Julio Pazos Barrera


(Baños de Agua Santa, 1944). Miembro correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Entre sus poemarios se encuentran Plegaria azul (1963), Ocupaciones del buscador (1977), Entre las sombras las iluminaciones (1980), La ciudad de las visiones (1989 , Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit), Levantamiento del país con textos libres (1982, Premio Casa de las Américas de Cuba), Oficios (1984), Mujeres (1986, Premio Jorge Carrera Andrade) y Constancias (1993 ); es autor también de algunos libros de ensayos sobre temas literarios, de cultura general y de gastronomía, Entre otros, ha recibido los siguientes premios: Fundación Conrado Blanco (Madrid, 1973), Nacional de Literatura Espinosa Pólit de las Letras y la Cultura (1979), así como el Premio Nacional Eugenio Espejo (2010). 





NOMBRES


Por una ley
no podemos llamar a nuestros hijos
pétalo de luna
o pupila de matico,
pero tú sí encuentras en los hijos
potrillos de alas opalinas
y violas de nogal pautadas
en claros manantiales.
Porque redimidos pensamientos
que emanan de las cosas
te acompañan,
en ellas
siempre sobran un sesgo de santamarías,
uvillas,
agridulce de tamarindo,
sándalo
para frotamientos
y tsímbalos para el susto.

Nombres y fuerza de amor
que no se detienen
ni siquiera
en la flexible corteza que somos.


De Oficios (1984)


EL ECUATORIANO 


Nos acercamos y la luz encerrada en el pueblo comienza a fluir
y hay que ver esos magníficos pájaros que forma;
azaleas y sigses
y una fauna de ángeles y antepasados
cruzando la luz…

Él está en sus recuerdos.
Su poncho gris suelta puñados de luz
y sentimos la otra vida:
un rocío permanente,
un aire de cordillera…

El Ecuatoriano ha quedado inmóvil.
Nosotros, hace un rato anclados en su mar,
contemplamos un rodeo de huiracchuros
perdiéndose en la bruma;
el eco, el viento, las fisuras del cielo
nos han borrado el final,
no habrá final sino violentas luminarias en el sueño.

El Ecuatoriano sigue inmóvil.
Ya no está en la circunstancia.
Refugiado en la nube
solo piensa
en un amancay de la niñez.


De Contienda entre la vida y la muerte o personajes volando en un lienzo (1985)



AMANECER


Muy temprano dejamos la casa
y fuimos al agua.

Ya otros tenían sus alas
secándose,
aunque el rocío rezagado
volvía a humedecerlas.

El baño nos devolvió el esplendor
que se nos había confundido en la anterior oscuridad
y así como los otros
tendimos nuestras alas
sobre los verdes chunguiles de la ribera.

La luz se inició en ese lugar,
por un momento dejamos de sufrir…
aunque se trataba de una luz piafante
salpicada de tréboles y de manchas rojizas.


        De Mujeres (1988)



NUEVOS LUGARES PARA BESOS


tu codo derecho
tu dedo meñique derecho

en el lóbulo de tu oreja izquierda
en tu talón izquierdo

a la altura de tu axila derecha
en cada una de tus muñecas
debajo de tus muslos
en el rabillo de tu ojo izquierdo
en la planta de tu pie derecho
en el escarpín que tejiste para el niño
en tu manera de recibir a la visita
a la altura de tu axila izquierda
exactamente en la corona de tu cabeza

en la zona más alejada de tu sueño
donde se separan tus glúteos
en tu antebrazo derecho
donde descansa mi nombre cuando no estoy presente.


                 De Holograma (1996)



UN ESCRITOR


Pasa debajo de la vid
con su canción y ruinas imperiales de amor.
En la habitación
retoca, modifica su historia.
Tose, mide el verso, escupe.

El escritor murió hace años.
Los dueños de casa y una viejecita,
que se mantenía con el negocio de mermeladas,
se ocuparon de los enseres.

En sueños encontré los escritos.
El viento debió sacarlos del basurero.
Reposan sobre la hierba,
expuestos al enorme silencio del universo. 

De La peonza (2006)