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Eduardo Langagne


Eduardo Langagne
(Ciudad de México, 1952). Poeta y traductor. Ha realizado una importante labor como editor de libros y revistas, y también como promotor cultural. Ha sido colaborador permanente de ediciones Tierra Adentro desde 1978. Actualmente conduce el programa radiofónico Redes: Tierra Adentro. Con Donde habita el Cangrejo, en 1980, fue el primer poeta mexicano en obtener el Premio Casa de las Américas. En 1990, obtuvo el Premio de Poesía Gilberto Owen y en 1994 su libro Cantos para una exposición lo hizo acreedor al Premio de Poesía Aguascalientes, el más importante del país. Su obra está incluida en diversas antologías publicadas en México, Brasil, Colombia, España, Estados Unidos, Holanda y Québec. Sus libros de poesía más recientes son: El álbum blanco, Décima ocasión y Decíamos ayer…, una selección de su obra publicada entre 1980 y 2000, en edición de CONACULTA. En 2006 apareció su traducción a los 35 Sonnets, de Fernando Pessoa. Forma parte del consejo de redacción de Cultura Urbana, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y del Comité Editorial de El poema seminal, revista electrónica de poesía. Actualmente dirige la Fundación para las Letras Mexicanas.

 

 

 

 

 

DISPERSIONES

 

en tus pesadillas soy un extranjero que mira madurar tu cuerpo

el mar es un fruto verde que no podemos morder

porque la lengua reconoce la traición y la desdeña.

el tigre corre, a pesar de la bala en sus costillas.

la poesía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

escribo ahora que la inmóvil terquedad de la tortuga

                                                                  /me aviva el rencor.

 

 

 

 

 

NÚMEROS

 

Uno

 

El cangrejo perforó la garganta de tu abuelo

que era un pez y abría la boca

buscando el oxígeno

que el agua turbia y mínima había gastado

 

Envejecía aleteando en la pecera

y desde ahí mirando

a los que juegan dados con la muerte

 

Llevas el mismo nombre

y tu apellido es un mar donde avisan las ballenas

que la muerte ha visitado tu memoria

 

 

 

 

RIESGOS

 

los ingenieros querían hacer

un puente

que condujera el ojo

hasta un muslo de mujer

o la palma de la mano hasta un cuerpo de mujer

y querían hacer el puente para llegar a una mujer

sin tocar siquiera el agua

pero la mujer

cada vez que comenzaban a construirlo

lo dinamitaba

 

 

 

 

EJECUCIONES

 

en los saxofones anida un ave rara

picotea las llaves del instrumento

provocando

melodías extrañamente dulces

rechaza la vieja embocadura

argumentando olores rancios

y la cambia por un trozo de bambú

en el que viene escrita

la partitura que ejecuta por las noches

y el ave rara comienza a enceguecerse

cuando descubre que los ciegos

inventaron la música

y repite la misma melodía

sólo que más lento

tanto como su vuelo posterior hacia el paraguas

donde el ave decide que no llueva

para dormir como un cadáver terco

mientras los saxofones salen a la calle

a encajarle a la ciudad en plena cara

una música vieja

que recuerda el olor de las tabernas

 

 

 

 

DEFINICIONES

 

Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo.

Se parece a la noche,

o mejor: a una noche sin ausencia.

 

Ella es exacta.

Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece.

Me permite trepar por mis temblores

y agita su nombre desde la oscuridad.

 

Ella es irrepetible.

Nació en las piedras donde empieza mi desorden.

 

 

 

 

DESCUBRIMIENTOS

 

colón no descubrió a esta mujer

ni se parecen sus ojos a las carabelas

jamás hizo vespucio un mapa de su pelo

nunca un vigía gritó tierra a la vista

-aunque vuelan gaviotas

en las proximidades

de su cuerpo

y en su continente se amanece cada día-

a esta mujer no la descubrió colón

sin embargo estaba en el oeste

era un lugar desconocido

y para encontrarla

hubo que andar mucho tiempo

con una soledad azul en la cabeza

 

(De Donde habita el cangrejo, 1980)

 

 

 

 

ORACIONES

 

I

 

Aún no he terminado de llorar por mis muertos;

tengo un nudo desnudo en la garganta

porque no he terminado de llorar por mis muertos.

El pecho acorralado,

temblorosas las manos,

mi respiración da cuenta de que no he terminado.

En mi memoria viven todos ellos.

Mi memoria no acaba de llorar.

Aún no he terminado de llorar por mis muertos.

 

 

 

 

APUNTES DESDE UN TREN

 

IX

 

Un hombre es solo

pero puede tener un instrumento

para tocar si le place

y cantar lo que le antoje

 

Un hombre es solo

pero puede tener un buen amigo

y desde un alto sitio

ver un paisaje limpio

 

Un hombre es solo

pero puede tener una mujer

y acariciar su pelo

y amanecer desnudo junto a ella

 

(De La manzana en la cabeza, 2000)

 

 

 

 

MUTISMO

 

Tal vez no haya un silencio más sereno que el tuyo:

vocablos que escaparon de tus sueños inciertos.

Tienes pocos recintos para explicar la vida,

tus palabras se agotan (manantial de ciudades)

y se pudren (manzanas negras y abandonadas).

No se puede decir que el mundo está girando,

no puedes hacer más de lo que ahora haces

pues no eres superior a lo que puedes.

Compra un hermoso cactus, adorna tu florero,

un cuchillo de nubes que corte serpentinas,

una cuchara grande que refleje la luna;

adquiere un cordel verde para volar al cielo

y finge ser un ángel que supo enamorarse

y no se ha arrepentido.

 

 

 

 

A VECES EL POEMA

 

Lo construyo despacio, es lo único que tengo.

Lo construyo despacio porque sé que algún día

aunque no esté presente habitarás mi casa,

así sea por un instante.

He de seguir cantando porque en estas paredes

escucharás mis voces aunque no esté presente.

 

 

 

 

MUERTE DE RILKE

 

                   ¿Dónde leí que Rainer María Rilke murió por la
                    infección que le produjo pincharse la mano con la
                    espina de una rosa?



La rosa no viene a mi poema,

viene la espina de la rosa.

Pero no llega hasta el papel la espina,

se clava en la palma de la mano

de Rainer María Rilke.

De ahí brota una gota de sangre

y se escurre a mi poema

una mínima rosa.





ESTA MUJER Y YO


Esta mujer y yo, que sumamos un siglo,

nos unimos en el beso original 

bajo un desnudo encino, 

sobre un lecho de hierba,

mientras la luz del sol se abre paso entre las ramas

como un ave que se acerca al nido.

Esta mujer y yo,

sobre la arena suave, 

a la sombra de una roca sin pecado,

damos un giro a nuestros cuerpos 

humedecidos en una sola voluntad.

Aunque en verdad esta mujer y yo 

estamos en un lecho conocido,

imaginando, amando,

y en el momento exacto

nuestros cuerpos irradian una luz

que se escurre como el sol entre las hojas

o una gota en la piedra 

y el manantial de la vida brota nuevamente

en estos dos cuerpos que reúnen un siglo

pero no han olvidado el origen del mundo. 

 

(De El álbum blanco, 2004)