Vallejo contra Carrasquilla

Por León Gil [1]

 

“El mundo que él describió, la Antioquia de sus tiempos y su idioma yapasaron, son distintísimos a los de ahora…Carrasquilla ya no nos dice nada. LaAntioquia que el retrató ya no existe…él ya no somos nosotros, él es de otropasado, él es un pasado muy lejano, lejanísimo, lejanísimo…”

Esto fue lo que dijo en entrevista a Caracol Radio el21 de mayo de 2008 el no pocas veces necia e infundadamente iconoclastaescritor Fernando Vallejo al llegar a Colombia para su participación en elhomenaje que el Alma Mater de la Universidad de Antioquia le rendiría al genialautor antioqueño, con motivo del sesquicentenario de su nacimiento, ocurrido el17 de enero de 1858 en Santo Domingo, Antioquía.

Pero como la entrevista apenas vine a escucharla hacepocos días (de pura casualidad, y gracias a la; para mí, mágica y gloriosaInternet), sólo hasta ahora he podido expresar algo de las dudas y molestiasque me produjeron las palabras del; para mí, simpático humorista y escritorcolombo-mejicano.

Por ejemplo: ¿no sería necio y ridículo afirmar que

"el mundo que describieron, la Atenas de sus tiempos y su idioma yapasaron, son distintísimos a los de ahora… Platón, Aristófanes, Sófocles yEurípides ya no nos dicen nada ..."

Y esto por sólo citar a Grecia y a algunos de susescritores; pero bastaría con dejar caer el lápiz al azar sobre un mapamundi,para encontrar ejemplos semejantes en cualquier época y ciudad o país de latierra.

¿Ignorará Vallejo -tan amante de las cienciasnaturales- que “cada vez que nace un bebé, lo hace totalmente ajeno a laevolución cultural de la sociedad, que nace igual que si lo hiciera hace milesde años, y que no hay pruebas de que el genoma humano esté cambiando en algunadirección nueva”?  (Algo que ya había intuido Marco Aurelio hace casi dos milaños: “Ten muy presente que los hombres, hagas lo que hagas, siempre seránlos mismos”).

¿O es que acaso pretende Vallejo que el escritor; elartista ,no debe ser más que un reportero de su tiempo, y que para ser “actual”–Carrasquilla; por ejemplo- debería hablarnos del narcotráfico, la capa deozono, el sida, los nuevos productos de Apple o los últimos informes de laBolsa de Valores de Nueva York?

Sea quien sea que haya sostenido que si se quiere ser universalhay que empezar por hablar de su aldea, es evidente que no estaba equivocado, ymenos aún hoy cuando gracias a las telecomunicaciones y de más medios, esaaldea se ha vuelto, literalmente, Global. Porque es que la “aldea” no essolamente sus calles y edificaciones; sino, y principalmente, los seres humanoscon sus trabajos, sus penas, sus temores, sus vicios, sus ideales, susmezquindades, sus alegrías, sus creencias, sus esperanzas, sus preocupaciones,etc.; y esas, como predicaba el gran poeta Cohelet hace casi tres mil años;siempre fueron, han sido y serán las mismas experiencias de todos los hombresen cualquier lugar de la tierra.

Así que escribir en cualquier género; dentro de esosparámetros y con la maestría y agudeza que lo hiciera el gran autor antioqueño,es hablar y escribir para todo el mundo y para todo los tiempos.

Por ejemplo, vean lo que dijo hacecasi cien años, cuando el escritor cumplía los setenta:

En Colombia sobran facultades. En esta juventudletrada del actual momento hay materia para un parnaso luminoso y culminanteverdaderamente nacional. Lo que les falta a muchos es franqueza, buena fe,confianza en la propia psiquis, despreocupación, libertad de espíritu, lo queles falta es la rebeldía que tanto alardean...El poeta es como una corriente deagua: él mismo se abre su cauce. Si es caudaloso por cualquier parte e iráderecho al mar. Si no, se estancará por ahí o se lo tragará la tierra, a pocode andar”. (Fue en una entrevista, pero no recuerdo la fuente de la cualtomé la cita que hace tiempos anoté en mi diario).

            [Ver también, en archivo adjunto, tres ligeras peroprofundas crónicas publicadas en 1922

 

Y continúa diciendo Vallejo en la misma entrevista:

“Además era un escritor enprincipio de tercera persona, de narrador omnisciente que yo le doy pocaimportancia. Yo por ejemplo siempre que (sic) he tratado de escribir en primerapersona, diciendo lo que me pasa a mí. Pero bueno, la novela entonces era así;y era la que escribían en ese tiempo en España…”

Éste siempre ha sido el caballito de batalla deVallejo para hacer alarde de la supuesta originalidad de su obra, para que sele sobrevalore y; por el contrario, para subestimar y minimizar; inclusive parareducir a mera especulación o mistificación la obra de todos los autoresuniversales (¡Todos, qué horror!) que han escrito sus ficciones valiéndose deeste recurso. Un recurso que a mi modo de ver es el más apropiado para que unautor pueda hacer gala de todo su talento, experiencia e imaginación en aquelloque realmente justifica el oficio de un auténtico artista: la creación.

El yo de Carrasquilla; como el de todos los grandescreadores, es un yo universal; pues consciente o inconscientemente han hechosuya la divisa de Rimbaud: yo es otro. Y viceversa: cada otro soy yo;pues en cada ser humano coexisten el germen del santo y del criminal; ladualidad hombre-mujer y todas las gamas y polaridades presentes desde siempreen el alma humana.

Este manido parámetro o principio de Vallejo paradescalificar y demeritar la obra de un escritor es tan ingenua y ridícula queuno de los primeros y principales sacrificados por este burdo criterio sería–para citar tan sólo uno- nada más y nada menos que el gran Shakespeare, unartista con el que el menos modesto y sensato de los escritores jamás osaríaequipararse. Y bueno, citemos otro no más: ese argumento daría licencia;entonces, para lanzar piedras a esa inmensa e impecable ‘galería de espejos’del alma humana que constituye la monumental obra del genial ruso, FedorDostoievski (reitero, como la de tantos otros).

Y a propósito de éste y otros asuntos, quisiera citara Rafael Gutiérrez Girardot:

Tomás Carrasquilla es, ciertamente, un autor regionalista. El concepto “regionalismo”es demasiado vago, de modo que la misma calificación podría darse a un TomásMann, cuyas novelas de la primera época, la más famosa entre ellas, LosBuddenbroocks, está hecha con el material de su región, más aún, de suciudad natal, Lübbeck; más aún: de una clase social de su ciudad. Regionalistasería, también, un Robert Musil, quien tomó, como material de sus novelas,tanto de la primera, Las confusiones del pupilo Törless, como de la másimportante de la literatura alemana actual, El hombre sin propiedades,su ciudad natal, Viena; más aún: una clase social de Viena. Regionalista seríatambién el gran novelista austríaco Heimito von Doderer en todas sus novelas,que tienen por material su ciudad natal, Viena, y acontecimientos precisos,reales, regionales de Viena en un determinado período de su historia.

Sería, en fin, digno de atención el lenguaje “regional” de Carrasquilla;no, empero, para tomarlo como ejemplo de “peculiaridades” hispanoamericanas,sino más bien para ver en el uso que él hace su relación con el lenguaje.

Los regionalismos o americanismos no son simplemente adherencias, aceptadasluego por la academia purificadora. En ellos se ve una concepción de elementosdel lenguaje, especialmente del ritmo, de la fuerza expresiva, si se quiere:del color. Pero hay una razón artística, que obedece a leyes puramente delarte, por la cual algunos grandes escritores se sirven de los regionalismos, yque no es, simplemente, el puro deseo de dar a la obra “color local” y dehacerla más verosímil y autóctona. Los regionalismos son la expresión de undefecto en la lengua madre y, por otra parte, de la vida misma del lenguaje. Suuso hace más flexible a una lengua, la extiende, le da ritmo y representaciónmás ricos, la hace más móvil y más capaz de expresar una vida real igualmenterica.

 

Para juzgar ese uso bastaría pensar, comparativamente, en la formación dela lengua literaria de algunos países europeos del siglo XIX, especialmente delalemán, que recibió, ya desde la Ilustración, las influencias de las lenguas de los paísesvecinos y, sobre todo, las propias de los diferentes dialectos. Un Johann PeterHebel, el gran poeta del dialecto badense, se ejercitaba con el latín y alalemán culto le dio dos fuerzas que aprendió en el uno y en el otro. No sólohay que tener en cuenta las palabras, sino el cuerpo todo del lenguaje,enriquecido por dialectalismos o regionalismos, que son los que hacen vivo unlenguaje. El gozo y la fluidez de la prosa de Carrasquilla deben mucho de estasvirtudes al uso de sus regionalismos. La prosa castellana gana en ritmo, estoes, en vida, en fuerza expresiva, sin dejar de ser castiza y castellana1.

 

1 Gutiérrez Girardot, R. (1960, 31 de julio). "Cómo leer a Tomás Carrasquilla", Lecturas Dominicales, El Tiempo. (Ver en el archivo adjunto el texto completo o click aquí).

 

Y una últimacita de la entrevista:

“…Carrasquilla que escribió hacetiempos su libro de recuerdos, lo escribió el año treinta y cinco. Imagínese,el año treinta y cinco está lejanísimo de nosotros, y él estaba recordandocosas de 1870…”

Pues bien,ese libro de recuerdos es su trilogía'Hace tiempos', compuesta por las novelas Por aguas y pedrejones, Porcumbres y cañadas y Del campo a la ciudad, aparecida en1935 y 1936; y cuyo primer tomo fue extensamente reseñado por Fernando Gonzálezen 1935 (Ver texto completo en archivoadjunto).

Me permito citar algunos apartes de la misma, que contrastanradicalmente con los conceptos y opiniones del señor Vallejo:

He querido indicar, aconsejar una manera de leer a Carrasquilla: tomándolocomo guía para entender nuestra propia vida, como historiador de la patriaantioqueña. Su valor máximo es el de Maestro, en el sentido de que nos enseñaacerca de nosotros mismos.

Tomás Carrasquilla es uno de los tres únicos motivos de orgullo paraSuramérica, en cuanto a humanidad. Antes de llegar a los cuarenta años, yojuzgaba fácilmente; después de que llegué a esa edad crítica, únicamente estejuicio acerca del Maestro no me deja escrúpulos. Este Carrasquilla es tanmirón, tan escuchador, tan sastre de ropas y de almas, tan realista, tansemidiós que se nutre de las energías de su patria antioqueña, que a pesar deque soy cuarentón estéril, al leerlo y al oírlo, me empreña de este juicio: esúnico en Colombia; es orgullo colombiano, es el que puedo enviarle a M. Bréal,para que vea que somos iguales a los europeos; porque M. Bréal me pidió que leenviará libros y revistas colombianos, “para ver en dónde vive monsieurGonzález”, y nada encontré para remitirle sino un guarniel envigadeño y librosde Tomás Carrasquilla.

Todo Carrasquilla es confesión, como Tolstoy. Como éste, nació paradescribir a su pueblo, pero, más realista, más fiel a su gente, no sufre ataquede predicador.

Por eso he dicho que Carrasquilla es el historiador de Antioquia, tomandocomo tipo de historiador a Homero. Porque el vulgo letrado se equivoca: llamahistoriador al cronista, al que sabe en qué día nació Córdova, y llamanovelista al que nos describe a un niño nacido en Concepción y que a los sieteaños vio a un compañero escueliante que se amarraba los calzones de unmodo heroico y que entraba en la montonera enemiga de los tirapiedras de unmodo que se le grabó en la mente. El verdadero historiador es TomásCarrasquilla, que al describir esos muchachos y sus escuelas, y sus juegos ysus emociones, etc., etc., nos hace comprender por qué apareció Córdova y porqué Gregorio Gutiérrez González y Carlos E. Restrepo...

Carrasquillaquedará como tesoro del idioma castellano. Día a día se va empobreciendo ellenguaje antioqueño, debido a eso que llaman civilización. Parece paradoja,pero veamos: con la facilidad de comunicaciones, con la facilidad democrática,con la radio, con el periodismo, ahora cuando todos los campesinos aprendierona leer para no leer sino “El Tiempo”, todos hablan de un mismo modo; todosposeen apenas el caudal de palabras que contiene un editorial o un discurso en la Cámara. La instrucciónpública, la democracia, los inventos, han traído un empobrecimiento en elidioma.

 

Y porúltimo, yo podría decir muchas cosas de mi parte en contra de algunas obras yposturas e imposturas de Vallejo; pero no las digo porque esto que comenzó comouna simple nota ya se está alarga demasiado y quisiera anexar tres brevescrónicas de Don Tomás para que se tenga alguna impresión directa de su arte deescribir. Sin embargo me atreveré a decir que La Virgen de los sicarios con el tiempo será leída como una versión novelada de la prensa amarilla definales del siglo XX; un documento histórico que como tal no requiere deficción; todo lo contrario, le restaría verosimilitud la subjetividad eimaginación propias de quien la escriba.

Y digamosque la Puta de Babilonia es; no un sumario, como opinan algunos, sinotodo lo contrario, una extensa recopilación de los crímenes cometidos por laiglesia católica, con anotaciones no exentas de humor e ironía y; por supuesto,de ira justa; pero que a un lector medianamente culto y escéptico de ahora muypocas cosas nuevas le dice. ¿Qué le dirá, entonces, a un lector dentro deciento cincuenta años? ¿Se tomará alguien el trabajo de leer La virgen delos sicarios, en lugar de ver ‘No futuro’, de Víctor Gaviria? ¿Yqué lector de literatura se leerá La puta de Babilonia?

¿Le habrárestado méritos a la obra de Carrasquilla el hecho de que no haya hecho alardesu supuesta homosexualidad y no haya sido el adalid de ninguna causa zoofílicao en pro del aborto y la anticoncepción? Yo pienso que no; como tampoco creoque le haya afectado mucho el hecho de que el señor Vallejo haya sido invitadoa la Cátedra Pública de la Rectoría de laUniversidad de Antioquia el jueves 22 de mayo de 2008, al Teatro Camilo Torres,para participar en uno de los múltiples homenajes que a nivel nacional serealizaron para celebrar el sesquicentenario de su nacimiento, y que el famosoescritor prácticamente ni lo haya mencionado, limitándose tan sólo a rendirinforme de sus lecturas de diletante de las ciencias naturales y biológicas y adifundir sus campañas en defensa de los animales. Yo no sé cuáles serían lostérminos del contrato, pero a mí eso me pareció una estafa.

De cualquier manera; repito, no creo que al granCarrasca’ eso le importara mucho, pues como reconoce el mismo Vallejo, jamásalbergó grandes pretensiones con su obra; todo lo contrario, fue sinceramentemodesto. He aquí lo que confesara en una breve Autobiografía que envióal periódico el Gráfico, para subsanar una entrevista que alguna vez lenegara:

“Nada de lo que hepublicado —fuera de Salve, Regina— me parece bueno. Mal podría parecerme: tengoidea altísima del arte, muy baja de mis facultades, y conozco los grandesautores. Si he publicado y publico es porque me pagan, y no muy mal,relativamente. Soy, pues, una pluma alquilada y como a tal se me debe apreciar.
[...] No tengo escuela ni autores predilectos. Como a cualquier hijo de vecinome gusta lo bueno, en cualquier ramo. Diré, sí, porque a los colombianos nosatañe, que, en mi pobre concepto, puede gloriarse nuestra patria de tener elprimer prosista y el segundo lírico de esta lengua castellana. Me refiero alIndio Uribe y a José Asunción Silva”.

 

 


[1]León Gil  (Venecia, Antioquia,Colombia, 1954).  Poeta. Hapublicado textos y poemas en diferentes periódicos y revistas; como también enalgunas antologías nacionales e internacionales. Estudió Física en laUniversidad de Antioquia y ha publicado tres libros de poemas: Del huerto de Van Gogh (1990), Ecce Infans (1996) y Cóctel de versos para la mesa 3 (2002)

 

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