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Pablo Palacio | Yesenia Ramírez

El desconcierto que concluye felizmente en coherencia

Por Yesenia Ramírez Fuentes


 

¡Eh! ¿Quién dice ahí que crea?

El problema del arte es un problema de traslados.

Descomposición y ordenación de formas, de sonidos

y de pensamientos. Las cosas y las ideas se van vol-

viendo viejas. Te queda sólo el poder de babosearlas.

¡Eh! ¿Quién dice ahí que crea?

Pablo Palacio, Vida del ahorcado. Novela subjetiva, 1932.



Puede hablarse en términos de una “voluntad de estilo” cuando se trata de Pablo Palacio. Es el demiurgo por excelencia de un arte desencajado y, en ocasiones, irreverente; que marcha con sus propios derroteros. Una estructura circular que le proporciona al relato la coherencia y finitud siempre reclamada a los textos. El subtítulo de “novela subjetiva” podría encontrar alguna explicación lúcida en la mencionada disposición del argumento, de manera que pudo haber vivido “eternamente” ahorcado y por tanto ser el relato, solo posible, en términos de subjetividad en tanto actitud filosófica según la cual la realidad no se muestra por sí misma sino que se presenta como producto del pensamiento del sujeto.  

En consonancia con la energía creacionista de la vanguardia latinoamericana, la obra de Pablo Palacio, se regodea en la construcción formal, en la producción textual, y en este sentido su poética se vincula con la idea sugerida por V. Shklovski en su texto El arte como artificio (1917) cuando advierte la supremacía y el privilegio que goza la “disposición de las imágenes” con respecto a su propia “creación”. Por lo que la ilusión realista queda relegada, pero no corre la misma suerte la ilusión artística - literaria. 

¡Oh, júbilo, ya sé lo que es la esperanza!

Hay que desatar al hombre. Hay que desapasionar al hombre.

 Que se extienda a todo lo ancho, como el relámpago.

He huido del cubo y he caminado sin rumbo lejos de la ciudad,

Por el campo abierto, hasta dejarme envolver por la noche negra (…)

“Canto a la esperanza”, Vida del ahorcado. Novela subjetiva, 1932.

 

 La libertad, en el relato, es coyuntural. No es un concepto que se conozca en toda su plenitud pues se presenta como una posibilidad remota. Sí se alude a la esperanza como vía expedita, aunque tampoco se asegura su efectividad. Es una efímera sensación de la que solo se constata su existencia.

También en este pasaje la estructura es cerrada: el tópico de la ida y la vuelta. La liberación radica en la experiencia. Cuando cree estar en libertad se percata de que ha buscado su camino ahí sin encontrarlo, pero se enciende la lámpara y vuelve aquí de nuevo. Es lo que ha vivido lo que le proporciona cierto sosiego.

Dos ideas dicotómicas sugeridas en el texto tienen importante connotación: abierto / cerrado, restricción / autonomía. Estas nociones no solo aparecen en este fragmento sino que inocula el resto de la novela. La notoriedad está en la manera en la que se nos presentan. No se anulan ni se superan entre sí, mas bien conviven “extrañamente” –lo cierto es que tampoco hay muchas posibilidades de elección– funciona como un mecanismo esquemático y coercitivo.  

Anda, levántate, enciende algo, que estás

 retardando el equilibrio definitivo del mundo.

Vida del ahorcado. Novela subjetiva, 1932.

Es evidente la conformación geométrica de la novela, donde lo infinito juega un rol fundamental. La infinitud del mundo resguarda lo tenebroso y desconocido de este, el temor explícito por ello condiciona el comportamiento humano con respecto al mundo y a sí mismo.

El cubo oprime y consume al sujeto. Es una realidad de la que le cuesta mucho escapar y, paradójicamente, cuando intenta hacerlo lo asalta el temor, la inseguridad y el complejo de orfandad. Un sujeto en crisis que no escapa de las exigencias y reclamos (siempre discutidas) que se hacen las personas, conscientes o inconscientemente, a sí mismo y a la realidad que los circunda.

En el universo descrito reina el caos y el equilibrio que parece regir a las sociedades humanas es una falacia, y esto es, en definitiva, una extensión de la aflicción en la que está sumido y de la que intenta sobrevivir el ser humano.


“Ruptura, desequilibrio… caos”

Propone una poética que rechaza cualquier fórmula de producción textual tradicional, o “ajustada” a su tiempo, término que infelizmente también se maneja. Explora la psicología y el comportamiento humano desde el propio sujeto. Es un rara avis por sus temáticas, procedimientos, enfoques e intereses. En su obra el discurso jurídico, político, social son focos de importante atención de la crítica sin poder evadir la mordaz ironía.

La intención de romper con la linealidad del argumento también se perfila como propósito discursivo. La fragmentación es un recurso privilegiado en la novela, no solo desde el punto de vista compositivo atendiendo a la narración sino también el fraccionamiento que se da en el cambio de voces, así como la inestabilidad en la voz del narrador. La superposición de discursos, el monólogo, la metaficción conforman una literatura que se genera desde sí misma.

La frontera entre la realidad y lo que imagina o piensa el personaje no se percibe, y en este sentido también hay un transgresión. Tal vez hayamos asistido a una narración onírica en la que los procedimientos narrativos y la temática abordada solo hayan servido como subterfugio a la cruda realidad.  


“El desconcierto que concluye felizmente en coherencia”

Se puede pensar que su búsqueda literaria está en clave negativa por las peculiaridades de su obra, pero son estas extrañezas las que le conciernen éxito y trascendentalidad al texto.

La narración tiene su lógica justo allí donde reina el caos, pues esa es su intención y su fin primero. Mostrar, caracterizar y observar el desconcierto a partir del  desarreglo es parte del proyecto del autor.

 De modo que entre el desacierto y la lucidez, la obra de Pablo Palacio apuesta felizmente por la sagacidad. El autor descompuso esa realidad objetiva que se nos presenta coherentemente para que cada uno de nosotros la reconstruyamos, y goce así nuestra creación, de una estética personal.


Referencia bibliográfica:

Palacio, P. (2006). Obras completas. Edición La Palabra. Quito, Ecuador.


Licenciada en Letras (2015) con los máximos honores (Título de Oro y Premio al Mérito Científico de su promoción).   Actualmente es estudiante regular del Magíster en Letras con mención en Lingüística de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Ha sido profesora del Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, Redactora - editora de la Revista Cultural Cubana “La Jiribilla”, Guionista del Instituto Cubano de Radio y Televisión en Cuba y Locutora del Instituto Cubano de Radio y Televisión en Cuba. Ha publicado artículos de crítica literaria en diferentes revistas especializadas. 

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