a los opositores. Por otra parte, la campaña del Sí se sustentará en valores como la estabilidad, la prosperidad económica y el patriotismo. No obstante, el éxito de la campaña de René obligará a los defensores del Sí a modificar la propia, eliminando la figura de Pinochet de los anuncios y, básicamente, siguiendo el modelo publicitario que ha impuesto René.

Teniendo en cuenta que el filme de Larraín es del año 2012, cuando Chile ha sido una democracia formal por varias décadas, podemos aventurar que la dicotomía principal en esta película no es tanto entre dictadura y democracia, sino entre modelos de democracia. Y que para plantear esa dicotomía el filme recurre a las campañas publicitarias antes descritas y revisa el proceso de transición democrática en el país. De los tres grupos que compiten en esta lucha política, la perdedora será la oposición que apelaba al proyecto de Allende: una democracia socialista y equitativa. Si bien la opción por el No vence en el referéndum y con ello la vuelta de la democracia está garantizada, la estructura del filme otorga este mérito a la campaña de René: no sólo el público responde a su mensaje sino que sus opositores del Sí deberán entrar al juego que él marque en esta competición por la imaginación (política) del pueblo chileno. 

Trailer de No


El modelo de campaña política de este publicista marca las directrices para la futura democracia chilena (el modelo dominante en las naciones occidentales por otra parte): una democracia más formal que real, con un debate político centrado en temas que esquivan discutir la desigualdad intrínseca de una sociedad dividida en clases y con una ciudadanía despolitizada que sólo requiere ser activada cada ciertos años para acudir a las urnas. Nada más lejos de la democracia que se había defendido en 1973 y que es la idea política tras la campaña alternativa del No: una democracia apoyada en ciudadanos que intervienen activamente en política y que discute la desigual distribución de la riqueza en la sociedad. De ahí nuestra afirmación de que, a pesar de que el No a Pinochet gane la votación, sea la campaña alternativa del No quien fracase en esta lucha. Por el contrario, a los partidarios del Sí (los grupos que apoyaron y medraron en la dictadura) no les resultará muy problemático unirse al modelo que René vende, puesto que no va a causarles muchos trastornos (seguirán en su posición de privilegio) una vez eliminen aquellos elementos que no encajan con la democracia comercial “que viene” (citando el eslogan de René): el mismo dictador se ha convertido en el principal estorbo. Necesidad que presentará Lucho Guzmán cuando asuma la dirección de la campaña del Sí. Por ejemplo, este personaje no tendrá problema ninguno en seguir trabajando y ganando dinero junto a René una vez concluya la votación, a pesar de que han personificado dos posturas políticas enfrentadas, cada uno dirigiendo las dos campañas enfrentadas. Cabe preguntarse la solidez y sinceridad de los valores y principios políticos que encarnaban estos personajes cuando tan fácilmente pueden abandonarlos en favor de su propia ganancia (de prestigio cuando compiten, de ganancias cuando colaboran). Sin olvidar que son estos personajes los que representan el modo de hacer política en la que será nueva democracia chilena. En lo que respecta a los otros grupos políticos en el filme, se aprecia aún más que Larraín haga presente el contexto de violencia, amenaza y represión por parte de las fuerzas del orden público en que toma lugar este referéndum. Con ello permite al espectador comprender y aceptar las cesiones de determinados grupos opositores, enfrentados a un gobierno que bien podía cancelar la votación o incluso hacerlos desaparecer.    

Una segunda dicotomía surge en la película y nos puede ayudar a completar el análisis. Es la dicotomía viejo-nuevo o antiguo-moderno. La película nos permite clasificar personajes, valores y modos de hacer política en estas categorías de “lo viejo” y “lo nuevo”. Ahora, la cuestión es qué valores, connotaciones y personajes se asocian con cada una de ellas. De nuevo, tomemos como muestra a los personajes de René y su jefe, Lucho, cada uno dirigiendo una campaña política (René por el No y Lucho por el Sí) pero ambos situados en el campo de lo nuevo: ambos dedicados a la venta de nuevos productos de consumo en Chile a través de nuevas técnicas de marketing procedentes de Estados Unidos y personificando las nuevas formas de hacer política en Chile.  Y estos serán los personajes más cínicos y manipuladores de todos los que aparezcan en la película. De forma más obvia en el caso de Lucho pues, al fin y al cabo, representa al grupo favorable a Pinochet. Más sutilmente en el caso de René.

La ambivalencia de este personaje que vertebra el filme es vital para el mismo. Por una parte, el personaje de René defiende una causa justa (instaurar la democracia) y para ello arriesga su trabajo, así como su seguridad y la de su hijo (de quien se ocupa con dedicación). Además, no se puede olvidar que el personaje se presenta con la cara inocente y juvenil de Gael García Bernal. Sin embargo, ¿cómo estar seguros de cuáles son los verdaderos motivos por los que el personaje acepta esta tarea? ¿Se trata de motivos desinteresados o bien es una cuestión de ego y amor propio el dirigir la campaña que venza al dictador? La película juega con esta ambivalencia con respecto al personaje, aunque no rehúye tomar posición sobre el mismo. La verdad sobre el personaje se revela cuando se le coloca al lado un personaje como el de su exmujer (miembro activo de la lucha contra la dictadura, detenida y maltratada por la policía). La manipulación, cinismo y egotismo de René son evidentes en su relación con la mujer. ¿Puede una persona manipular y aprovecharse de los demás en su vida privada pero no hacerlo en la vida pública, en la política? Sí, no, o quizás es una cuestión de grados. El espectador elige en este caso aplicando su definición de lo que debe ser un político/ser humano, aplicando sus propios estándares en materia de calidad humana.

En definitiva, con No, Pablo Larraín lanza la mirada al final de la dictadura de Pinochet, una mirada algo burlona que permite al espectador cuestionar la democracia comercial que va a llegar a Chile tras la dictadura, sobre todo, si se la compara con la democracia que esa misma dictadura eliminó violentamente. Incluir materiales de archivo, personajes históricos reales y usar formato de vídeo U-matic ¾ típico de fines de la década de los años ochenta, a un tiempo presta a la película verosimilitud y el suficiente extrañamiento para permitir esa mirada lejana.