Trompifai

Rolando Revagliatti


POEMAS DE TROMPIFAI


de Rolando Revagliatti

 


 

 

 Trompifai



Entre ceja y ceja

yo

entusiasmado

por una damita a la que conturba

mi grandilocuencia

 

Protagonistas: ¡A mí!

Antagonistas: ¡Conmigo!

 

 

*

 

 

¡Ah!, pasionado

irrefrenable malo

el físico del rol

 

¿Brutus

alardea también desde los años

16 y 17?...

 

 

*

 

 

Me lo presentaste por el seudónimo

en mi tierna infancia

 

El tono de tu voz nombrándolo

conservo en un disco de pasta

 

Tu admiración por él

su imagen sin sonido

 

El humor tuyo y sus bravuconadas

en 1953

 

Ojo, que está furioso

Papi, rajemos con Carlitos.

 



Carlitos

 

 

El que acreditaba existir

antes de ser inventado

da lástima y risa

 

Empapela el bailarín

seduce el gastronómico

trasnocha el peluquero.




“PROOF”

 

 

Absorbidos por su cámara

los apuntados por su cámara

revelados

éramos descriptos

ya desligados de su cámara

 

Asediados por detalles

lucíamos como perros

flores y personas. 


“PROOF” (“LA PRUEBA”) de Jocelyn Moorhouse. 

 

 

 

 

“THE GOLD RUSH”

 

 

Quimera medida en clavitos que saben

a espinas de pejerrey al roquefort

 

La exploración

de una quimera

 

A un placer consagratorio

placeres adjuntos

 

La quimera de la satisfacción

la quimera de la satisfacción del hambre

oro y saciedad

 

La quimera del Trópico

Quimera medida en cordones de un zapato del Vagabundo

que saben a mostacholes bombásticos con salsa scarparo.

 

“THE GOLD RUSH” (“LA QUIMERA DEL ORO”) de Charles Chaplin.




Súper ocho

 

 

Acciones simples:

Robert Redford simula sostener una pared surcada por hormigas

José Wilker simula entrar por la puerta de calle

Toshiro Mifune simula saltar por una ventana ovalada

Lautaro Murúa simula esconderse debajo de una alfombra raída

Max Von Sydow simula probar los endebles sillones

Arturo de Córdoba simula espiar a través de una Trabex

Ugo Tognazzi simula silbar en la amplia cocina

Enrique Serrano simula condimentar zapallitos rellenos con arroz

Jean Paul Belmondo simula abrir cuidadosamente el botiquín

Ubaldo Martínez simula secar los deslucidos azulejos

Laurence Olivier simula barrer el garaje

José Sacristán simula rezar contrito en el jardín

Klaus María Brandawer simula dormir en la azotea

al concluir la larga morosa intrusiva última toma

de mi último moroso simulado más logrado filme de paso reducido. 

 

 

 

 

“PASSIONE D’AMORE”

 

 

Amo a Fosca

amo esa magnitud

del amor de Fosca

por mí

 

Es un amor el mío

por Fosca

 

Es un amor el mío

de magnitud

por ese amor de Fosca

por mí.

  

“PASSIONE D’AMORE” (“PASIÓN DE AMOR”) de Ettore Scola. 

 

 

 

 

“MOROCCO”

 

 

Así es como abandona sus zapatos en las arenas del desierto

así es como esparce las perlas del solterón más codiciado

así es como aloja sus labios en público

en los de una casquivana mujercita

así es como desliza las llaves de su cuarto al legionario

así es como rompe una tarjeta o una copa

y como canta o fuma o vende sus manzanas

así es

y no de otro modo

como el deseo se apantalla.

 
“MOROCCO” (“MARRUECOS”) de Josef von Sternberg.

 

 

 

 

Sofía & Marcello

 

 

Marcello cabecea huevitos de codorniz

Sofía contempla con una lágrima los zapatos vacíos

y sortea sus besos presos cada fin de semana

 

Marcello la confunde con la cruda Parca

Sofía se rapa musitando unos nombres

Marcello putañero apostrofa en calabrés

dentro del suntuoso vestidor del piso de Sofía

 

Viuda sofocada

se carga Sofía

a un carabinero

 

Hurta y come Marcello las asimétricas croquetas

de las bandejas de un rey de mentirijillas

e insemina para la eternidad en millones de copias

a la cuantiosa Sofía de una única noche apasionada.





“LA MUJER DE BENJAMÍN”

 

 

No sé yo mucho, pero sé qué me pasa

Sé qué me pasa a solas, y con él

Es con él lo que me pasa a solas

 

Poco sé

pero sé que es un hombre

 

Sé más acaso ahora

que lo que siempre he sabido

y más

malignamente

 

Poco sé

pero sé que es un cura.

 
“LA MUJER DE BENJAMÍN” de Carlos Carrera.

 

  

 

 

“LES NUITS FAUVES”

 

 

Rondo los pechos y el sentido

último de la claudicación

 

cuando se ciernen debajo de los puentes

y fagocitan

los cascarudos astillados.


“LES NUITS FAUVES” (“NOCHES SALVAJES”) de Cyril Collard.





Mi corazón a las estrellas

 

 

Cuando Pola Negri me abandona en 1928

cuando Ava Gardner me patea en 1937

cuando Tilda Thamar y Ana María Pierángeli

después de jornadas tan intensas (y extensas)

me desestiman en 1949

cuando Leslie Caron me aleja (según insiste, por mi bien) en 1960

cuando Romy Schneider me repudia en 1972 acusándome

de competencia fortuita

cuando Isabelle Huppert y Hanna Schygulla me descuidan

en 1984

yo quedo resentido

una y otra vez no aprendo

nunca aprendo

tanto o más vulnerable que en 1903

cuando lo de Sarah Bernhardt

abierto mi corazón a las estrellas

crudo exponente porteño

asistiendo conturbado junto a Boris Karloff

fuera de foco y en función fantasmal

en el postrimero cinematógrafo de mi barrio

a la caída en la cascada de La novia de Frankenstein. 

 

 

 

 

“CARAVAGGIO”

 

 

Recuerdo ojos

recuerdo también lo que en cuevas escondí:

ojos

 

tan bellos como

cuando vivían

 

Dementes cuidan signos de mi brusquedad

 

Poso con alas

y pene en puerto.

 

“CARAVAGGIO” (“CARAVAGGIO, UN PINTOR AMORAL”) de Derek Jarman.





“LITTLE DARLINGS”

 

 

Vírgenes las vírgenes

aquí o nunca

apostando hímenes

(trascendencias)

sonrían, chicas

pasteles en el campamento.


“LITTLE DARLINGS” (“ADORABLES REVOLTOSAS”) de Ronald F. Maxwell. 

 

 


 

Procedimiento para mentar a cuatro rubias del cine

 

 

Inquietándose nos espiaban a su reverendísimo antojo

las púberas Grace Kelly y Catherine Deneuve

cambiándonos en el vestuario del glorioso Alumni

en aquel primer lustro de trofeos y goleadas

las chiquilinas de recalcitrante y precaria volubilidad

a la hora señalada de los autógrafos

y concluyentes mamás que también embargadísimas espiaban

nuestra franqueza reafirmatoriamente hombruna y juguetona

 

Tiempos con Jane Mansfield allá en el Chantecler

blonda juventud y aparatosa

fugaces mordiditas en esos lóbulos del pasado

escotes en los que Mamie van Doren

se asilaba aromando su despiadada lejanía

para veneno de la muchachada.





“MONTENEGRO”

 

 

Los fuegos persiguen a la madre y esposa

no completamente nuestra

de cada día

por arte de birlibirloque

 

Es cuando llueve sobre las brasas

desnudas de su amante que vuela

que corre de espaldas a los fuegos.


“MONTENEGRO” de Dusan Makavejev.

Copyright fotografía: Mirta Dans


Rolando Revagliatti nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con cuentos, relatos y microficciones y dieciséis poemarios, además de otros tres poemarios sólo en soporte digital. En esta condición se hallan los seis tomos de su libro Documentales. Entrevistas a escritores argentinos, conformados por 159 entrevistas por él realizadas. Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.com